jueves, 24 de enero de 2013

Levepasmarote (o recurso camaleónico de nueva generación)


(Aviso a navegantes: entrada tamaño XXXXXL)

Un estimado amigo, además de lector, díjome hace blogeones: “La gente miiiieeente”, pronunciándola exactamente así, pues une al tiempo la sorpresa... ¡y la enésima constatación!, que también el mismo amigo diría. Aunque entonces una ya portaba cierto bagaje al respecto, habiendo tenido numerosas oportunidades en las que comprobar la veracidad de su afirmación (que a día de hoy alcanza categoría de axioma), no pude por menos que darle la razón, toda la razón y nada más que la razón. Y vuelvo a dársela.

En los últimos meses me han mentido un par de amigas. En cosas nimias... digamos que para salvar el tipo frente a un comportamiento suyo no adecuado. Vale. Ellas están al tanto y retanto de lo que opino sobre el asunto.

Primera. ¿Quieres obtener algo de mí? De acuerdo, pídemelo... con franqueza, sin excusas irreales, como sabes y archisabes que me gusta (incluso necesito), y decidiré si me presto a ello, que también sabes probablemente así sea, pero, una vez obtenido lo que persigues con artimañas... y pillada in fraganti, no me cuentes cantinelas cuando te expreso que la policía no es tonta... que parvulitos quedó muy atrás.

Segunda. ¿La has pifiado y no quieres... o no puedes asumirlo? No hay problema... no es una gran pifia, es pifiílla no más. No es la primera vez, pero que no te dé vergüenza por ello... ¡somos humanos! y además tú y yo, amigas. Hablemos, entendámonos, empaticemos la una con la otra... comprendamos, o intentémoslo... que no se repita y aquí paz y después gloria.

Pero no. Mienten y entonces, como deseo entender y construir/mantener algo sólido y bello, yo he de preguntarles porqué... si no hace falta mentir, de veras que no... Y sus expresiones faciales son las de un pequeño de seis años que con trozos del jarrón en su mano dice que no ha sido él quien lo ha roto. Y, cuando lo descubro (porque ya se sabe que... se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, hasta sin intención como es el caso), se empeñan en negar a bote pronto la evidencia. Y me sacude algo por dentro... si bien apenas un imperceptible temblor, cimbreo si acaso, desde que una se propuso (e impuso) colocarse el supermegaimpermeableantitodoloquefastidiay/opeor. Pero... en este particular sucede que quiero que la cosa quede más o menos como estaba, aplicando pegamento a las piezas del jarrón, procurando encajarlas debidamente, sólo porque median afectos y sentires, porque vale la pena y las alegrías... y acabo comprendiendo, recordándoles no obstante qué pienso al respecto. Debo añadir que no exenta de sorpresa por el hecho de que (me) mientan y también, porqué no decirlo, reconociendo(me) cierto cansancio: “Caramba... se miente como un acto reflejo... Llega de quien menos lo esperas... cuando menos lo imaginas... de modo reincidente”. Y sí, me hastía porque en efecto somos perfectamente imperfectos, pero ¡aprendamos siquiera una miaja de nuestros errores! Lo peor es que acabaré levantando un monumento a Leon Festinger y a su teoría sobre la “disonancia cognitiva”, que viene a decir que el autoengaño es el pan nuestro de cada día en el ser humano, a poco que el susodicho se descuide. ¡Ops ... que Dios nos pille confesaos'  8-S!

Las mentiras tienen las patas muy cortas... ejem, las mentiras tienen la punta mal afilada, por eso se rompen enseguida

Ahora bien, el tema cambia cuando quien miente me refanfinfla o similar. Y actualmente con novedades de adaptación camaleónica. Un compañero de trabajo recién me mintió descarada, intencionada, fea e innecesariamente. Si tuviera algún sentido, le diría: “No me sirve Doña mentira. Puedo, no obstante, tolerarla puntualmente si es inconsciente, aunque no justificarla. No me sirve quienes mienten, no... especialmente si es de todo punto evitable hacerlo. Me sirve menos la hipocresía a la que quien miente recurre a continuación, incluso sabiéndose descubierto. No. No me sirve que me busques, procurando mi conversación, porque te sabes pillado, y te comportes como si nada. Tienes diez años más que yo. ¡O sea! No puedes... ejem, no debes hacerlo así, si es que algo en positivo pretendes cuando me diriges la palabra después de... No me interesa el comadreo chismoso, lo sabes bien. O deberías saberlo a estas alturas. Por favor, no me lo ofrezcas más. De ese modo lo empeoras y ya me costaba antes de... Puedo incluso acceder a que nos comuniquemos, si asumes tu error... tu torpeza, no tu culpa pero sí tu responsabilidad... si me cuentas porqué lo hiciste... te prometo que intentaré ponerme en tu piel. Sin embargo callarás lo que habrías de decir y dirás lo que convendría callases. Sí, lo sé. Me consta que no has mentido a Leve porque sea Leve. Que no es nada personal. Lo has hecho porque funcionas así... en general. Es una de tus herramientas sociales, tu modus operandi. Mientes y no le das importancia. Te da igual. Y una mentira la quieres arreglar con otra, y esta con otra más... así, ad infinitum. Te hablo sin enfado, sin acritud... en serio, pero he de hacerlo para que comprendas algo que, sorprendentemente, no te ha quedado claro considerando lo, valga la redundancia, clara que soy en algunos aspectos; probablemente demasiados. Tengo alergia a la mentira y aún más a la hipocresía. No sirvo para moverme en sus dominios... ¡ni quiero! Es vox pópuli... porque lo digo; así, con todas las letras. No me sirven las relaciones insanas; por más que estas sean profesionales, superficiales, momentáneas... se pueden dar con un mínimo de calidad y de dignidad. Se deben dar. Lo tóxico a cien mil kilómetros a la redonda... de mí. Puedes elegir mentir, sí. Es tu libertad, consciente o no, y no voy a interferir en ella. Del mismo modo puedo y escojo decir no. Porque, después de lo ocurrido, para afirmarme... he de negarte. Y lo hago desde un punto emocional de absoluta tranquilidad. Es así. Concluyendo: ¡Ay... qué mayó estoy pa’ según qué... y según quiénes!”.

Esto sería lo que podría decirle, pero no, porque si hay que ir se va... pero ir pa’ na’... No serviría pues no comprendería absolutamente nada del contenido del mensaje. Ni siquiera en versión resumida: “Me has mentido y a posteriori te comportas con hipocresía. No entro en ese juego”. Pero entonces probablemente él se sentiría mal y aparte se crearía un ambiente tenso, así que, y esta es la novedad, callo. Eso sí... callo alcanzando un grado máximo de alucinancia (que diría el maestro Kunfu Panda) que me convierte en un auténtico levepasmarote que le mira y sonríe, tal que si me hubiera fumado algo... o me hubiera ventilado de un sorbo media botella de bourbon, cada vez que el interfecto me habla (que desde el momento de autos es demasiado a menudo), nombrándome para reclamar mi atención, contándome sus cosas con las que, por cierto, nunca comulgué. Claro, mirarme a los ojos... de soslayo si acaso. ¡Mecachis que no me aguanta el puente que no se llega a crear entre ventanitas de nuestras faces, que no fauces!...

Rictus novedoso de Levepasmarote

Y esa es la cosa... desde hace algo más de un mes, salvo saludarle y tratar los mínimos asuntos laborales que nos obligan a mezclarnos, soy voluntariamente incapaz de articular(le) palabra alguna. Ni mu... tan sólo sonrisa Giocondana y, desde que empieza hasta que acaba de hablarme, le miro situada en mi nube interior mulllidita de... habla trucho que no te escucho... En realidad... en adelante todo serán ventajas. Ni él me aporta, ni yo le aporto. Por ejemplo, cuando me ponga a parir a fulanita, o menganito... no será necesario que le diga: “No quiero que me hables mal de nadie, especialmente si ese nadie/alguien no está presente (no de cuerpo, sino de indicativo :-D)”. Y cuando en una reunión de trabajo me agarre del brazo, medio zarandeándome, tres veces ¡tres! y en menos de cinco minutos me repita con fervor un asunto que nada tiene que ver con el objeto de la reunión me ahorraré un: “¡Basta!... me lo has comentado tres, ¡tres veces seguidas en cero coma...! Y no me cojas...¡carape!”. Ni tampoco tendré que pedirle: “Por favor... por enésima vez, no me eches el humo a la cara”...

Llegada a este punto... con permiso del respetable voy a practicar la postura de brazos en cruz, para, ya metida de lleno en faena, ganar atractivancia (que también diría el maestro Kunfu) y otorgar así mayor poderío a mi nueva pose...

Levepasmarote en su primer entrenamiento oficial

Que digo yo que... a falta de poder levantar el vuelo dejando atrás a aquellos que sólo graznan... va a estar bien el nuevo método pa’ espantar pajarracos ¿no? :-D

(Nota mental: ¡Ay Señó... llévame pronto!)

"No es síntoma de buena salud el estar perfectamente adaptado a una sociedad enferma" (Jiddu Krishnamurti dixit).

“Es preciso –y precioso- caminar con el espíritu ligero y la comprensión abierta para lidiar diariamente con la gente... por aquello de nuestra escandalosa y perfecta imperfecta humanidad. Y que, a la par, se lidie con nosotros de igual manera” (Leve dixit).

Pd. Ya que la perorata ha sido de narices... me voy (¡por fin!) con la música a otra parte :-)...



Aunque casi es más adecuada esta banda sonora :-D…




sábado, 19 de enero de 2013

Dice un refrán: “Lo bueno si breve... ¡no es leve!” (o levecomunicado, 2ª parte)

Ejem... quiero decir un leve-refrán :-)

He de refrescar la memoria a parte de respetable e informar al resto haciendo una ¿pequeña introducción? (como se habrá archicomprobado, salvo que me encuentre en modo suspiro, la capacidad de sinopsis y yo no tenemos el gusto de conocernos... ¿¡Ven!?... de nuevo dando muestra de ello. De lo cual se deduce que “intentaré”... que sea una breve introducción). Esta entrada tiene fundamentalmente un protagonista... dos en realidad. Doña Paca, la señora que me bautizó como la Virgen de la Perpetua Levedad está casada con Indalo. Indalo padece Alzheimer desde hace unos ocho años que, obviamente, progresa a ritmo de almanaque. Cada mañana esperan en la cafetería a que llegue el vehículo que recoge a varios pacientes de la zona, para llevarles a un centro ocupacional de día. Indalo llega, se sienta y se queda como una maceta... minutos y más minutos. U horas si el lugar en cuestión se presta a que permanezca tiempo. A veces se duerme. Otras, mira y no dice nada a quien le habla. En ocasiones contesta. Puntualmente se rebela y refunfuña diciendo que él no va a ningún lado cuando por fin llega el autobús... y a Doña Paca le cuesta lo más grande convencerle, aunque Indalo acaba claudicando.

Hace varios meses llegué y saludé, como de costumbre. Poco después Doña Paca se levantó, se acercó a mi mesa y me dijo:
  • Perdona que te moleste... ¿te puedo dar un beso?
Me sorprendí, aunque sólo un instante, ya que hasta la fecha lo único que habíamos hecho era hablar, pero de inmediato le sonreí a la par que le respondía:
  •  ¿¡Cómo que molestarme!?... ¡Pues claro que sí mujer!
Y mientras me besaba, le besaba, me abrazaba, le abrazaba... añadió:
  • “Es que te quiero...”.
¡¿Eiiinnn?!... La sorpresa, en ese momento, se transformó a superlativa y duró algo más pues palabra de Leonor que no he hecho nada especial, salvo echar un ratillo de charla con ella cuando la veo... y bueno, sí, regalarle una estampita de la Virgen de la Perpetua Levedad, que decía le gustaba muchísimo. Así que me late que va a ser eso... lo que le ha conquistado de mí :-D


Doble, según Doña Paca, en versión religiosa, según la misma Doña, de la mirada y sonrisa de Leve (o estampita de la Virgen de la Perpetua Levedad)

Regresé a mi desayuno y de repente Indalo alzó la voz, mirándome y reclamando mi atención:
  • Indalo.- ¡Eeeeeeehhhh que yo también quiero!
  • Leve.- Por supuesto que sí, hombre... Vamos a estar aquí repartiendo besos y no le va a tocar a usted uno. Lo arreglamos inmediatamente... ¡mua, muaaa! (categoría ósculo sonoro, de ventosa él)...
Cuando nos separamos me devolvió una enooooorrrrrme sonrisa, tan llena de ternura, tan sincera, que... no pude por menos que regresar aquel día a casa más contenta que mi amiga Tenta, pues no sé si sabrá el respetable el regalazo importantísimo que es que un enfermo de Alzheimer te pida que le des un beso. Igual... que si te toca un igual (mínimo), valga la rebuznancia :-)

(Igual.- Dícese del nombre coloquial que un décimo del sorteo de la ONCE recibe en estos lares desde los que escribo y suscribo).

A partir de entonces... cada mañana, cuando llego, saludo a los protagonistas de estas líneas de otro modo:
  • Leve.- Buen día Indalo. ¿Cómo está?
  • Indalo.- Hecho un penco.
  • Leve.- Y yo una penca.
E Indalo sonríe extralaaaarrrrgamente... y se convierte en un niño de cinco años, aunque ya lleve en el planeta setenta y tantos largos...

Algunos días, si tiene más ganas de jugar, o si su ser no siendo se lo permite, desconozco cuál es la razón de que se dé así, continúa...
  • Indalo.- Y yo un toro.
  • Leve.- Y yo una vaca.
  • Indalo.- Y yo un gallo.
  • Leve.- Y yo una gallina.
  • Indalo.- Y yo un caballo.
  • Leve.- Y yo una yegua...
Vamos, que montar el belén no lo montamos, pero la granja...  :-D

Y sonríe... y sonrío... y sonríe de nuevo... y de nuevo sonrío... sucesivamente, a cada propuesta que hace, si le da por ahí. Pero lo que no falla, lo que siempre somos, pero siempre-siempre, es... un penco él, una penca yo. A lo que se fue añadiendo un suma y sigue pues me iba dando permiso para acercarme a medida que transcurrían los días...  primero le puse la mano en el hombro... después una pequeña caricia en su mejilla... penco - penca - mano al hombro - caricia en la mejilla... esa es la secuencia exacta, repetitiva, a la que, intermitentemente, añado un beso.


Primer plano de Penco y Penca

Todos notamos el aprecio... el afecto, el cariño, incluso los que ya desaparecieron en gran medida de sí. Sentirlo es una necesidad humana... se tenga conciencia de ella o no. Y entre Indalo y yo se ha creado un código... un contacto... con tacto, unido a palabras y sonrisas de mirada y boca: nuestro rito diario.

El me domestica... yo le domestico... Lo que no me queda claro es si él es el zorro, yo la principita, o él el principito y yo la zorra (¡ops, cómo suena!). Sea como fuere... Indalo ya no es para mí un muchachito semejante a cien mil muchachitos que pudieran entrar en esa cafetería. Indalo es único en esa cafetería :-)

(Nota mental: mejor me callo que el saludo que me devuelve Doña Paca es “¡Buenos días vida mía!”... ¿no?... Sí, me callo que va a sonar más raro aún que lo de hembra del zorro ;-))

(Nota mental II: ¿Se habrá notado el guiño que le he hecho a Gloria, la fuertes...? “Me gustaría tener una amiga que se llame Tenta. Y estar siempre conTenta” :-))

(Nota mental III: lo esencial es invisible a los ojos, repitió... a fin de acordarse :-))



lunes, 14 de enero de 2013

Levecomunicado

Damas y caballeros, en este presente de indicativo, soy...


¡¡¡ una penca !!!

¿Porque duermo en una cama de faquir?... ¿Porque pienso en verde?... ¿Porque he paseado por una alfombra de erizos?... ¿Porque me he vuelto como el increíble Hulk?... ¿Porque pincho quizás?... :-D

La respuesta, próximamente en sus pantallas...


jueves, 10 de enero de 2013

Wonderland

7:15h de un diez de enero de un año que supersticiosos reconocen como 12+1, pero que a mí me ocasiona un extraño regusto llamar 13. Conduzco hacia mi lugar de trabajo... y ¡zas!, ahí está... colgado del oscuro cielo (que les recuerdo, cuando es de noche, no es negro sino azul marino)... estando sin estar... dejando tras de sí, como de costumbre, tan sólo la estela de su sonrisa... destellando el tercer incisivo derecho maxilar, para que no quepa duda alguna sobre su identidad...


Gato de Cheshire... ¿fuiste tú quien me comió la bloglengua? Y... ¿qué creerá el respetable que el minino de marras dijo sin decir? ¡Ni mu! Digo... ni miau.

Y no me lo creerán... pero, horas después, en la cafetería, un hombre con sombrero, y aspecto de locuelo, tomaba té. Eso sí, en esta versión de la historia, a diferencia de que una reina de corazones pidiese a gritos que me ¡¡¡COOOORTEEEEEEEENNNNNN LA CABEZAAAA!!!, Rafa, el camarero, va y me regala por primera vez, sin que lo esperase, uno tal que así...


¡¡¡pintado de rojo!!!... a saber si por algún naipe de la guardia real.

Bueno, en realidad me ha regalado otro más, cuando ya me marchaba. De modo que, sépanlo, hoy tres... ¡tres corazones! laten dentro de mí (no importa que dos de ellos sean galletas desintegradas en la gruta del yeyuno pues, en esencia, lo que é... é).

Para que luego se diga que no hay maravillas... cada día... por doquier. ¡Ah!... tengan ustedes un feliz-feliz-feliz no-cumpleaños, faltaría ;-)

(Nota mental: dio de sí una luna lunera cascabelera y tempranera. Quizás también Doña Coti se despereza... o el balancín de mi imaginación, vuelve a mecerse).


domingo, 6 de enero de 2013

En el día más especial para los peques...

una especialidad que debemos (re)aprender de ellos...




martes, 1 de enero de 2013

...doonng... doonnggg...dooongggg...dooonngg...

dooongggg...


¡¡¡Felices oportunidades!!! ;-)...