lunes, 31 de enero de 2011

Desmontando mitos (o sobre el heló)

Dice una canción que para hacer bien el amor hay que venir al Sur y oigan, sin considerar que en estas latitudes se tenga la exclusiva para realizar el menester como es debido, no me atreveré a desmentirlo. Por otra parte cuenta la leyenda que en el Sur no hace frío. Y sí… pero no.

En un periódico local José Fernández escribió recientemente... “El frío es lo que se supera con ropa o calefacción, mientras que el helor es un estado a mitad de camino entre lo climatológico y lo emocional que comienza cuando uno mira al mar y en el punto donde se une con el cielo se barrunta un estornudo ambiental. En ese momento, una especie de sensación húmeda y viscosa empieza a subir del suelo y te abraza como un sudario patrocinado por Pescanova: ahí está el helor almeriense en toda su refrigerante denominación de origen, tal como lo estamos sufriendo estos días.

Y por supuesto, abandone toda esperanza de combatirlo forrándose de anoraks o enroscándose vistosas bufandas. Una vez que el helor te atrapa, no hay manera de escapar de él.


Es como cuando le dicen a alguien que su nombre aparece en la parte mollar y aún no desvelada del caso Poniente. Pero eso no es helor; eso es quedarse cuajado”.

No me he podido resistir a añadir también el párrafo final, sólo comprensible para lugareños de Almerialópolis y/o residentes. Donde dice “Caso Poniente”, léase en realidad: “Caso de presunta corrupción del alcalde de un municipio de la provincia en compañía de presuntos amiguetes que, presuntamente, tenían un presunto amor desmedido por las arcas públicas (ejem, su contenido) y sin presunción alguna fueron acaudalando patrimonios del copón, caídos del presunto cielo". Caso este del cual apenas hace unos días se abrió el sumario y, entre sus cienes y cienes de folios, se leían lindezas como, por ejemplo, que la empresa x, adjudicataria de taytantos servicios del ayuntamiento, limpiaba determinado pabellón de deportes 33 horas al día, durante los 365 días del año y, obvio, en función del tiempo empleado así se facturaba; 366 si es bisiesto, naturalmente. Sí, sí... 33 horas, ha leído bien el respetable.

Recapitulando sobre el tema principal y apartada ya del desvío... aquí, raramente se escuchará a un almeriense decir: “¡Qué frío!”, ya que habitualmente la expresión que se oye es: “¡Qué heló!” (“¡qué helor!” en español). Palabras estas que parecen venir de serie en cada neonato y me atrevo a decir que antes que “ajjjooo”, “papá” o “mamá”, lo que el bebé suelta por su boquita es: “heló”.

Efectivamente Almería goza de tropecientas horas de sol/luz al año peeeeeeeeeero, los meses invernales también se hacen notar en estos lares. Y si bien las temperaturas no bajan como en otros puntos de la península, unos 10 ºC provocan una sensación térmica de aproximadamente 4 ºC en días de intenso heló. Mismamente hoy.

Doy fe de que es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Porque en esta tierra el concepto “calefacción central”... ¿eso qué é lo que é? (también pronunciación autóctona). Y cuanto más al Norte esté dirigida la construcción de que se trate... más heló se sentirá en ella. Y cuanto más deteriorado sea su estado (véanse algunos centros de trabajo, como el de quien suscribe), lógicamente más heló, que siendo absolutamente fiel a la pronunciación oriunda quedaría en un... “má heló”. En resumidas cuentas... como en el Sur supuestamente no hace frío (heló si se trata de Almería, insisto), en general las casas, edificaciones... no están acondicionadas. ¿Pa’ qué? Con un canto en los dientes hay que darse porque existen aparatos de aire acondicionado con bomba de calor; o estufas y radiadores móviles en su defecto. Hasta la experta...


lo indica bien clarito con sus predicciones meteorológicas...


A resultas, puede ocurrir que un hombre natural de la meseta castellana, tras muchos años viviendo en esta ciudad, finalmente optara por regresar a su lugar de origen. Decía, con sabiduría avalada por la experiencia, que efectivamente era un placer salir en Almería una mañana de invierno porque esa hora que estaba en la calle, bajo el sol, casi le sabía a primavera. Pero que las 23 restantes las tenía que pasar con el heló como compañía perenne; bien en su hogar, bien en su despacho. Mientras que en Segovia pasaba una hora de frío en la calle, pero 23 a una temperatura adecuada encontrándose a cubierto. Y también daba fe... que para algo su profesión es la de notario :-D

Pues eso.


Pd. También se dice, se comenta, se rumorea que en Segovia hay nueve meses de invierno y tres de infierno.
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5 comentarios:

  1. Jaja, estás hoy guasona, pero guasonaaa... ¿ééé, o no ééé?

    Si Mónica dice que hace heló, es que lo hace.. que es la única chica del tiempo que acierta siempre :-)

    (ejem.. "¿helor?".. pronunciar esa palabra debe ser un acto denunciable, por maltrato al diccionario; maremía)

    Anda, muhé almeriensis, no te quejes de frío... que eso es como si uno del caso Poniente se queja de pobre. Por cierto, creo que las baldosas de la calle también las compraban baratas..

    No te negaré que las casas andaluzas son desapacibles en invierno.. pero no veas lo que pica en el bolsillo la calefacción central. No se pué tener tó.

    Te mando un cálido abrazo.

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  2. Desapacibles dice... Víctor, tan diplomático como siempre, je.

    ¡Recibido!... y agradecido.

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  3. ¡Ah!... y muy mona, Moni. Parece la Esther Williams de la meteorología televisiva... ¡cómo se mueve!

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  4. Eso de Esther Williams mejor guárdatelo para ti misma, sirenoide.. :-)

    Qué.. ¿has empezado ya la temporada de baños marinos, con el calorcillo de estos días? (hoy hemos llegado aquí a los 16ºC, nada menos.. primer día del año que he salido de casa sin abrigo)

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  5. No, no... yo me guardo la capitanía de las que hicieron zozobrar al mismísimo Ulises, je.

    ¿Me vas a negar las elegantes brazadas que Moni da sobre el Mediterráneo, el Cantábrico, el Altántico...?

    ¿Baños?... Salvo que quieras que fenezca cual cubito, te adelantas pelín. Pa' hacer eso hay que ser un fortote del Norte. Lo que sí hago es posponer la retirada cada temporada. Es decir... prolongarlos mucho. Pero es que no es lo mismo, muchacho, je.

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