Quizás porque hacía tiempo que no ocurría como cotidianeidad en mi existencia, me acostumbré pronto a recibir tu tierno saludo cada mañana. Siempre eras el primero. El primero que, además, ha ido inaugurando el hecho de que cada nuevo día se transforme en una certeza para la alegría. Casi había olvidado ese tipo de complicidad con alguien del sexo opuesto, pero tú de nuevo la trajiste a mi vida.
Apareciste por sorpresa, con esa mirada tan pura, tan limpia que... si sólo se enfocase la atención visual en tus ojos, se te podría confundir con un adolescente. Al principio te mostraste algo distante... me costó llegar a ti, pero tampoco yo te lo puse fácil. Hablábamos sin llegar a entendernos... empleando cada cual su propio idioma; sin dar el brazo a torcer en pos de la comunicación que parecía resistírsenos. Y poco a poco nos aproximamos... sin querer queriendo, hasta que se desmoronó ese muro pétreo que nos separaba, y el miedo, el tuyo y el mío, cayó por tierra.
Llegaron los susurros... y el tacto. La primera vez que me rozaste mi cuerpo vibró. La primera vez que te acaricié... tu piel se erizó; lo percibí instantáneamente. Inevitable atracción. De repente... conjugar en plural, no en singular. Nosotros.
Lo nuestro iba tan bien... pero tan bien... y sin embargo...
Tal y como se iba desarrollando la relación creía que encajábamos, que estábamos construyendo algo... algo verdadero y hermoso. Me equivoqué. El lunes pasado no diste señales de vida. Ni el martes. Ni el miércoles. Ni el jueves. Ni el viernes. Ni el sábado. Ni el domingo. Ni el nuevo lunes. Ni el nuevo martes. Ni el nuevo miércoles... ¡Desaparecido! Te llamé una y otra vez pero tu respuesta fue el silencio absoluto. Temí lo peor: ¡Algo terrible te debió ocurrir!
Primera posibilidad: ¡Te atropelló un coche! Segunda: ¡Una pandilla de atracadores de bancos te tomó como rehén. Perseguidos por la policía lograsteis escapar, pero provocaste un accidente. Cuando recuperaste el conocimiento, no recordabas nada. Un ex convicto que pasaba por allí te recogió en auto stop y, tomándote por un fugitivo, te escondió en un contenedor destinado a Estambul. Allí te topaste con un grupo talibán afgano que te propuso acompañarte para volar unas cabezas de misiles soviéticos, pero vuestro camión chocó con una mina en la frontera del Tayiikistán. Sólo sobreviviste tú y acogido en una aldea de montañeses te convertiste en militante muyahidín!... No, las malas noticias corren como la pólvora y me hubieran explotado en la cara. Pregunté a tu madre y no supo, o no quiso, decirme de ti. De modo que tercera posibilidad y la repeor: ¡Estás con otra y has decidido romper lo nuestro por lo (in)sano! Y yo, que de celosa tengo cero, me veo pensando en semejante opción como hecho real, muy real, rozando el patetismo (¡a mi edad!), sintiéndome un auténtico juguete roto. Patética y... ¡peripatética! Tiene guasa que hoy, 14 de febrero, haya descubierto la verdad.
Ahora... que ya sé que no te han secuestrado, que no agonizas en un hospital, que no estás comiendo sopa de remolacha ni llevas un tiesto horrible por sombrero en vaya usted a saber qué lugar de Asia central, que la razón de tu repentina ausencia efectivamente es que andabas en otros brazos femeninos... sólo me resta por decirte: ¿¡Cómo te has podido largar a la francesa!?... ¿¡Acaso no sabes que no quiero a mi lado a quien no desee estar!?... ¡Me has utilizado!... Disparo en pleno centro de mi pecho.... ¡baaaangggg!
¡Ah!... y también ¡¡¡traidor de la pradera (e hijo de la gran chingada)!!!, que sea la última vez que te vas de picos pardos sin avisar, ¡hombre!...
¡Digo gato!
Damas y caballeros les presento a Andreito, minino adoptado en los jardines (ejem, selva amazónica quiero decir) del castillo de la familia Adams (¿o es Mordor?), más popularmente conocido como: mi centro de trabajo.
Damas y caballeros les presento a Andreito, minino adoptado en los jardines (ejem, selva amazónica quiero decir) del castillo de la familia Adams (¿o es Mordor?), más popularmente conocido como: mi centro de trabajo.
El caso es que por más que haya estado de ligoteo por ahí... hoy ha regresado. Naturalmente con el rabo entre las piernas. ¡Qué menos! O los rabos, para ser exacta. Ejem, ejem... gata callejera versus leona (que por algo nací en agosto y gasto melena que pa’ qué)... ¡no hay color! :-D
Nota mental I: bueno... eso y que soy yo quien le echa de comer cada mañanita, nada más llegar. Y claro... ¡me quiere muuuuucho! (a ver, es gato... pero no tonto).
Nota mental II: bueno... eso y que, en paralelo, soy yo quien le da su primera dosis de cariño tempranero y zalamero (a ver, es gato... pero no tonto).
Nota mental III: bueno... es que soy la que antes aparece por allí y claro... (a ver, es gato... pero no tonto).
Nota mental IV: menuda horterada ponerle Andreito (en honor a un compañero llamado Andrés, aunque no fue él). No hay mejor nombre para un gato que Garabato. ¡Que no hay otro!... si es macho, claro. Las posibilidades aumentan en caso de hembra.
Nota mental VI: ¿Se habrá notado el guiño (guiñazo) al fabuloso mundo de Amélie? :-)...
Pd. Los padres adoptivos (Andrés et moi) estamos muy contentos porque ya pensábamos en las exequias a su memoria. Claro que en el peor de los casos... ¡le quedarían aún seis vidas! Sin embargo hay algo en lo que no estamos de acuerdo, respecto a su educación. Considero que está cogiendo peso de más. Que tenemos que incitarle al deporte e incluso ponerle a dieta porque es un tragón. Su padre, en cambio, piensa que come lo que tiene que comer. Veremos si no se transforma en este...
Pd. 2. Blanca (la acabo de bautizar, porque tal que así es su color) es la madre biológica de Andreíto y ligera de cascos que pa’ qué, aunque con la prudencia (en lo que se refiere al ser humano) desarrollada en grado hipermegasuperlativo. Un día, de hace aproximadamente un año y medio, en no sé qué parto porque lleva tropecientos, se cobijó en los jardines, ejem... en la selva de Mordor en pleno alumbramiento y... esa es la razón de que el lindo gatito sea parte de la familia. Ella es como el Guadiana... aparece y desaparece. Ultimamente confía bastante en Andrés y en quien suscribe, permitiéndonos acercarnos a medio metro de distancia (muchos meses nos ha costado que nos dé el visto bueno pues salía por piernas, digo por patas, tal que si le hubiesen prendido un cohete en sus traseras en cuanto oteaba a persona alguna)... para echarle pienso (a ver, es gata... pero no tonta).
P.d. 3. Y no sé si están desarrollando una relación incestuosa, la verdad... tengo dudas sobre el asunto porque Andreito está en plena efervescencia sexual. De ser así va a tenerlo difícil porque... las criaturas de su linaje serían hermanos e hijos a la par. ¡Dioses del Olimpo! Qué complicado dirigirse a ellos, ¿no?... “Hijohermano mío, ven que te voy a enseñar a cazar ratones”... Claro que la prole tampoco lo tiene fácil: “Hermanopadre... ¿nos vamos esta noche a ronronear de tejado en tejado y a ligarnos a unas gachís?”...
¡Así son todos los gatos!, lo bueno es que ya recapacitó y regresó al buen camino. Me gustan sus ojitos orientales aunque yo nunca he sido muy aficionada a los gatos porque me dan alergia.
ResponderEliminarBien, pues ojalá esa relación vaya mejor, ya nos contarás más adelante como van.
¡Abrazo amiga!
Myriam... nuestra relación va viento en popa a toda vela. Tanto que, cada mañana, ya no me espera en la puerta del laboratorio sino que... ¡viene a recogerme al aparcamiento! Mientras quito el contacto, miro por el retrovisor y ya le veo cual guepardo en plena sabana corriendo hacia donde estoy jeje,,, no sabe na’ el gachó.
EliminarRecojo ese abrazo y lo lanzo cual boomerang :-)
Los gatos son felinos felices, valga la redundancia.
ResponderEliminarNota mental I: Entonces, ¿los humanos somos mamíferos mamones?
Amkiel... ¿mamones? Esteeeeeee... Respuesta mental: ¡SI!
Eliminar¡Qué suerte trabajar en un castillo con frontosos jardines, donde ocurren tan fabulosas aventuras! :-)
ResponderEliminarHola musa mía :d
EliminarAdiós musa mía :d
Vigila, si te sonríe.. Estarás perdida.
ResponderEliminarEs imposible ser un ligón y llamarse Andreito, seguro que impresiona a sus novias diciendoles que se llama Garabato.
(f)
Mon... Andreíto Garabato es un gato muuuuuy serio, así que sospecho seguirá sin sonreír siquiera. Pero total... a mí ya me ha ligao’ de modo que... ¡perdida y reperdida estoy! x-)
EliminarSi es que las despedidas son siempre tan difíciles... uno nunca sabe cómo acertar. Me ha encantado esta entrada y me gustaría quedarme por aquí, pero no encuentro el botoncito para seguirte...
ResponderEliminarGracias Rita... cierto es que las despedidas son difíciles, pero también significan la antesala de una nueva bienvenida.
EliminarEl levepaís no tiene botón de seguidores, pero me late que la red no es como el bosque de pulgarcito y que aquí, a poco que se coloquen bien las miguitas de pan para reencontrar el camino, no se las comen los pájaros.
¡Ah!, me recuerdas la mejor amiga de Esther ;-)
Como el conejito de mi cuento... ¡llego tarde-llego tarde-llego tarde!... ¡perdón-perdón!
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