miércoles, 3 de diciembre de 2008

Frío

Hay mañanas que amanecen frías, intensamente frías.

Me basta con extender el brazo derecho para descorrer la cortina y ver el parque que hay enfrente. Es temprano y la humedad de la madrugada con seguridad ha empapado por completo la superficie de los bancos.

Salvo un hombre, nadie más se ve. Un hombre de raza negra, sentado sobre unos papeles de periódico que intentan hacer las veces de impermeable. Sólo él, los bancos, los árboles, las farolas y el césped.

Me pregunto si habrá conseguido plaza la pasada noche en el albergue que hay en las inmediaciones. Si no fue así, la única opción probable para huir de la intemperie absoluta habrá sido dormir en los aparcamientos techados que hay bajo el parque... ¿En un colchón de cartón?

Ahí está, acompañado únicamente por su soledad, con los ojos fijos en la nada y las manos en los bolsillos -posiblemente vacíos de ganas- de un chaquetón que no tiene pinta de abrigar mucho. Un gorro le cubre la cabeza. Y me cala los huesos el frío que a él parece no afectarle, quizás porque ya está de sobra acostumbrado a la gelidez.

¿Qué pensará al proyectar su mirada que parece perderse en ningún punto concreto?... ¿Recordará a seres queridos que dejó en su lugar de origen cuando partió en busca de un sueño?... ¿Llegaría en patera?... ¿Cuándo le abrazó alguien por última vez?... ¿Le abrazó alguien una primera o última vez?... ¿Qué sentirá en este momento?... ¿Qué sentirá en otros?... ¿Qué sentirá siempre? No sé si es producto de mi imaginación, pero hasta casi me parece verle escarcha en la piel. ¿O será que la de su corazón es de tal calibre, que traspasa con fuerza su epidermis y allí se instala a la espera de que la salida del sol la derrita?
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Miro al techo que me cobija. Es extenso, tan extenso que albergaría con holgura a varios como él. Un techo que cuadricula un hogar cálido, con orientación Sur, que ni precisa calefacción extra para sentirse cómodo ¡Se librarían del frío! ¿Un plato caliente de comida? ¿Cuartos de baño en los que poder asearse? Pero no puedo ofrecérselo, no puedo brindarle ni a él, ni a tantos como él o en circunstancias similares, la panacea que solucione su difícil realidad. Pienso entonces rebeldemente en la justicia, en la utopía... ¿Por qué te alejas tanto en ese, tu horizonte que se hace inalcanzable? Quisiera gritar en este momento un montón de palabras mal sonantes. Estoy furiosa, creo, pero al mismo tiempo volviendo a reconocer mi enorme privilegio. ¡Estoy de tantas maneras en este instante... !

Pasan los minutos... ¿las horas? y sentado está un hombre. Un hombre negro. Sobre un banco mojado. Apenas se mueve. ¿Es un ser humano o una estatua? ¿Cuántos hemos reparado en su presencia? ¿Cuántos?

Hay mañanas en que algunos cuerpos amanecen fríos, muy fríos.
Hay mañanas en que, también, a algunos, de ver a hombres como ese, sentados en un banco mojado... se nos congela el alma.

Y no sé por qué, pero de repente me ha invadido uno de los cuentos preferidos de mi niñez, que leía y releía, aunque siempre me acabara poniendo triste: “El príncipe feliz”... y su leal golondrina.

Vaya... no sé si llueve o lo que cae es una lágrima.
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2 comentarios:

  1. Leve...
    Me has recordado una cosa que me sucedía muchas mañanas.
    Es curioso, porque en el fondo sabemos que "tal y como es la vida y nos la han enseñado" no lo vamos a hacer.
    Pero muchas mañanas cuando salía de casa... es raro hasta decirlo... pero cuando salía de casa... calculaba cuanta gente podía dormir echada en el suelo del pasillo.
    Es verdad... pensaba cuanta gente podía rpovechar es trozo de suelo caliente que no se utliza para nada.
    Sé que para estas cosa falta valor... y nos han enseñado y sabemos que es difícil, hasta poco recomendable... es muy complicado.
    Pero muchas mañanas salía de casa pensando que en ese espacio baldío... podían dormir creo que hasta ocho.
    Y lo que me jode realmente es que encima luego ibas al curro... y te encontrabas con gente que lo tiene "todo" y en el fondo no tienen nada y son unos infelices que se quejan de todo.
    Que lo único que tienen es dinero... y un poso de insatisfación inmenso.
    Como dices tú... en el fondo somos un privilegidos... tanto que al final acabamos no dándonos cuenta de nuestra situación de afortunados.

    Un saludo.
    Y... por aquí... lleva un mes lloviendo sin parar...
    Será para disimular muchas lágrimas.

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  2. En cambio yo nunca me planteé lo de los pasillos, sin embargo una vez, en mi antigua casa me ocurrió algo que viene a colación. Por aquello de que tengo talante deportista no uso ascensores, así que bajaba al garaje por las escaleras. Para acceder al mismo, apenas había un cuadrado que permitía abrir la puerta y poco más. Una mañana de invierno me encontré con un bulto tapado por una manta que tenía la pinta de ser una persona. Después del susto, pues no esperaba semejante hallazgo, le pude ver la cara y comprobé que era una toxicómana que conocía de vista. Se medio movía así que estaba viva. Intenté no despertarla, porque no sólo no me molestaba allí su presencia sino que me provocaba compasión. Pensé que ... si había llegado hasta allí, aquella noche debió ser muy fría y la obligó a cobijarse donde pudo. No la volví a encontrar. Bastante tienen con lo que tienen los ... “sin techo”. Aunque sí debo reconocer que ... si hubiera dejado aquel espacio hecho una porquería no sólo me hubiera molestado sino incluso cabreado.

    Nisu ... ya no es que “nos hayan enseñado que la vida es como es”. Es que, de momento, "es como es" (mal que nos pese), lo que no impide que se pueda ir cambiando, aunque sea pasito a pasito, lentamente. Hoy por hoy resulta en efecto complicado y poco recomendable “dar cobijo” de manera personalizada. Sin ir más lejos, mi hermano acogió a unos cuantos y salió mal parado. Afortunadamente no en su integridad física pero sí le robaron, casi le echan a él de su casa etc ... y obviamente, como en casi todo, acaban pagando justos por pecadores: que pensamos que todos o casi todos son potencialmente un peligro. Porque la realidad es que ... es así. Muchos, por no decir todos, están enfermos por drogas, por alcohol, por tantos años en la calle, por enfermedades mentales, por ... y lamentablemente también la mayoría son irrecuperables pues se han convertido en “semipersonas”, y confío comprendas que no empleo ese término en tono despectivo. He podido comprobar, por mí misma, que una gran mayoría se comportan con tiranía, exigiendo sólo derechos pero no asumiendo –en sus enfermedades o inconsciencia- ni el menor deber. Y obviamente esto no puede ser ni con ellos, ni con el resto. La convivencia digna y equilibrada exige tanto de lo uno como de lo otro.

    Por tanto es perfectamente comprensible que falte valor. Al menos en lo que se refiere a literalmente una frase que viene que ni pintada dadas las fechas que se avecinan, y que sí empleo con toda la sorna posible: “En navidad, siente un pobre a su mesa a comer”.

    De lo que se trata es de que, a nivel de administraciones, se creen mecanismos que intenten, sino subsanar estas situaciones al menos paliarlas. Y en lo que atañe a los ciudadanos de a pie ... pues también hay otras opciones para contribuir a que, en la medida de lo posible, las diferencias no sean tan grandes; que cada cual elija la suya si es que alguna ha de escoger. Pero ... con no ir jodiendo a quien se tiene al lado, ya se hace bastante bien en el mundo, opino yo. Porque por lo menos no se aumenta el mal, que ya sobra por toneladas. Aunque claro ... la conciencia ha de estar consciente, y esa, creo yo, es la gran asignatura pendiente de la humanidad.

    Y no es ya que seamos privilegiados en el fondo, sino también en la superficie. Aunque ... ¿acaso lo uno no va ligado a lo otro?

    Por cierto, soy partidaria de las lágrimas, tanto de las que parten de la belleza como de las que nacen del dolor pues nos lavan y alivian el alma. Pero si a otros les cansan los ojos ... que cesen cuanto antes, así como las que caen del cielo.

    Un saludillo sureño.

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