sábado, 6 de noviembre de 2010

De repente...

De repente comienza un nuevo día...

De repente abres la ventana y te topas con un ejército de pájaros que se mueven al unísono, misteriosos en la perfección de su sincronía, veloces como el rayo en los cambios de dirección, como si un pincel gigante diera trazos certeros con que pintar en el lienzo del amanecer...

De repente el aire se vuelve frío pero su temperatura sacude y despeja los sentires, que como marmotas dormitaban su propia pereza en espera de una nueva primavera...

De repente el sol invisible también reside en cielos grises y mares con superficie de mercurio...

De repente la nota de un violín que invade la estancia, recuerda que la música comienza en el instante en que el árbol regala su madera al instrumento... y a ti...

De repente la lluvia externa seca las inundaciones del interior...

De repente renuncias a otra forma verbal que no sea el infinitivo: reír, cantar, saltar, transformar, llorar, silbar, respetar, tararear, crear, respirar, construir... reconstruir, amar, ser... porque así se concede una oportunidad a la permanencia de su acción constante... a la dilatación de su tiempo...

De repente en el camino en que parecías perderte, una luz inesperada te guía de nuevo en la misma ruta para que te encuentres...


De repente crecen plantas en el desierto...

De repente las nubes forjan un puente esponjosamente sólido que lleva al otro lado del infinito...

De repente confirmas que el fuego que no arde con fuerza, no dejará por ello de ser brasa benefactora...

De repente el sendero se llena de flores que componen una alfombra mullida, aunque sus orillas permanezcan escarpadas y pedregosas…

De repente el horizonte se acerca hasta casi rozarlo si tu mirada se vuelve oblicua...

De repente mueres en la noche y resucitas en la mañana...

De repente despiertas con la certeza de que continuar soñando es salvarse...

De repente si te desnudas hasta el alma, el resto se viste de hermosura... y se reviste...

De repente hay veces en que la belleza es tanta, pero tanta, que sientes que el corazón puede estallar si la sigues contemplando...

Y de repente redescubres que la vida, siempre, está llena de repentes...


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3 comentarios:

  1. Pues.. ¡enhorabuena por el nuevo día! No hay nada como un buen amanecer :-)

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  2. Si claro, de repente algunas cosas pasan y debemos sentirnos afortunados de que nos sucedan.

    Que bueno que sean cosas positivas y que te sientas muy bien.

    Besos.

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  3. Gracias Víctor. Y ya lo dice la linda tonada que suena ahorita por aquí... buenos amaneceres, hay de muchos tipos... ¡que incluso también son ocasos!


    Myriam... diría que ciertas cosas lindas ocurren siempre, pero por unas u otras razones nos pasan desaparcibidas. Bueno es, pues, celebrarlo cuando tengamos conciencia de ellas.

    ¡Mua!

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