para bajarse del carro de la amarga realidad.
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Yo no entiendo casi nada y me muevo torpemente, pero el espacio es hermoso, silencioso, perfecto. Yo no entiendo casi nada, pero comparto el azul, el amarillo y el viento. La tarde avanza lentamente, y yo mirando quiero ver. (Eduardo Chillida)
Pero el decimoquinto: http://goo.gl/zFgR5
ResponderEliminarY tanto que sí.... ¡cómo está el patio!
ResponderEliminarAmkiel... ¡pero pero!
ResponderEliminarVíctor... el patio, la cocina, el salón, el baño, el despacho... el dormitorio (que se lo digan al ex jefe del FIM)... :-S
Tener una dulce fantasía es una gran tentación, sólo hay que arriesgarse a que en una de esas se nos rompa el hilo de la cometa y vayamos a dar con toda nuestra humanidad al suelo... pero a veces hasta eso vale la pena.
ResponderEliminarEn ese pájaro estaba pensando, jaja..
ResponderEliminarMyriam... dicen por ahí que el único riesgo en la vida es no arriesgar. Lo difícil es ser certero en la apuesta que se haga. Claro que también hay apuestas... y apuestas.
ResponderEliminarVíctor... ¡pío-pío!... ¿que él si ha sido?