lunes, 28 de abril de 2008

Se fue

Es sorprendente el hecho de que gente con la que jamás te has cruzado pueda dejar una profunda huella. No me refiero a grandes literatos, filósofos, científicos... sino a gente corriente, de carne y hueso. Por ejemplo un vecino, la tendera de la frutería, el albañil que trabaja en la construcción que edifican frente a tu casa... Eso me ha pasado recientemente con Carlos Cristos, alguien a quien referí en una entrada anterior.

Su personalidad y actitud ante la enfermedad me impactaron hasta el punto de que días después de haber visto el documental “Las alas de la vida” -y de tener conocimiento de la existencia de este hombre-, me encontré navegando por la red para intentar saber un poquito más sobre él... sobre “su obra”. Así fue como llegué a la web de la productora, en la que se invitaba a los espectadores que visionamos la película en “Versión española” –con gran éxito de audiencia en su proyección- a que hiciésemos comentarios si lo deseábamos, al mismo tiempo que daban muestra de su agradecimiento por el interés. Eso mismo hice, agradecer espontáneamente de nuevo, tanto a la productora y resto de implicados en el proyecto como al protagonista, con ánimo de rehomenajear. Y sucedió que apenas unas horas después de remitir el correo a “Gorgos films...

Esta mañana desayunaba en una cafetería mientras ojeaba (u hojeaba, a escoger) un periódico. Me topé con una fotografía que me hizo detenerme con cierta extrañeza pues se trataba de un diario local: “¡Pero si es Carlos Cristos tocando la guitarra!





Antes de leer el texto que acompañaba a la imagen, presagiando lo peor miré al margen superior izquierdo donde algo resaltaba, en busca de una rápida respuesta a la razón de su presencia en una publicación de mi pequeña ciudad. Allí rezaba en negrita: “Obituarios”.

Leer esa palabra supuso que una nube de tristeza lloviera sobre mi cabeza y me empapara hasta calarme los huesos, como si realmente tuviera un vínculo afectivo con el difunto y hubiese sido cortado de cuajo. Y no, no tuve semejante sentimiento por idealismo sino por empatía, por reconocimiento de un ser humano muy válido que se ausentaba de manera permanente contra su voluntad, y por respeto a su vida ... a su muerte.

Más tarde una compañera de trabajo llegó con un periódico de tirada nacional donde busqué un nombre y apellido concretos. Encontré un titular, también acompañado por una fotografía: “Carlos Cristos, médico que mostró su lucha en pantalla”.

Y no me queda otra opción que añadir, pues lo considero perentorio en este instante, una posdata a aquella, mi carta dirigida a ti...

Miro tu última imagen publicada en “El país”, un primer plano sonriente, y... ¿qué dirás que veo? Veo el rostro de una buena persona. O mejor dicho, veo la expresión de alguien que ante todo ha intentado ser persona... lográndolo. Y sucede que te has ido... ya. Dicen que lo hiciste con la serenidad y sosiego que siempre deseaste para los demás. Me reconforta saber que ha sido así; por ti y por tu gente. De hecho, que tu partida haya sido de ese modo calma el punto de rebeldía que me provoca saber que alguien con un talante estupendo, repleto de posibilidades y cosas por hacer, fallezca tan joven... tan injustamente. ¡Vaya!... mi escandalosa humanidad me traiciona. Mejor pongo en práctica parte de tus enseñanzas restando dramatismo a la muerte, que tan natural es como la propia vida; me consta, mucho... pero esa es otra historia. Sólo tenías 51 años sí, pero al menos... ¡qué bien bailados fueron!



Descansa en paz, Carlos Cristos, y aunque en este tiempo soy particularmente escéptica no puedo despedirme sino dejando un... que Dios te bendiga, donde quiera y como quiera que estés.
.

viernes, 25 de abril de 2008

(auto) Retrato

Por si alguien asomara –o asomase- dejo una muestra del buen gusto que tengo pa’ vestir; que en el avatar no se aprecia de puro chiquita que salgo.
.
La modelo luce un vestido llamado: “Antesala primaveral”. Diseño emergente y clara tendencia naif, clave en su falda acampanada (de uso polivalente ya que sirve como paracaídas; en distancias cortas, naturalmente), con sorpresa floral incorporada y por ende aromática. Inspirada paleta cromática que resulta un lujo no sólo para la vista sino también para el olfato. Y, por si fuera poco, cumple la regla de la triple “b”: bueno, bonito, barato. Un chollo vaya.

Retratada por alguien que paradójicamente nunca se cruzó conmigo. Tal vez, después de todo, no estemos tan lejos los unos de los otros... aún no habiéndonos rozado siquiera en alguna ocasión (me suena y resuena a que algo similarmente similar ya apunté por aquí. No importa, repetimossssssss).

Al autor, o autora, de la imagen le digo: gracias por saber mirar... para ver.
.

jueves, 24 de abril de 2008

Frente a frente

De nuevo conduciendo camino del trabajo. Cuando falta poco para llegar, giro y dejo a Don mar a mi espalda, tan estático que parece más una pista de patinaje sobre hielo que agua en estado líquido. Y les descubro, frente a frente, a la misma altura ... en línea, mirándose fijamente, como reconociéndose ante un espejo.

A la derecha el astro rey, recién levantado de su nocturno descanso, luciendo orgulloso su brillo dorado. A la izquierda ella, osada dama de plata desafiando al día, ese pedazo de tiempo que no le corresponde ocupar. Bajo ellos la tierra ... ¿ejerciendo quizás de celestina?

Los eternos amantes se saludan, en la distancia, silenciosos, tan lejanos y cercanos a la par ... pensando tal vez lo fácil que resultaría alcanzarse de una zancada si su destino individual hubiera sido otro. Lamentando con melancolía, una vez más, la imposibilidad del añorado y quimérico encuentro. ¿Un sueño? Al parecer, condenados a una separación perpetua.

¿Perpetua ... imposibilidad? ... Lo posible pregunta a lo imposible: ¿dónde vives tú? En los sueños de los que CREEN, dice una respuesta.

Habrá pues que seguir esperando al próximo eclipse ... para volver a abrazarse, a besarse, a fundirse ... a vivirse en unión alcanzando el éxtasis. Habrá que vestirse de paciencia.

Y mientras ellos, sol y luna amanecen, mi alma se despereza por descubrir cositas tan bonitas ... ¡uaaaahhhhhhhmmmm ... qué gustazo sentir cómo se estira en su kilométrica inmensidad!

.

martes, 22 de abril de 2008

Confesiones

Confieso ser una novata en el paraje ¿bloguero?

Confieso no saber siquiera la verdadera razón de la existencia de este blog ... aún.

Confieso que si bien no me gusta emplear habitualmente adjetivos y pronombres posesivos ... mi, tu, su, lo vuestro, el suyo (“nuestro” es una excepción sobre la que tal vez matice en otro momento), poder decir “mi” blog en el presente me agrada sobremanera.

Confieso no obstante que “blog” no me suena bien, probablemente por mi costumbre de atender a la musicalidad de las palabras. Y ”blog” ... no sé, como que se ahoga en la garganta ... como que al pronunciarla se guillotina; sí, definitivamente muy gutural para mi gusto.

Confieso que estoy deseando aprender a insertar vídeos made in youtube. Confieso que, aún deseándolo, no he tenido oportunidad de ponerme a aprender a insertar vídeos made in youtube. O mejor dicho, no he elegido tenerla ... todavía.

Confieso que, aún en mi ignorancia bloguera, sé (creo saber si acaso) que el apartado “comentarios” es el destinado a apuntes relativos a las entradas –si es que procediesen-, tanto por parte de hipotéticos visitantes como posibles respuestas del bloguero-a a los mismos.

Confieso que, conociendo ese detalle, me lo salto alevosamente a la torera porque me apetece agradecer -en primera plana- que el satélite artificial que inauguró la carrera espacial haya tenido la gentileza de dejar unas palabritas en mi rincón. Gracias pues, Sputnik, por ser el primer visitante que ha orbitado en torno a mi ... mi ... mi ... mi (¡caray, cómo me gusta la posesión en este caso!) blog.

Confieso que estas confesiones no resultarán interesantes pero, al fin y al cabo, confesables confesiones son. Las otras, las inconfesables, mejor dejarlas a buen recaudo, en el cajón que reza “Top secret” ... al menos por el momento.

Confieso que con absoluta fruición de mi parte peco a menudo recurriendo a la redundancia. Y aunque algún lingüista pidiera mi cabeza por mancillar la escritura de semejante manera, me seguiré siendo fiel ... por los siglos de los siglos, amén.

Confieso que va siendo hora de dejar de confesar.
.
Pd. Y una flor para el orbitador. Flor confesa por supuesto.

.

sábado, 19 de abril de 2008

Las alas de la vida

Anoche te conocí, Carlos Cristos. Anoche, volando por el cielo peninsular llegaste hasta mí. Te trajeron “Las alas de la vida”. Y esas, tus alas, me rozaron en su batir aunque tú no lo sepas.

Carlos padre, Carlos esposo, Carlos hijo, Carlos hermano, Carlos amigo.
Carlos músico, Carlos patrón de vela, Carlos locutor, Carlos montañero, Carlos piloto, Carlos inventor.
Carlos médico rural, Carlos cooperante en Ruanda, hombre con clara vocación de servicio, dando una vez más muestra de ello al pedir a tu amigo Toni Canet que filmase tu vida, en un documento que te mostrase en el avance de la “atrofia sistémica múltiple” que un día llegó sin avisar. Porque sí, se te diagnosticó una enfermedad degenerativa, mortal, que en efecto comenzó a apagar tu cuerpo poco a poco, pero tu alma, si cabe, se fue encendiendo aún más.
Carlos al otro lado, al del paciente que se ha de poblar de paciencia en su nueva y adversa realidad. Carlos asumiendo lo que la razón dicta se ha de aceptar ineludiblemente, pero el corazón considera inaceptable. Carlos en la escuela de las renuncias progresivas. Carlos tan digno en el vivir como en el tránsito al morir, Carlos natural.
Carlos optimista que puntualiza: “estoy jodido, pero contento”. Carlos valiente, Carlos reflexivo, Carlos lúcido, Carlos generoso, Carlos transparente, Carlos humanista, Carlos sencillo pero siempre intenso aún en las limitaciones. Carlos sabio al apuntar: “Cuidar es querer”.
Carlos con su moral dolorida, Carlos temeroso ... derrumbado sólo fugazmente pues acabas rescatando a la serenidad; o tal vez ella te rescata a ti. Carlos tomándose la vida humorosamente en serio.
Carlos embelesado, feliz, viendo el agua caer del cielo ... apostaría a que, como yo, te dejarías llover paseando placenteramente si fuera posible. ¿Carlos espíritu afín? Probablemente no medien tantas distancias entre unos y otros, como nos empeñamos en asegurar en este loco, loco (y bello) mundo.

Carlos ... ¡VIVO!
Carlos y compañía ... ¡GRACIAS!, mayúsculas.

Sí, anoche, Carlos Cristos, me conmoví, sonreí, lloré, suspiré, aprendí, recordé y corroboré lo verdaderamente importante ... contigo. Y en mi osadía me atrevo a añadir que te conocí sin que haya sido necesario haber estado cerca. ¡Ah, son tantos, y tan anónimos, los héroes “corrientes”! ¿Puedo decir que te admiro? Sí, también puedo ... y además, quiero.

En un momento dado contabas que no tenías fe propiamente dicha, pero sí una esperanza en cierta forma de trascendencia. No sé si al otro lado de la vida la hallarás, pero lanzo un deseo ferviente para que, llegado el momento, encuentres tooooooooda la luz –multiplicada- que dejarás al partir, porque con tu presencia has iluminado el mundo y eso no es cuestionable, es certeza que debiera ser recompensada.

Y resonando ese, tu eco, al que ya reconozco como un magnífico lema existencial ... “Seguiremos bailando, mientras suene la música. A ser posible con una sonrisa” ... lanzo un brindis, a modo de tributo, por tu valor y generosa lección. Va por ti Carlos: ¡chin chin!
.

jueves, 17 de abril de 2008

Pretérito imperfecto retornado a presente de indicativo.

Rescatado, tal cual sucedió esta mañana...
.
7:30 h. Conduzco camino del trabajo. Me acompaña Don mar, a mi derecha, constante, inmenso, generoso... hoy tranquilo. ¿Alguna vez dije que le amo? Pues sí... le amo rotunda, profunda... acantiladamente. Sigo mi trayecto y de repente me topo con un maravilloso –e inesperado- regalo. Frente a mí descubro una gama de intensos rojos y fucsias, perdiéndose los unos con los otros para encontrarse –e incluso reencontrarse- redefinidos, naciendo de las entrañas de la montaña... aparentemente.
.
Así se ve... así lo veo: una paleta bicolor surgiendo de lo profundo de la roca que parece querer invadir todo a su paso, como una marabunta cromática que se expande inevitablemente. ¡Pura candela!
.¿Se encontrará ahí tal vez la fragua de Vulcano y estará forjando rayos para Júpiter?, me pregunto.

Sea como fuere el cielo hierve a borbotones y yo... yo ardo por dentro. Ardo de belleza... y de paz.

Quizás, después de todo, Dios exista.
.

.

martes, 15 de abril de 2008

Oteando un nuevo horizonte

Me declaro cronopia. Y naturalmente agradezco sobremanera a Julio Cortázar que me facilitara un espejo en el que poder reconocerme. También doy gracias a Lewis Carrol por entregarme la llave que lleva al otro lado del cristal.

Etiquetas ... blancas, negras, rígidas, suaves, sordas, sonoras, dulces, amargas, luminosas, oscuras, certeras, equivocadas ... existen, mal que nos pesen, o aunque nos encanten. Colocándolas nosotros mismos, colocándolas otros ... existen y existirán pues la propia –y ajena- identidad las reclama.

Y utilizando una – a modo de tarjeta de presentación- diré que soy emigrante, que llego de un país llamado foro en el que no permanecí demasiado tiempo. Si bien inicialmente mi pretensión era realizar una leve pasada por aquel territorio, acabé instalándome con ilusión, pensando que aquel sería un buen lugar para mí. Me equivoqué. Resultó que muchos de sus ciudadanos contribuían al bienestar y enriquecimiento general, pero había otros que no generaban sino ruido, ruido y más ruido. Y estoy por afirmar que lo que más detesto es precisamente eso: el ruido. De modo que, apenas un mes después de llegar, preparé las maletas dispuesta a partir de nuevo ... y voilà!

En algún momento Ana Mª Matute apuntó que ... “escribir es una forma de estar en el mundo”. O planteado más ... levemente: dentro de mí hay cosas que quieren ser dichas y que tan sólo encuentran las puertas de mis manos para salir. Por eso estoy aquí, en este lugar impreciso y etéreo, sin importar en realidad que lo derramado en una página virtual sea leído por otros o no, sin que sea necesario un eco. En este instante importa escribirlo, y ya.

Bienvenida seas Levemente al mundo del blog. Te (me) deseo una maravillosa estancia y quién sabe ... ¿quizás una patria?
.