Debo decir que los antiguos anatomistas aseguraban que el nervio auditivo se dividía en tres o más caminos en el interior del cerebro. De ello deducían que el oído podía escuchar a tres niveles distintos. Un camino estaba destinado a las conversaciones mundanas. El segundo era para lograr erudición y apreciar el arte, y el tercero permitía que el alma oyera consejos que pudieran servirle de guía y adquiriera sabiduría durante su permanencia en la tierra.
Dicho lo cual, he de contar lo que alguien me contó ...
- No salgas al bosque, no salgas –dijeron ellos.
- ¿Por qué no? ¿Por qué no tengo que salir al bosque esta noche? –preguntó ella.
- En el bosque habita un enorme lobo que se come a las personas como tú.
- No salgas al bosque, no salgas por lo que más quieras ...
Pero naturalmente, ella salió al bosque y, como era de esperar, se encontró con el lobo, tal como ellos le habían advertido.
- ¿Lo ves? Ya te lo decíamos –graznaron.
- Eso es mi vida, no un cuento de hadas, zopencos –replicó ella. – Tengo que ir al bosque y encontrarme con el lobo; de lo contrario mi vida jamás podrá comenzar.
Pero el lobo que ella encontró había caído en una trampa, quedándosele una pata prendida de un cepo.
- ¡Socorro, auxilio ... ay, ay, ay! –gritaba el lobo-. ¡Socorro, ayúdame y te daré la justa recompensa! –añadió. (Porque eso es lo que hacen los lobos en los cuentos de esta clase).
- ¿Y cómo sé yo que no me vas a hacer daño? –le preguntó ella, pues su misión era hacer preguntas-. ¿Cómo sé yo que no me matarás y me dejarás reducida a puros huesos?
- Mala pregunta –dijo el lobo-. Tendrás que confiar en mi palabra.
- Y el lobo reanudó sus aullidos y lamentos.
- ¡Ay, ay, ay! ... sólo hay una pregunta que merece la pena hacer, hermosa doncella ... ¿Dóóóóóónnnndeeeee está el almaaaaa?
- De acuerdo lobo, correré el riesgo. ¡Vamos allá!
Abrió la trampa, el lobo sacó la pata y ella se la envolvió con hierbas medicinales y plantas.
- ¡Oh gracias, dulce doncella, mil gracias! –dijo el lobo, lanzando un suspiro de alivio.
Sin embargo, como había leído demasiados cuentos que no debía, ella exclamó:
- Bueno, ahora ya puedes matarme. Anda, terminemos de una vez.
Pero no fue eso lo que ocurrió. En su lugar, el lobo alargó la pata y se la apoyó en el brazo.
- Soy un lobo de otro tiempo y lugar –dijo. Y, arrancándose una pestaña del ojo se la entregó diciendo: - Usala y procura ser sabia. De ahora en adelante sabrás quién es bueno y quién no lo es tanto. Mira a través de mi ojo y lo verás todo con claridad. Por ayudarme te ofrezco vivir como jamás en tu vida lo has hecho. Y recuerda que sólo hay una pregunta que merece la pena hacer, hermosa doncella ... ¿dóóóóóónnnndeeee está el almaaaaa?
Así la joven regresó a la aldea, alegrándose de estar viva. Y esta vez cuando ellos le dijeron, “Quédate aquí y cásate conmigo”, o “Haz lo que te digo”, o “Di lo que quiero que digas, pero que todo quede tan en secreto como el día en que viniste”, la doncella tomó la pestaña del lobo, miró a través de ella y vio sus motivos tal como nunca los había visto. Y la vez en que el carnicero pesó la carne, ella miró a través de la pestaña del lobo y vio que pesaba también su pulgar. También miró al pretendiente que le decía “Soy el que te conviene”, y vio que era precisamente quien no le convenía en absoluto.
De esta manera y muchas más se salvó no de todas aunque sí de muchas desgracias. Pero además, con esa nueva visión, no sólo vio al astuto y al cruel sino que el corazón se le hizo inmensamente grande, pues miraba a las personas y las volvía a calibrar gracias al don que le habían otorgado el lobo al que ella había salvado.
Y vio a los que eran verdaderamente buenos y se acercó a ellos; encontró a su compañero y permaneció a su lado todos los días de su vida; percibió a los valerosos y se acercó a ellos; captó a los fieles y se unió a ellos; vio perplejidad por debajo de la cólera y se apresuró a disiparla; vio amor en los ojos de los tímidos y se inclinó hacia ellos; vio sufrimiento en los callados y cortejó su risa; vio necesidad en el hombre sin palabras y le habló; vio fe en lo más hondo de la mujer que afirmaba no tenerla y se la volvió a encender con la suya.
Vio todas las cosas con la pestaña del lobo, todas las cosas verdaderas y todas las cosas falsas; todas las cosas que iban contra la vida y todas las cosas que iban a favor de la vida; todas las cosas que sólo podían verse a través de los ojos de aquel que pesa el corazón con el corazón y no sólo con la mente.
Así comprobó que era cierto lo que dicen, que el lobo es la más sabia de las criaturas. Y si se presta verdadera atención se descubre que cuando aúlla el lobo no pregunta dónde está el alimento más fácil, ni la pelea más próxima o la danza más cercana, sino que hace siempre la pregunta más importante para ver dentro y detrás, para sopesar el valor de todo lo que vive ...
¿Dóóóóónnndeeeeee estááááá el almaaaaa?
¿Dónde está el alma?
¿Dónde está?
Sal al bosque, sal enseguida. Si no sales al bosque, nunca ocurrirá nada y tu vida no empezará jamás.
¡Sal al bosque, sal enseguida!
Y azulón, azulado ... con una imagen de tan bello animal ¿habremos acabado? ...
- No salgas al bosque, no salgas –dijeron ellos.
- ¿Por qué no? ¿Por qué no tengo que salir al bosque esta noche? –preguntó ella.
- En el bosque habita un enorme lobo que se come a las personas como tú.
- No salgas al bosque, no salgas por lo que más quieras ...
Pero naturalmente, ella salió al bosque y, como era de esperar, se encontró con el lobo, tal como ellos le habían advertido.
- ¿Lo ves? Ya te lo decíamos –graznaron.
- Eso es mi vida, no un cuento de hadas, zopencos –replicó ella. – Tengo que ir al bosque y encontrarme con el lobo; de lo contrario mi vida jamás podrá comenzar.
Pero el lobo que ella encontró había caído en una trampa, quedándosele una pata prendida de un cepo.
- ¡Socorro, auxilio ... ay, ay, ay! –gritaba el lobo-. ¡Socorro, ayúdame y te daré la justa recompensa! –añadió. (Porque eso es lo que hacen los lobos en los cuentos de esta clase).
- ¿Y cómo sé yo que no me vas a hacer daño? –le preguntó ella, pues su misión era hacer preguntas-. ¿Cómo sé yo que no me matarás y me dejarás reducida a puros huesos?
- Mala pregunta –dijo el lobo-. Tendrás que confiar en mi palabra.
- Y el lobo reanudó sus aullidos y lamentos.
- ¡Ay, ay, ay! ... sólo hay una pregunta que merece la pena hacer, hermosa doncella ... ¿Dóóóóóónnnndeeeee está el almaaaaa?
- De acuerdo lobo, correré el riesgo. ¡Vamos allá!
Abrió la trampa, el lobo sacó la pata y ella se la envolvió con hierbas medicinales y plantas.
- ¡Oh gracias, dulce doncella, mil gracias! –dijo el lobo, lanzando un suspiro de alivio.
Sin embargo, como había leído demasiados cuentos que no debía, ella exclamó:
- Bueno, ahora ya puedes matarme. Anda, terminemos de una vez.
Pero no fue eso lo que ocurrió. En su lugar, el lobo alargó la pata y se la apoyó en el brazo.
- Soy un lobo de otro tiempo y lugar –dijo. Y, arrancándose una pestaña del ojo se la entregó diciendo: - Usala y procura ser sabia. De ahora en adelante sabrás quién es bueno y quién no lo es tanto. Mira a través de mi ojo y lo verás todo con claridad. Por ayudarme te ofrezco vivir como jamás en tu vida lo has hecho. Y recuerda que sólo hay una pregunta que merece la pena hacer, hermosa doncella ... ¿dóóóóóónnnndeeee está el almaaaaa?
Así la joven regresó a la aldea, alegrándose de estar viva. Y esta vez cuando ellos le dijeron, “Quédate aquí y cásate conmigo”, o “Haz lo que te digo”, o “Di lo que quiero que digas, pero que todo quede tan en secreto como el día en que viniste”, la doncella tomó la pestaña del lobo, miró a través de ella y vio sus motivos tal como nunca los había visto. Y la vez en que el carnicero pesó la carne, ella miró a través de la pestaña del lobo y vio que pesaba también su pulgar. También miró al pretendiente que le decía “Soy el que te conviene”, y vio que era precisamente quien no le convenía en absoluto.
De esta manera y muchas más se salvó no de todas aunque sí de muchas desgracias. Pero además, con esa nueva visión, no sólo vio al astuto y al cruel sino que el corazón se le hizo inmensamente grande, pues miraba a las personas y las volvía a calibrar gracias al don que le habían otorgado el lobo al que ella había salvado.
Y vio a los que eran verdaderamente buenos y se acercó a ellos; encontró a su compañero y permaneció a su lado todos los días de su vida; percibió a los valerosos y se acercó a ellos; captó a los fieles y se unió a ellos; vio perplejidad por debajo de la cólera y se apresuró a disiparla; vio amor en los ojos de los tímidos y se inclinó hacia ellos; vio sufrimiento en los callados y cortejó su risa; vio necesidad en el hombre sin palabras y le habló; vio fe en lo más hondo de la mujer que afirmaba no tenerla y se la volvió a encender con la suya.
Vio todas las cosas con la pestaña del lobo, todas las cosas verdaderas y todas las cosas falsas; todas las cosas que iban contra la vida y todas las cosas que iban a favor de la vida; todas las cosas que sólo podían verse a través de los ojos de aquel que pesa el corazón con el corazón y no sólo con la mente.
Así comprobó que era cierto lo que dicen, que el lobo es la más sabia de las criaturas. Y si se presta verdadera atención se descubre que cuando aúlla el lobo no pregunta dónde está el alimento más fácil, ni la pelea más próxima o la danza más cercana, sino que hace siempre la pregunta más importante para ver dentro y detrás, para sopesar el valor de todo lo que vive ...
¿Dóóóóónnndeeeeee estááááá el almaaaaa?
¿Dónde está el alma?
¿Dónde está?
Sal al bosque, sal enseguida. Si no sales al bosque, nunca ocurrirá nada y tu vida no empezará jamás.
¡Sal al bosque, sal enseguida!
Y azulón, azulado ... con una imagen de tan bello animal ¿habremos acabado? ...
.
Cuento extraído de la maravillosa obra “Mujeres que corren con los lobos”, de Clarissa Pinkola Estés. Otro de los títulos que componen la ... biblioteca de los libros de mi vida.
.
El que consigue ver el alma, no se equivoca... ve la esencia de cada uno. Y entonces, tal vez, descubra que esa superficialidad que a veces tanta importancia se quiere dar y que predomina por todos lados, no tiene ningún valor, incluso se acaba disipando ante sus ojos para casi desaparecer...
ResponderEliminarPuede así, como un lobo, caminar por "el bosque" sin temor... con el paso firme del que puede discernir, en un mundo de apariencias, entre lo que quiere dar y a quién, y lo que quiere tomar...
Andar con la tranquilidad que da poner el corazón en cada paso... y con la confianza de ir bien acompañado por los que van a tu lado... compartiendo el mismo camino...
Al alcanzar la esencia me atrevo a cambiar tu “tal vez” por un “con seguridad” se descubre que la superficialidad carece de valor. Aunque rectifico ... diría que no es que no valga –pues todo tiene su valor, por chiquito que sea-, sino que no es lo prioritario y, en efecto, casi se torna invisible.
ResponderEliminarY también recuerdo, a tenor de tus últimas líneas, aquella cita de Albert Camus tan linda y verdadera (para mí) que dice más o menos ... “No andes delante de mí, puede que no te siga. No vayas detrás de mí, quizás no te lleve. Camina a mi lado y sé simplemente mi amigo”.
Si además se apunta al paseo algún-a “noble lobo-a” del que aprender ... ¡mejor que mejor!
Saludillo nocturno Sangon.
Sólo hace unos días que compré el libro MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS, de Clarissa Pinkola, y ya estoy ansiosa de empezarlo a leer, lo cuál haré en cuanto termine uno de Bucay.
ResponderEliminarGracias por traernos uno de sus cuentos. Una belleza...
Besos.
Geles... una belleza, eso es la totalidad del libro. Disfrutarás sus cuentos... disfrutarás la "disección" que de ellos hace la autora. Demos pues las gracias a Clarissa... y a los 25 años que le llevó compilar y crear su contenido.
ResponderEliminar