Lo cierto es que, junto al gruñir acompañante, los dientes del pequecan enseñaban una mala milk queeee... El amo, que al menos le llevaba atado, sin inmutarse; justo lo que había demostrado a lo largo del trecho que iba recorriendo. Vamos... toda la pinta de tratarse de un individuo tipo “¡con un par!”. Pero entonces... chan-ta-ta-chaaaannnn... ¡superleve en acción! (que llevaba un tiempo desaparecida, je) hace de espontánea, adelanta al veinteañero y se encara con el perro llevándose el dedo índice a la boca y haciéndole tal que así, gestual y sonoramente...
"¡Ssssssssssshhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh...!", largo y tendido, para a continuación decirle literalmente: "¡No te enfaaaadessss!". No en tono inquisidor claro; ni la petición, ni la “chistada”. Más bien amable, casi una caricia sonora, con afán conciliador. Oigan... ¡mano de santo! Se quedó como hipnotizado... como obnubilado... como extasiado... como arrobado... como hechizado... como en el séptimo cielo... como gato panzarriba...
Al parecer gusto a los perros, por lo general. Incluso los dueños de algunos bastante ariscos me han dicho que les resultaba raro que sin conocerme no me ladraran, sino que dieran muestra de todo lo contrario moviendo la colita. Desconozco la razón pero juraría que tiene que ver con mi perfume aunqueeeee, si la música amansa a las fieras... ¿será que también lo hacen las levedades? :-D
En fin, por si el respetable quiere tenerlo en cuenta de encontrarse en tal tesitura, la levetécnica funcionar... funciona, pues la he probado en varias oportunidades. Claro que... con alguno de estos...
¡no sé si resultaría! Aunque pa’ mí que sí, suelen ser más “bobalicones” que los pequeños.
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domingo, 3 de julio de 2011
De profesión... ¿levedomadora?
Esperaba cruzar una de las grandes arterias que dividen la ciudad, caminando en dirección al centro. A mi lado había un veinteañero con mochila. El semáforo dio paso a los peatones y el joven me adelantó un par de metros. Cuando alcanzamos la acera se paró en seco, asustado. Llevábamos algunos minutos escuchando los horribilus ladridos de un perro (de esos peques con fama de tener muy malas pulgas, hecho que he constatado en varias ocasiones como verdad de la verdadera). El pequeño malhumorado can se puso a dos patas cerrando el paso al muchacho, que había quedado petrificado...
:)
:-)
:))
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:(
:-(
:((
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:-d
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:-?
(p)
:-s
(m)
8-)
:-t
:-b
b-(
:-#
=p~
:-$
(b)
(f)
x-)
(k)
(h)
(c)
cheer
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No pretendas hacer lo mismo con las personas, que muerden.
ResponderEliminar¡Lo sé! :-O
ResponderEliminarPero... ¿contagiarán también la rabia?
Levemente, la mujer que susurraba a los chuchos :-)
ResponderEliminarVíííííííctoooorrrr... ¡avísame cuando me vayas a arrancar una carcajada con tus comentarios si estoy bebiendo horchata!... ¿o quieres que caiga sobre tu conciencia que muero asfixiá'... o que me salga por las orejas y me convierta en atracción de feria? :-D
ResponderEliminarMire usté qué cosas, ahora resulta que Robert Redford me encanta (juraría que desde que le susurró a los caballos). No así cuando era juvenil joven, je, je...