viernes, 18 de julio de 2008

Mi no religiosa religión I

Como cualquier españolita que se precie me hicieron católica, apostólica y romana sin preguntarme si quería pertenecer al club, pero habiendo nacido en estas latitudes era lo que tocaba.

Mi padre cero practicante. Mi madre devota aunque sin llegar a la beatitud. Estaba predestinada, fue educada para ello... y para casarse, y para ser madre y... en fin, ya se sabe de la falta de oportunidades para la mujer en generaciones pasadas, y que el patrón de sus vidas estaba diseñado de antemano para la mayoría. Y aunque mi madre tuvo cierta independencia y en algún sentido hasta fue adelantada (trabajó por ejemplo e incluso conducía su propio coche)... le tocó ser un poco bastante "Maruja" ya que se dedicó en exclusiva a su familia una vez contrajo matrimonio. Años después recuperó su estatus de mujer independiente y currante fuera del hogar. ¡Bien!

(Inciso: les pondría como poco un monumento en cada ciudad del mundo a las mujeres que son conocidas como Maris o Marujas. En gran medida por su generosidad y sacrificios el mundo ha avanzado como lo ha hecho).

En efecto no llegaba a beata pero sí me obligaba a ir a misa los domingos –que para algo se hace la primera comunión, argüía- hasta que llegó mi pubertad, momento en el que me rebelé a lo que entendía era una incoherencia impuesta ya que si de mí hubiera dependido, la comunión no habría pasado de séptima u octava.

Mamá y algunas amigas de su grupo carismático creían que mi salvación era Dios e intentaban “captarme”. También opinaban que era muy rebelde (con causa, y este añadido es de mi cosecha), de ahí que... "necesitara ser salvada". Yo les respondía que no se preocupasen, que si Dios me quería en sus filas él personalmente comunicaría conmigo, sin intermediarios. Y puesto que era el Jefe supremo no tendría problemas en contactar en caso de que mi menda figurase en sus planes como seguidora fiel y activa. Estamos hablando, naturalmente, del Dios tipo abuelito adorable con barba blanca que vela por todos los seres del mundo mundial y resto del universo, que era fundamentalmente lo que se nos vendía respecto al concepto “Dios”. Y de una iglesia que básicamente esperaba de sus feligreses un “amén” sin controversias y con toda sumisión. La “Teoría de la Liberación” era demasiado joven, avanzada y desconocida para el groso popular. (¿Y peligrosa para la mayoría del clero?).
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Después, me alegró ver que el transcurrir de los años ayudaron a madurar a mi madre en su relación con Dios y la religión (alrededores incluidos), lo que le llevó a cuestionarse incluso "verdades" que otrora fueron irrefutables porque la Santa Madre Iglesia así lo había decidido por ella. O la biblia, a escoger. En mi opinión, un libro hermoso en según que partes pero contradictorio y alienador como pocos. Conste que osa decirlo una profana en teología que obviamente no la ha estudiado, pero creo que mis neuronas dan para comprobar como en el nuevo testamento se cuenta la misma historia con notables diferencias, cuando no de modo diametralmente opuesto, según sea el autor del evangelio. Vamos, que en vez de “fundir”... “confunde”; al menos a un ser medio pensante.

Desde bien chiquita comencé a tener criterio propio –en la medida en que se puede tener criterio propio, claro- y eso me permitió descubrir pronto que en muchos aspectos nos la estaban dando con queso, como sucedía con “la religión”. El hecho es que a la par que mi cuerpo crecía también lo hacía mi intelecto, es decir, aprendía a pensar. Mejor o peor pero a pensar, algo de lo que creo hoy día se adolece. Y es que uno de mis razonamientos elementales es el siguiente: si pensásemos más, seríamos más conscientes. Si fuésemos más conscientes, seríamos más consecuentes. Si fuésemos más consecuentes, seríamos más maduros. Si fuésemos más maduros, seríamos más empáticos, generosos y justos. Y si fuésemos más empáticos, generosos y justos el mundo iría mucho mejor, se parecería incluso a un paraíso. ¡Viva la utopía!

Pero regreso que me voy por los cerros de Ubeda . Y hete aquí que cursando lo que por entonces se conocía como 5º de E.G.B. una de las monjas de mi parroquia, que también era mi profesora de religión aunque estudiaba en un colegio público, llegó una tarde para impartir su clase. Días antes, en ciencias naturales (¿se llamaba así?... ¡ah memoria cómo me traicionas!) un tal Darwin había asomado con una teoría de evolución de especies que aseguraba que el ser humano -o sea yo entre otros- descendíamos del mono. ¿Del mono?... ¡vaya sorpresa!

Y lancé la pregunta, sin sospechar que al parecer se trataba de una bomba:
- Sor Teófila...
- ¿Qué?
- Entonces... si venimos del mono... ¿Adán y Eva eran chimpancés?

El resultado de mi inocente (¡lo juro!) pregunta fue las risas de mis compañeras y la casi excomunión de la Iglesia a manos-voz irritadas de Sor Teófila. Regresé a casa enfadada, no tanto por la bronca que me había caído sin entender el motivo sino porque en mi interior escuchaba un clamor: ¡me lo expliqueeeeeeeeeen! (el misterio de si Adán y Eva fueron monos, ya que la dicotomía en que Darwin me había situado era lo que me devanaba los sesos).

Y así pretendían educarnos, en ese grado de contradicción y opresión. Ni que decir tiene que en cuanto el sistema educativo impuesto me lo permitió cambié la asignatura de religión por la de ética. Del mismo modo comencé a tener cierto gusto por el contenido de un graffiti en cuyo continente reza: “Cristo es el camino y Marx es el atajo”. Y decidí que Jesús de Nazaret fue un revolucionario, el primer hippie de la historia, que no tenía que dejar de gustarme porque no me interesara la iglesia católica, apostólica y romana... ni primas hermanas.
Unos minutos de publicidad. Enseguida volvemos... ¡no se vayan!
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2 comentarios:

  1. Dos comentarios se me ocurren:

    A.- Por favor, pon tu mano en el corazón y contéstame una cosa... ¿de verdad -de la buena- hiciste la pregunta de forma completamente inocente?.. mmmmmm.. ¡confiesa, niña Leve!

    B.- Pues no sé por qué se tuvieron que reir tus compañeras o enfadar Sor Teófila.. creo que diste con la solución perfecta que llevan persiguiendo cientos de sesudos teólogos, desde la época de Darwin, para conciliar la religión con la ciencia, o viceversa.. ¡Adán y Evan eran monos! Pues claro, ¡¡era ésa la respuesta!! ¡¡Una solución tan bella y sencilla sólo puede ser cierta!!

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  2. Si con casi 42 años Alicia ni pizca de malicia... ya me contarás a aquella tierna edad.

    Yo Chita, tu tarzán. ¿O es Chito?, :-D

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