viernes, 18 de julio de 2008

Mi no religiosa religión II

Seguí creciendo apartada totalmente del mundo de la iglesia. Pero eso no evitó que fuese amiga de un cura, hombre verdaderamente comprometido al que admiré por su estar en (y con) el mundo. Un tipazo. Matemático de profesión ejerciendo como tal además de como sacerdote, con el que me encantaba charlar sobre cuestiones teológicas-filosóficas. Me gustaba sobre todo porque jamás intentó aleccionarme y llevarme a su terreno a través de sus conocimientos; y sabía mucho muchísimo con lo que yo aprendía al menos una pizca pizquísima.

Hicimos bastantes excursiones pues nos gusta calzarnos las botas de montaña y en una de esas ocasiones ocurrió algo mágico. Un día gris de invierno decidimos ir a una cala a la que se accede vía sendero. Manuel, que así se llama (Manolo para los demás), y yo nos llevábamos bien a la hora de excursionear juntos pues somos de los que aún yendo acompañados buscamos un espacio personal, aunque sea pequeño, al margen de ir en un grupo más o menos numeroso. De modo que una vez llegados al punto elegido, soltamos mochilas e hicimos lo propio de forma natural. Cada uno paseando, distanciados, a solas con nuestras reflexiones o ausencia de ellas ya que en esos minutos al menos yo me dedico más a sentir que a otra cosa.

Pasado un tiempo no medido nos reencontramos, sentándonos, muy próximos a la orilla, con esa luz rebajada por el gris que tanto se agradece en lugares en los que el sol a menudo resulta violento. El mar en calma, apenas balanceándose ligeramente en la orilla con un ligero “glub, glub, glub...” que sonaba a celestial musiquilla...

El sacó su biblia y me preguntó si quería que leyese algo. Respondí afirmativamente. La abrió al azar y comenzó a leer un salmo que hablaba de animales... de bestias. No recuerdo el contenido concreto pero sí que las celebraba junto a la naturaleza y que en su voz, y en aquel marco, las palabras sonaban a poesía.

Nada más comenzar a leer noté que alguien se acercaba por detrás, me giré y vi un gato negro que elegante se paró y se sentó a medio metro, dirigiendo su mirada a Manuel y clavándola fijamente en él. Con una tranquilidad pasmosa, como si estuviera escuchando e incluso entendiendo lo que decía. Cuando acabó la lectura, con la misma calma del mar Manuel cerró su biblia y se quedó mirando al horizonte. El gato se levantó, con la parsimonia con la que llegó, y se marchó por el mismo camino que había llegado.

Y yo sonreí por esa carga de misterio que me resisto a desvelar y que me basta sentir, aunque a posteriori elucubrase sobre una posible -o imposible- “magia potagia” con este episodio felino.

Manuel me dijo una vez que yo tenía mucha fe, independientemente de no ser religiosa. Y en efecto no es que fuera practicante al uso pero sí había desarrollado cierta forma de religión personal, con –sospecho- una importante base panteísta. O para ser más exacta era portadora de una considerable espiritualidad con cierta connotación litúrgica. También valdría decir: una seudo-religioncilla-con-leve-punto-oriental-filosófico-made-in-descalza. Vamos, lo que creo se llama ahora una... “customización” :-)

Eso y que también soy un tanto peliculera, o imaginativa -a escoger- y “veo” cada cosaaaaaa...

Y todo este rollo persianil previo venía a cuento porque quería dejar uno de mis “suspiros”:- ¿Dios en la actualidad para mí?...
.

Un bastón de invención humana. Un bastón al que me gustaría asirme, pero hoy por hoy... no lo consigo.
.
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Algo me dirás... ¿no? ;-)

:) :-) :)) =)) :( :-( :(( :d :-d @-) :p :o :>) (o) [-( :-? (p) :-s (m) 8-) :-t :-b b-( :-# =p~ :-$ (b) (f) x-) (k) (h) (c) cheer