Hace tiempo vi un documental que me abría las carnes… y me cerraba el alma. Se grabó en algún lugar de Asia, pero no recuerdo en qué punto exacto. El caso es que en escena aparecía una especie de "cementerio de máquinas". Entre las toneladas de cables y piezas metálicas correteaban críos, mientras sus padres hacían no sé muy bien qué. En una de las imágenes se veía a un niño de no más de dos años sentado en el suelo, jugando con lo que allí había, casi enredado entre aquellas... "lianas de cobre plastificadas". Ni que decir tiene que estaba lleno de suciedad, llevándose las manos a la boca, a los ojos... ¿Es eso inocuo... saludable... justo?... ¡¡¡NO!!!, todo lo contrario.
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Y luego… está la porquería que queda en el planeta. A veces me asalta la idea de que llegará un momento en que la "basurita" comerá tanto terreno que casi no quedará espacio para los humanos. Bueno... al menos mi mente lo imagina en plan dibujos animados, y como que pierde dramatismo el asunto.
Decidí entonces que, en adelante, agotaría al máximo posible cualquier aparato, aunque tampoco es que antaño los cambiase por nuevos en la primera avería de poca monta. Pero a ver... si se rompe el microondas y me dice el técnico que el magnetrón (o pieza que genera las ondas) cuesta más cara que el propio electrodoméstico... lamentándolo mucho va a ser que no. Fundamentalmente porque mi poder adquisitivo no es precisamente el de un "Aristóteles Onassis". Ahora bien, si el gasto de la reparación representa aproximadamente un 50% (o incluso algo más) de la inversión que supondría sustituirlo... entonces elijo dar trabajo a los Servicios técnicos, que también tienen que comer. Claro... sólo si previamente no me las he apañado yo que soy, en cierta medida, una Pepa Gotera y Otilia pero con resultados diametralmente opuestos a los de la singular pareja de tebeo. Es decir... nada de "¡maldición, rayos y centellas!" sino... "¡eureka!".
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Decidí entonces que, en adelante, agotaría al máximo posible cualquier aparato, aunque tampoco es que antaño los cambiase por nuevos en la primera avería de poca monta. Pero a ver... si se rompe el microondas y me dice el técnico que el magnetrón (o pieza que genera las ondas) cuesta más cara que el propio electrodoméstico... lamentándolo mucho va a ser que no. Fundamentalmente porque mi poder adquisitivo no es precisamente el de un "Aristóteles Onassis". Ahora bien, si el gasto de la reparación representa aproximadamente un 50% (o incluso algo más) de la inversión que supondría sustituirlo... entonces elijo dar trabajo a los Servicios técnicos, que también tienen que comer. Claro... sólo si previamente no me las he apañado yo que soy, en cierta medida, una Pepa Gotera y Otilia pero con resultados diametralmente opuestos a los de la singular pareja de tebeo. Es decir... nada de "¡maldición, rayos y centellas!" sino... "¡eureka!".
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Y algo le ocurrió en los últimos días a la CPU. Tras no responder ni poco, ni mucho, ni na'... y haberme asomado a sus entrañas vaticinando lo peor-peor, ayer la recogí por fin del técnico. Porque sí me meto a cambiarle la fuente de alimentación, a ampliarle memoria, a instalarle un disco duro o regrabadora, a conectar el cable de encendido que se soltó por arte de magia potagia... pero con la placa madre (que la parió) prefiero no enfrentarme, que para eso están los profesionales. Y efectiviwonder, tal como sospechaba, había fenecido. Cuando esto sucede hay dos opciones a valorar dependiendo de la senectud del ordenador: o se compra uno nuevo, o se sustituye a la mater (más módulo de memoria que es una pieza aparte). Ejem... también existe una tercera por la que –deduzco- ningún internauta apostaría: renunciar para siempre al mar virtual... volver a las cavernas de la información... ser un navegante sin velero :-D
Como quien suscribe hasta hace muchas de esas pesadas gestiones inevitables a golpe de clic, obviamente ni de reojo contemplé la última posibilidad. Así que opté por la segunda y la bromita ha sido de 140 euretes (eurazos). Quizás más de uno pensará que es una tontería, incluso estupidez, gastarse en un "aparato viejo" (un lustro cumplirá en abril) tal cantidad, pero –para el uso que le doy- considerando que potencialmente le quedan varios años de vida útil y en función de lo que comento al principio me parece lo más acertado, aunque pierda algo en... "modernidad" y lo que ella representa.
Sin embargo, como suele ocurrir, una vez resuelto el problema A, surge el B. Mi conexión es por cable (ONO) y en teoría bastaba con llegar y enchufar pero … ¡ja! La tarjeta de red se estrena así que –si está bien instalado todo, que daba por hecho así es- debería haberme encontrado "navegando a toda vela" y no con problemas de conectividad una vez enchufé el “Ethernet” del router al pc. Por suerte he podido acceder a foros con propuestas varias de ayuda... que si tocaba cambiar la IP... que si había que contactar con el proveedor pues era el causante (lo cual no me cuadraba)… En resumen, cada maestrillo tiene su librillo y aporta el que cree correcto por propia experiencia, o por deducción, o porque no pocos se creen dioses en el Olimpo de los informáticos. Aunque por suerte los hay tan generosos que se dedican a compartir su saber sin más ánimo que echar un cable (nunca mejor dicho, je) a los que no somos profesionales. ¡Gracias por ello!
Suponía que se trataría de una chorrada, pero ya sabrá el respetable el gran poder que tiene una chinita si se cuela dentro del zapato. Y cómo rueda en el interior cuando se mueve para sacarla... ¡costando a veces un montón lograrlo! Menos mal que me inicié en esto en tiempos de San MS-DOS, que era una pantalla negra poco –o nada- atractiva en la que escribir líneas de comandos, pero entonces sí que se aprendía algo sobre la materia. Me refiero a siendo simple usuario. Como mínimo a perderle el miedo a “toquetear”. En la actualidad... mucha imagen bonita, mucho icono... pero todo hecho y al menor inconveniente… ¡pánico! Bueno, el que se maneja con soltura no es que no lo sienta… sino que tarda bastante más en manifestarse, je-je. Claro que como hace tiempo que no leo sobre avanzoides... ¡seguro que estoy obsoleta!
Concluyendo… a la primera sana, sanita, culito de rana, el ordenador ya totalmente sanó y no será necesario que lo haga mañana.
Sólo queda apuntar que así fueron las cosas, así las contamos y… ¡así te doy puerta bruja avería!….
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Al menos hasta la próxima, que espero tarde mucho en darse. Y también cruzo los dedos por aquello de que cuando se rompe algo, además de hacerlo en el momento más inoportuno... ¡no suele ser lo único!
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La idea de que llegará un momento en que la “basurita” comerá tanto terreno que casi no quedará espacio para los humanos, es justo lo que sucede en Wall-E y también en Blade Runner, con aquel gran zepelín anunciando: Una nueva vida les espera en las colonias del mundo exterior, la ocasión de volver a empezar en una tierra de grandes oportunidades y aventuras.
ResponderEliminarYo creo que un gran campo de acción para esos enseres desechados es el reciclaje pues me imagino que entre tanto cable y placas de polímero algo se puede reusar, la cosa es que haya alguien quien lo haga, y ahí es donde los profesionales en el área de trabajo a la que me dedico entran en acción (por si alguien pensaba que no hacemos nada por la humanidad jejeje): el reúso y procesamiento de materiales es algo bien importante sobre todo cuando un problemita de esa índole se empieza a volver un problemón.
ResponderEliminarSaludos amiguis!!
¡Ops… mi satélite preferido! Qué bueno saberte orbitando por el espacio, sea ciber o no. ¿Me creerías si te dijese que en los últimos días has aparecido de cuando en cuando en mi mente? Y me suena que no es la primera vez que sucede… ¡Igual sí que existe la telepatía!, je. A mí no me pillará Blade Runner fuera de la pantalla. Y me alegro, por más que me gustara toparme con Roy y escucharle aquello de… “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais, atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos "C" brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.... Es hora de morir”.
ResponderEliminarAmigüi Myriam… ¡qué alegría me das con lo que me cuentas! Y sobre todo… me entero mejor de a qué te dedicas en tu tiempo laboral. Ahora sé qué sentido tienen los “materiales” cuando a ellos te refieres, que antes me sonaba muy abstracto. La cuestión es… ¿resultará rentable al mundo empresarial el reutilizar esos cables y placas de polímero? Sólo así se llevará a cabo, me temo.
Pero Leve, creo que si llevas el ordenador a un Punto Limpio de esos -previa extracción del disco duro, claro- lo reciclan, ¿no?..
ResponderEliminarCoincido en la conveniencia de mantener los chismes hasta que aguanten -aunque ya me gustaría ser un manitas como tú-, pero sin volverse loco... porque los ordenadores se han vuelvo como pequeñas cajas fuertes donde conservamos toda nuestra información, mucho más valiosa que su continente.. ¡no conviene guardar las joyas en una caja de zapatos!
Víctor... los países subdesarrollados -o en vía de desarrollo- son los basureros del "primer mundo", por más que se recicle verdaderamente o se venda que se hace; que esa es otra. Ya sabes que... el pez grande, se come al chico. A niveles varios.
ResponderEliminarSi pierdes una vez cosas importantísimas en el ordenador, y superas ese primer y dolorosíííísimo trauma... puedes perder en adelante lo que sea, que apenas sentirás un arañazo. ¡Doy fe! Así que mira... no hay mal que por bien no venga, que uno aprende a ser estoico con estos "golpes inesperados". Claro... también existen las "cajas fuertes" para las "joyas". Mismamente copias de seguridad a través de vías varias :-D