domingo, 21 de marzo de 2010

Taller de leve-reparaciones, S.L.

Si antes lo digooooo...

Siempre he sido el hombre de la casa. Matizo. Siempre he sido el habitante al que mejor se le han dado tareas varias de bricolaje, básicamente porque tengo habilidad manual. Remontémonos a los orígenes. Mi padre... cero talento para el asunto. En cambio mi hermano... un “manitas”, nunca mejor dicho. Con sólo 12 años construyó sin más ayuda que fascículos de electrónica (a la que era aficionado), un amplificador que sonaba de lujo. Era un fenómeno para todo “aparato sofisticado”. Aunque bueno... también arregló algún que otro secador y batidora, sin embargo no entendía de “trabajos sucios”. Lo suyo equivalía a darle a la brocha fina y mi especialidad era la gorda (¡uy qué mal suena esto!). Es decir, domésticamente, él representaba a Botticcelli y yo... a Pepa Gotera (u Otilia), je. Eso en cuanto a la familia de sangre. Respecto a la que no lo era por genes, pero con quien que se intentó formar una por sentires... también seguí siendo el hombre de la casa. ¡Cuestión de pericia!

Pero para ser justa debo referir a la maestra, que la hubo. En realidad la primera en ser “el hombre de la casa” fue mi madre (santa como todas, claro). Pero llegando a la pubertad, no me agradaba verla en lo alto de una escalera (de madera y sin asa de apoyo... vamos, lo último en materia de seguridad) y presintiendo que para ella era más peligroso, por aquello de ser yo peso pluma en comparación, opté por ir sustituyéndola en “chapuces” varios. Así... un día, sin casi darme cuenta había pasado de ser Leve a secas a... Leve Billie la rápida. Oigan... experta en desenfundar y manejar el revolver, quiero decir... el taladro. Y, por supuesto, dominando en paralelo el vasto e inherente universo de la broca; porque miren que hay variedad. Recuerdo que aquel “arma” pesaba un quintal, y más de una vez creí que me electrocutaría dado que el cable era aún más longevo que el propio taladro, sin embargo lo que sucedió finalmente es que… ¡potenció mi valentía! y hasta la curtió. Definitivamente, no hay mal que por bien no venga.

Ese tránsito en el salvaje oeste americano... ejem, español de las reparaciones caseras tuvo consecuencias a largo plazo. De tal manera que en la actualidad igual cambio el bombín de una cerradura, que cuelgo una lámpara o un riel, que repaso un enchufe o interruptor (con el diferencial quitao’... que me da repelús imaginarme cual “Leve a la barbacoa”), que arreglo la cisterna o el goteo de algún grifo, que limpio el sifón, que pinto aquel zapatero (paredes no gracias. Juré que una y no más, Santo Tomás. Ejem, ejem, salvo si la habitación está vacía en cuyo caso quizás me lo replantease, je)...

Hasta podría decir que tengo bastante experiencia en reparar persianas enrollables de cinta y particular destreza en el montaje de muebles en kit (¡viva la república de mi casa!), incluso gustándome un tanto lo último. Y ya puesta, para quienes no sean duchos en materia pero estén interesados, ahí va una sugerencia: el secreto consiste en identificar las tropecientas piezas a ensamblar y los retropecientos anclajes que se emplean para ello. Una vez “reconocido todo”... ¡coser y cantar! (bueno... la aguja me la reservo para otra entrada, je, que merece capítulo aparte). Importante: si se trata de un armario y hay paneles de madera que pesan... estaría bien –incluso muy bien- que un fornido varón echase una mano. Las dos para ser exactas. Reconozcámoslo, chicas, ellos son más fuertes. ¡Por fuera solamente! ¿Sexo débil nosotras?... ¡JA!

Con el gas no me atrevo, me da un respeto que pa’ qué y sé hasta donde llegan mis... “capacidades”. Todo lo que sea arriesgar en vano, máxime si tiene que ver con la vida de otros seres, humanos o animales (vecinos mismamente)... va a ser que no.

He de volver a ser justa y nombrar con profunda admiración a quien más me ha ayudado en el camino de: “Cómo ser una manitas y no una manazas”. Gracias... eternamente gracias sensei San internet por todo lo que has hecho en mi favor y gracias, especialmente, ¡por hoy! Explícome... yo sí había abierto antes un vídeo, o un reproductor de cd, o un mando a distancia, o un ordenador... solucionando en la mayoría de ocasiones los problemillas que presentaban (problemillas eeeeeh, que pa’ los problemones están los profesionales), pero... ¿una lavadora?... ¡Eso era un titán, un cíclope del hogar... la diosa de todos los electrodomésticos! Sentíame enana, insignificante ante su magnificencia, su enoooorrrrme poder. Ni siquiera ¡Superleve en acción! osaba enfrentarse a su inmenso poder de persuasión. Pero oigan que no. Que no es pa’ tanto. No siempre al menos. ¿Qué ha pasado? (aparte de que cuando se rompe algo se inicia una cadena consecutiva de averías, je). Que la lavadora ha cogido toda el agua que precisa, que el programa seguía funcionando pero que el tambor no se movía ni poco, ni mucho, ni nada. ¡Ale... y a carga completa! En primer lugar ha sido inevitable pensar: “¡MALDICION, RAYOS Y CENTELLAS!”. En segundo: “Tranquilidad... que no cunda el pánico. El hecho de que la lavadora sea Tutankhamon (le calculo unos 15-16 años pues ya estaba aquí cuando llegué) no significa –necesariamente- que vaya a morir”. ¿O sí?

¿Modus operandi? Ipso facto me pongo la piel de LeveSherlokHolmes e inicio la investigación. La secuencia consiste en sentarse frente al ordenador-Google-formular solicitud tal que así: “el tambor de la lavadora no gira”-ir de enlace en enlace como quien va de oca en oca y pararse donde se sobreentienda hay sabiduría senseiniana.

Recopilada la información necesaria... llega entonces la hora de la verdad, de enfrentarse al auténtico peligro. Retira a la gigante de la pared... desenchúfala… saca el tubo del desagüe... aprovecha y limpia la superficie donde estaba (¡pol dió qué de porquería!)... desatornilla... ¡glubs!... el corazón late más deprisa... ¿qué habrá detrás de la tapa?... ya está abierta. ¡Acabáááááramos! Estamos incluso de suerte. Todo parece indicar que el problema reside en que la correa de la polea de transmisión se ha soltado. ¡Campeooonaaa, campeooona, oeee, oeee, oaaaaa! Oigan... lo merece, que por senectud lo lógico habría sido morir quebrada. Es decir: romperse y no soltarse, que es lo que finalmente ha ocurrido. Eso sí, ha perdido flexibilidad por puritita vejez. Y para volver a colocarla, damas y caballeros, sí que se demuestra que: “Más vale maña que fuerza”. Me ha llevado un rato confirmarlo ya que en principio lo he intentado a las brutas tira que te tira, pero de repente un simple giro de muñeca certero y... ¡en su sitio de nuevo, tensada como dios manda! Digo como la mecánica manda.

La "Carma" (o "Tutankhamon")... con su karma ya purificado :-D

La lucha contra el coloso sólo ha supuesto una heridita en la mano, pues alguien, trajinándola anteriormente, le hizo un borde punzante en la chapa que no limó y en uno de los tira-y-afloja… ¡zas!, rebanada ligera. ¡Gajes del oficio!

En fin... que mucho centrifugar... mucho rugir cuando coge y tira agua pero na’, una bendita al final. Ni rechista.

Después de lo relatado comprenderá el respetable que para mí ir a “Leroy Merlín” represente una excursión en toda regla. ¡Aaaahhhh!... si hubiera dispuesto del garaje de “Bricomanía”, de todo el material y herramientas de que allí se goza... ¡qué lejos habría llegado! De hecho... ¡¡¡hoy sería un hombre de provecho!!! ;-P, aunque claro, no a este nivel de maestría... ¡qué finura! O sí, quién sabe, sería cuestión de ponerse a ello y ver resultados...
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Ahora, con permiso, voy a poner la lavadora... digo a mirarla... digo... bueno, ¡no sé!...
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4 comentarios:

  1. ¡Tú lo que eres es un partidazo! :-D

    Una anécdota real. Una amiga de Clara compró un mueble en Ikea, y después de montarlo le llamó y le dijo: "No sabes lo que me ha costado montarlo. Y además, me ha sobrado una pieza, que no sé dónde va"... La pieza en cuestión era ¡¡la llave allen!! :-DDDDDDD

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  2. ¡Viva la Bauer & Schaurte Karcher!... o mismamente la compañía inventora de llave Santa Allen. Sistema de tornillos wonderful, wondeful donde los haya. La amiga de Clara pagó la novatada, pero si era su primera vez y no arrojó la toalla... ¡veni, vidi, vici!

    Ejem... como lo mismo valgo pa' un roto que pa' un descosido... ¿partidazo Madrid-Barça? :-D

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  3. noooop, partidazo de verdad.. ;-D

    corrijo mi comentario: "la llamó y le dijo". Directo e indirecto.

    y ten cuidado con esos trastos que manejas, pol dió..

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  4. Ya lo creo que "se me saca" partido. :-$

    Mu' bien corregío' sí señó.

    Cuidaico téngolo, pol dió y pol la vilgen.

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Algo me dirás... ¿no? ;-)

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