Soy descalza por la gracia de la vida (o de Dios, según se prefiera).
Lo soy porque siento el enorme placer de andar sin zapatos, percibiendo la caricia que la arena hace a mis pies, o cómo el césped los refresca, o en definitiva... porque me permite atender al latido de la madre tierra multiplicado.
Lo soy porque cuando Don mar los lame en la orilla, me ayuda a reconocer que no es una quien elige caminar descalza, sino que una es elegida por la descalcez. Lo fui en el mismo instante en que asomé al mundo, aunque tardase un tiempo en darme cuenta de ello.
Lo soy porque a base de acumular pasos, mirar se traduce en ver y oír en escuchar.
Lo soy porque me alegra -sobremanera- apreciar la verdadera naturaleza del mármol que piso en este momento. Y sonrío por el regalo de su frescura.
Lo soy porque cuando los calzados me avisan sobre los peligros varios que corren mis pies, yo sé que el único riesgo es no arriesgar y que si se hieren, a la par se curten para otros trechos del camino.
Lo soy porque sin zapatos, una no sólo se desnuda de pies sino también de alma... cuando lo escoge.
Soy descalza, sí, y lo soy... porque lo quiero ser.
Como muestra un botón, ejem, unos pies... los míos.
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Lo soy porque siento el enorme placer de andar sin zapatos, percibiendo la caricia que la arena hace a mis pies, o cómo el césped los refresca, o en definitiva... porque me permite atender al latido de la madre tierra multiplicado.
Lo soy porque cuando Don mar los lame en la orilla, me ayuda a reconocer que no es una quien elige caminar descalza, sino que una es elegida por la descalcez. Lo fui en el mismo instante en que asomé al mundo, aunque tardase un tiempo en darme cuenta de ello.
Lo soy porque a base de acumular pasos, mirar se traduce en ver y oír en escuchar.
Lo soy porque me alegra -sobremanera- apreciar la verdadera naturaleza del mármol que piso en este momento. Y sonrío por el regalo de su frescura.
Lo soy porque cuando los calzados me avisan sobre los peligros varios que corren mis pies, yo sé que el único riesgo es no arriesgar y que si se hieren, a la par se curten para otros trechos del camino.
Lo soy porque sin zapatos, una no sólo se desnuda de pies sino también de alma... cuando lo escoge.
Soy descalza, sí, y lo soy... porque lo quiero ser.
Como muestra un botón, ejem, unos pies... los míos.
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A tus pies... rebotando de vínculo en vínculo (boing boing boing), he terminado en esta entrada con olor a queso, jeje :-P.. la cual tengo el gusto de inaugurar, comentarísticamente hablando, casi dos años después de que fuera escrita
ResponderEliminarAntes me dijeron que mis dedos parecían choricillos, ahora tú me hablas de queso... ¿es que en vez de pies voy a tener una despensa?, je.
ResponderEliminarGracias por la inauguración.