lunes, 11 de agosto de 2008

Recuerdo lleno de sol

A veces a una le asaltan recuerdos. Algunos están llenos de sol y precisamente por su calidez espantan al invierno del alma. Huelga decir que siempre son bienvenidos.

En ocasiones el recuerdo llega porque sí, de manera espontánea, sin algo aparente que le rescate del pasado. Otras regresa de ese cajón llamado memoria a paso lento, evocado por algo del presente que le reclama.
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Acaba de suceder. He escuchado una noticia que refería el fin del viaje a Latinoamérica de la vicepresidenta del gobierno. Pero eso no es lo importante. Lo relevante es la mención a que se encontraba visitando un lugar donde se había construido un pozo de agua que daría abastecimiento a unas 50.000 personas, evitando así que recorrieran kilómetros a diario en busca de la necesaria para cada jornada. Y... el pasado ha regresado, a cámara lenta, como desperezándose de un largo sueño.
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Ya hablé aquí de Manuel, más conocido como Manolo pero yo creo que llamarle así es estropear la sonoridad de un musical nombre. Conté que es sacerdote y ejerce como profesor de matemáticas. Además, también era párroco de la iglesia de su barrio, posiblemente el más conflictivo de la ciudad. Con decir que enfrente de su casa, a no más de cinco metros, había un punto de venta de droga... No quiero profundizar en su labor, pero sí comentar que Manuel y otros curas compañeros con los que convivía (ahora en otros destinos) han trabajado mucho en el barrio en cuestión, así como en la prisión y otra problemática social.

Cuando apenas faltaban unos días para que se cumplieran los 25 años de sacerdocio de Manuel se pensó en hacerle una fiesta para celebrar el evento. Obviamente queríamos regalarle algo por su “cumplevocaciónreligiosa” y, por su afición a la fotografía, pensamos en una buena cámara réflex (creo recordar que esa fue la elección pero no estoy segura. Tal vez era un objetivo... no sé). El, sospechando nuestra intención, pidió expresamente un regalo: “Deseo que aportéis lo que podáis en metálico para la construcción de un pozo de agua en x" (un lugar de Africa de cuyo nombre no puedo acordarme... ¡otra vez Alonso Quijano asoma sutilmente!).

Aquella fiesta fue doblemente celebrada por mí. Festejé los años dedicados a su elección vital así como su forma de ser y estar en el mundo. Y es que Manuel es gente... como “Dios” manda, y me alegra no olvidar su naturaleza a pesar de la distancia física pues él ya tomó otro rumbo que le llevó fuera de esta ciudad.

Opino que cualquier tiempo pasado no fue mejor pero es innegable que dejarse mecer por ciertos recuerdos es un auténtico placer. Y que algunos, como el que me ocupa, cuando están llenitos de sol proporcionan tanta calidez al corazón que este no puede hacer otra cosa salvo sonreír.
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Así pues... ¿cosas que hacen que la vida valga la pena? Recordar lo bueno. Recordar incluso lo malo pues nos hace valorar lo verdaderamente importante... porque todo, a la postre, es una escuela.

Por cierto, me voy a beber ahora mismo un gran vaso de agua fresca... ¡pero qué suertudos somos!... (y que poca cuenta nos damos a veces ¡ay, ay, ay!).
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¡Ah!... y en algún lugar de Africa, de cuyo lugar sigo sin acordarme, hay un pozo que da agua por las contribuciones de aquí, de allá, de acullá... pues la idea corrió como reguero de pólvora y la gente se fue animando. Pero sobre todo por la generosa idea de Manuel, un tipo que además de hombre es persona. ¡Bien!

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