que resultan angelicales.
Y hay...
hay...
¡¡¡Aaaaayyyyy!!!
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Yo no entiendo casi nada y me muevo torpemente, pero el espacio es hermoso, silencioso, perfecto. Yo no entiendo casi nada, pero comparto el azul, el amarillo y el viento. La tarde avanza lentamente, y yo mirando quiero ver. (Eduardo Chillida)
que resultan angelicales.
Y hay...
hay...
¡¡¡Aaaaayyyyy!!!
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caracol. Sí, sí... ya sé que no se ve bien pero la cámara que vive conmigo llega... hasta donde llega. Para mí que es una cría, salvo que se trate de un Gasteropodus enanus, y por supuesto se llama Acelgo, debido al vehículo de transporte en que llegó y también por homenaje al delicioso cortometraje “Desaliñada”. De momento nuestra comunicación directa se reduce a que le canto... caracol-col-collll, saca los cuernos al sooool, que tu padre y tu madre también los sacóóóóó... y aunque no responde, entre contracción y elongación de mi nuevo amiguillo, todo se andará. Más vale ir lentos (ji-ja-ju-jo...) pero seguros a la hora de construir nuestra relación :-) Eso sí... la convivencia no durará mucho pues cada cual ha de estar en su hábitat natural, así que en breve me veré obligada a sacarle de su acotada hoja y devolverle a alguna alfombra de verdor en la que pueda recorrer al menos los... 10.000 metros lisos. Es un decir. La distancia, ejem.
Y no sé si pensar que se trata de una señal porque... ¡esta mañana al ir a guardar algo en el maletero de Salvatore un clon de Adelfo subía afanoso la pared del garaje (ya iba por la mitad), justo donde mi compañero de fatigas descansa su trasero! Aunque pensándolo bien... era un caracolón (por su tamaño)... ¿será quizás el progenitor de Acelgo que le busca al estilo páter de Nemo? Sólo el tiempo lo dirá, sólo el tiempo...
Esteeeee... ¿habrá que dar de beber a los caracoles? :-P. Y puestos a preguntar... ¿podré aprovechar su baba incorporándola a mi crema hidratante de día?... Ahora está de moda la baba de caracol como supermegaprincipio activo, ¿no? :-D
Conste que lo relatado no es producto de mi invención ¡eeeehhhhhhhh! Si acaso he... leveinterpretado y/o levecontado la real realidad.
Como colofón, para quienes deseen echarse unas risas, o mínimo sonrisas, ¡marchaaaandoooo una de caracoles!
Destinaron unos años a su marido a Almería y fue en clase de danza oriental donde la conocí. Unas pocas alumnas, aventajadas y especialmente interesadas, decidimos apuntarnos a otras clases extras de nivel más avanzado, sin abandonar las que ya nos ocupaban. Entre las ávidas de aprendizaje estaba Junko. ¡Se movía con un arte...! Sin lugar a dudas era la mejor de ambos grupos (huelga recordar que los japoneses generalmente hacen muy bien... todo lo que hacen), pero con cero afán de notoriedad. La danza oriental tiene un importante componente místico y se comenta, se dice, se rumorea... que los cuatro elementos, tierra, fuego, aire y agua, son los que determinan la personalidad de cada bailarina. La profesora consideraba, y se veía a la legua, que Junko era regida por fuego y tierra... y es que, al margen de la elegancia que le acompañaba, sus movimientos tenían mucha fuerza, potencia... lo cual no dejaba de resultar curioso ya que ella es todo serenidad, dulzura y humildad. En cambio yo, en apariencia más intensa, hasta en danza me la paso “levitando” porque es el aire quien me dirige y casi lleva en volandas; fusionado con agua, claro, que en algo se ha de notar que traigo de serie la cola de sirena :-)
Quería hablar de Junko hace tiempo, pero Doña Cotidianeidad acababa eligiendo el contenido de cada entrada. Quería, en una de ellas, contar que sin querer queriendo... al llevarla en coche a casa, tras las clases extras, nos fuimos haciendo amigas en cierto grado íntimas; puede incluso que considerablemente íntimas, teniendo en cuenta que en Japón el mundo emocional se vive de un modo más lejano y menos expresivo.
Quería contar que en la comida de “hasta siempre” que le organicé en casa, cuando su marido por fin obtuvo plaza en Sevilla, acabamos por sorpresa en un abrazo (de los de verdad de la verdadera) a tres, Junko, Olga y yo... consolando a la segunda por momentos muy difíciles vividos tiempo atrás que desconocíamos y que nos confesó en un momento dado de la reunión.
Quería mostrar aquí los regalos que me hizo, al partir. Mi nombre dibujado...
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¿A que es guapaaaaa? :-)
Y a propósito, me ha dicho un pajarito que las personas con Síndrome de Down saben muy bien a quien quieren abrazar. ¿Será cierto?... ¿Seré una enchufada?...
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