¡He resucitado! Y menudo alivio, pensaba que tendría que escribir desde ultratumba.
¡Ah sí!, aclaro para que se entienda. Siendo pequeña jugaba con mis hermanas a una cosa. Cuando veíamos la televisión y salía una mujer guapísima de la muerte, o una guerrera despampanante y valerosa, o una princesa encantada, o un ángel de Charlie, o una heroína de otro tipo ... la primera que decía: ¡ESA SOY YO, ESA SOY YO! pues eso, era ella sin que nadie rechistase ya que ... ser ese ser, se lo había ganado a pulso por anticiparse al resto. Y como quiera que –aunque peque- en edad les aventajaba, huelga decir la de mozas de infarto que he sido a lo largo de mi vida. Vamos ... me faltan dedos para enumerar.
Tras esta pequeña introducción cuento que acabo de bajar del lomo de un dragón al que me subí para realizar un vuelo. Y aunque redunde al decir que suena a “cuento”, no lo es.
Naturalmente en el instante en que Melisan -hija del mago verde (que le quiero verde) Carolinux- apareció en pantalla, me descubrí en mi interior diciendo: “¡esa soy yo, esa soy yo!”. Ni que decir tiene que se trataba de una dulce y noble muchachita, a la par que rubia de inmensa y delicada belleza. Tan sólo rechazaba de ella las alcachofas que llevaba trenzadas en sendas orejas, y es que el peinado en cuestión estropeaba su preciosa y larguísima melena de color oro; amén de que parecía un clon de Dulcinea del Toboso, como ya sabemos cuasi parienta del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Sin embargo debo confesar que me precipité en mi elección ya que cuando apareció Danielle de los bosques – juraría que hija de Robin y por ende con gran destreza en el manejo del arco y la flecha, además de noble y valiente hasta las trancas-, todo atlética, con ídem cabellera que Melisan pero pelirroja y unos ojazos azules que parecían más faros que ojos ... no me quedó otra que rectificar ante semejante bombón de fémina. Y repetí en mis adentrados adentros: ¡ESA SOY YO, ESA SOY YO! (en esa ocasión con más intensidad, de ahí las mayúsculas).
Aunque pueda parecerlo no, no es que me venda al mejor postor. Sucede que me reconocí más en Danielle ya que Melisan resultó un poco light de carácter. Y vuelve a suceder que el caballero con armadura que acompañaba al protagonista masculino en su viaje iniciático, tenía pinta de que bebería los vientos –y hasta los océanos- por mí, y me veo más con alguien a quien ya las sienes le platearon un poco que con Sir Peter, que así se llama el prota. Total que me dije: “estupendo, así nadie sale disgustado. La rubia con el joven, que además se atraen y hasta ya se han dado un piquito, y yo con el caballero enlatado, que posiblemente hagamos muy buenas migas; si depura un pelín ese “pronto” que a veces le invade claro. Pensándolo mejor ... ya que se dice, se comenta, se rumorea que el amor debe ser incondicional aceptaré esa arista, que supongo debe ser marca de la casa de todo caballero que se precie. ¡Menudo oficio! ... pobres, todo el día luchando, enfundados en metal, mal comiendo, mal durmiendo ... ¿cómo no se van a enfadar? ¡Unos héroes es lo que son!, aunque no salgan en el telediario. Tampoco su tono de voz me hace mucha gracia pero ... tendré presente la incondicionalidad por aquello de que todos tenemos taras. "
¡Ah sí!, aclaro para que se entienda. Siendo pequeña jugaba con mis hermanas a una cosa. Cuando veíamos la televisión y salía una mujer guapísima de la muerte, o una guerrera despampanante y valerosa, o una princesa encantada, o un ángel de Charlie, o una heroína de otro tipo ... la primera que decía: ¡ESA SOY YO, ESA SOY YO! pues eso, era ella sin que nadie rechistase ya que ... ser ese ser, se lo había ganado a pulso por anticiparse al resto. Y como quiera que –aunque peque- en edad les aventajaba, huelga decir la de mozas de infarto que he sido a lo largo de mi vida. Vamos ... me faltan dedos para enumerar.
Tras esta pequeña introducción cuento que acabo de bajar del lomo de un dragón al que me subí para realizar un vuelo. Y aunque redunde al decir que suena a “cuento”, no lo es.
Naturalmente en el instante en que Melisan -hija del mago verde (que le quiero verde) Carolinux- apareció en pantalla, me descubrí en mi interior diciendo: “¡esa soy yo, esa soy yo!”. Ni que decir tiene que se trataba de una dulce y noble muchachita, a la par que rubia de inmensa y delicada belleza. Tan sólo rechazaba de ella las alcachofas que llevaba trenzadas en sendas orejas, y es que el peinado en cuestión estropeaba su preciosa y larguísima melena de color oro; amén de que parecía un clon de Dulcinea del Toboso, como ya sabemos cuasi parienta del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Sin embargo debo confesar que me precipité en mi elección ya que cuando apareció Danielle de los bosques – juraría que hija de Robin y por ende con gran destreza en el manejo del arco y la flecha, además de noble y valiente hasta las trancas-, todo atlética, con ídem cabellera que Melisan pero pelirroja y unos ojazos azules que parecían más faros que ojos ... no me quedó otra que rectificar ante semejante bombón de fémina. Y repetí en mis adentrados adentros: ¡ESA SOY YO, ESA SOY YO! (en esa ocasión con más intensidad, de ahí las mayúsculas).
Aunque pueda parecerlo no, no es que me venda al mejor postor. Sucede que me reconocí más en Danielle ya que Melisan resultó un poco light de carácter. Y vuelve a suceder que el caballero con armadura que acompañaba al protagonista masculino en su viaje iniciático, tenía pinta de que bebería los vientos –y hasta los océanos- por mí, y me veo más con alguien a quien ya las sienes le platearon un poco que con Sir Peter, que así se llama el prota. Total que me dije: “estupendo, así nadie sale disgustado. La rubia con el joven, que además se atraen y hasta ya se han dado un piquito, y yo con el caballero enlatado, que posiblemente hagamos muy buenas migas; si depura un pelín ese “pronto” que a veces le invade claro. Pensándolo mejor ... ya que se dice, se comenta, se rumorea que el amor debe ser incondicional aceptaré esa arista, que supongo debe ser marca de la casa de todo caballero que se precie. ¡Menudo oficio! ... pobres, todo el día luchando, enfundados en metal, mal comiendo, mal durmiendo ... ¿cómo no se van a enfadar? ¡Unos héroes es lo que son!, aunque no salgan en el telediario. Tampoco su tono de voz me hace mucha gracia pero ... tendré presente la incondicionalidad por aquello de que todos tenemos taras. "
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Dicho y hecho: rehice reparto de personalidades y cada uno a su tarea. La mía, también ser compañía en la empresa que nos ocupaba: salvar el mundo de la magia derrotando a la malísima maldad.
Pero hete aquí que, en esa lucha entre bien y mal que era el intríngulis de la historia, el dragón malo (la mayoría son buenos si no están hechizados) nos la jugó en un momento dado, con el resultado de que morí. O para ser exactos me mató. ¡¡¡Oooooooooh, bnzkydtuy nñlkashgipuyaiuwet olbnaiusriuygawoir kjaskghiuasyidut!!! (improperios varios que no conviene reproducir de feos y fuertes que suenan). Aunque no inicié el tránsito al otro lado sola ya que mi canoso caballero me siguió un par de minutos después. Además lo hizo mu’ romántica y solemnemente, en plan Cyrano de Bergerac. Dijo algo como ... “Hubiera pasado todos los días de mi vida junto a ti,”, mientras lloraba mi ausencia (¡snif, snif!), “ahora, que ya no es posible, te acompañaré en el camino de la muerte” continuó. Ays, ays que me emociono, ¡qué entregado mi caballero ... hasta el último instante de su life!
Aunque claro, como muerto el perro se acaba la rabia, ejem digo ... muerto el dragón se acaba todo lo malo que hizo pues ... voilà!, regresé ... regresamos a la vida después de que Sir Peter le liquidase en su batalla personal e intransferible (imprescindible en cualquier historia de aventuras una lucha final en la que el bueno gane al malo, ya sin ayuda externa), venciendo en este caso no a base de espada sino de raciocinio y conocimientos científicos.
Y aunque fueran dibus pesqué alguna perla sabia pues se encuentran en todos lados si se está atento. He aquí un par:
“El temor gobierna al hombre”.
“Si el hombre debe superar lo insuperable, debe existir magia para que le inspire. El mundo necesita de la magia ... la magia no puede morir”.
Esto es todo, que no es poco. Agradezco a mi amigo Urko que me facilitara el pasaje de retorno a mi infancia. Como transporte he empleado una película de animación de 1982 llamada “El vuelo de los dragones”. Y yo, tras verla –y hasta formar parte de su elenco ¡qué suertuda!- puedo asegurar, como diría el anuncio, que: “¡Hoy me siento flex!”
Dicho y hecho: rehice reparto de personalidades y cada uno a su tarea. La mía, también ser compañía en la empresa que nos ocupaba: salvar el mundo de la magia derrotando a la malísima maldad.
Pero hete aquí que, en esa lucha entre bien y mal que era el intríngulis de la historia, el dragón malo (la mayoría son buenos si no están hechizados) nos la jugó en un momento dado, con el resultado de que morí. O para ser exactos me mató. ¡¡¡Oooooooooh, bnzkydtuy nñlkashgipuyaiuwet olbnaiusriuygawoir kjaskghiuasyidut!!! (improperios varios que no conviene reproducir de feos y fuertes que suenan). Aunque no inicié el tránsito al otro lado sola ya que mi canoso caballero me siguió un par de minutos después. Además lo hizo mu’ romántica y solemnemente, en plan Cyrano de Bergerac. Dijo algo como ... “Hubiera pasado todos los días de mi vida junto a ti,”, mientras lloraba mi ausencia (¡snif, snif!), “ahora, que ya no es posible, te acompañaré en el camino de la muerte” continuó. Ays, ays que me emociono, ¡qué entregado mi caballero ... hasta el último instante de su life!
Aunque claro, como muerto el perro se acaba la rabia, ejem digo ... muerto el dragón se acaba todo lo malo que hizo pues ... voilà!, regresé ... regresamos a la vida después de que Sir Peter le liquidase en su batalla personal e intransferible (imprescindible en cualquier historia de aventuras una lucha final en la que el bueno gane al malo, ya sin ayuda externa), venciendo en este caso no a base de espada sino de raciocinio y conocimientos científicos.
Y aunque fueran dibus pesqué alguna perla sabia pues se encuentran en todos lados si se está atento. He aquí un par:
“El temor gobierna al hombre”.
“Si el hombre debe superar lo insuperable, debe existir magia para que le inspire. El mundo necesita de la magia ... la magia no puede morir”.
Esto es todo, que no es poco. Agradezco a mi amigo Urko que me facilitara el pasaje de retorno a mi infancia. Como transporte he empleado una película de animación de 1982 llamada “El vuelo de los dragones”. Y yo, tras verla –y hasta formar parte de su elenco ¡qué suertuda!- puedo asegurar, como diría el anuncio, que: “¡Hoy me siento flex!”
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