Llaman a la puerta. Me asomo por la mirilla y veo que es el miedo. No me interesa su visita. Decido no abrirle y regreso a seguir disfrutando de una infusión con mis amigas Doña Tranquilidad y Doña Esperanza, compañía preferible harto infinito.
Volverá probablemente.
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Volveré, a no abrirle, seguramente.
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Quizás se cuele en algún momento. Si así sucede, ojalá logre echarle pronto.
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