martes, 13 de enero de 2009

Mi blanca primera vez

"Corazón tan blanco" no es sólo el título de un libro de Javier Marías. Es algo más.

El viernes por la tarde, sentada en la sala de casa, quedé absorta contemplando un “universo personalizado” que vive en una de sus paredes y cuyos habitantes son Don Solete, la estrella Nicolasa y Sel (ene), con un lucero recién pescado porque es aficionada al deporte en cuestión, sólo que en vez de practicarlo en agua lo hace en aire; o para ser exactos en ausencia del mismo. Y fijando mi mirada en ellos plácidamente permanecí con la mente si no en blanco, casi...
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Acababa de ver una película de la que no soltaré prenda en este instante ya que se proyectará algún día en “La luciérnaga”. No fue por su temática, al menos de un modo expreso, pero tal vez imbuida un poco por ella, tras un largo tiempo, me acabó invadiendo una pregunta: “Si supieras que pronto morirías, qué te gustaría hacer?”. Y sin que apenas transcurriesen unos segundos una respuesta apareció: “deseo que me nieve. O al menos, en su defecto, ver de cerca nevar”.

Llegada a este punto tal vez convenga informar al respetable que pueda aparecer por estos lares, que ya conté en alguna entrada lo mucho que me gusta... “dejarme llover”; sin paraguas claro. El resto de la tarde lo viví inmersa en un extra de serenidad que no sé en realidad de dónde provenía. Creo que sencillamente me sentía, como suelo decir, “alegre”. Porque sí.

A la mañana siguiente me desperté temprano como de costumbre y tardé unas horas en encender el teléfono pues me autodenomino “una chica móvil de lo más inmóvil”. Que no vivo a expensas de él vaya, que puedo pasar -de hecho paso- varios días sin acordarme de su existencia y que incluso en momentos en que debiera llevarlo por seguridad, por ejemplo cuando voy sola a una cala poco o nada frecuentada, me olvido de cogerlo. Un desastre en resumidas cuentas en este aspecto, pero creo que todo viene por mi resistencia a sentirme “esclava” de un aparatito que sí, reconozco es al mismo tiempo una herramienta magnífica si se emplea como es debido. Lo dejo que me desvío...

Sonó la señal de un mensaje que me envió en la madrugada Jose: “Si te apetece pisar nieve este fin de semana, ya tienes chófer”. Naturalmente lo primero que pensé fue: “¿Esto es casualidad o causalidad?... ¡Esto es magia potagia indiscutiblemente! (eso, o que alguna forma de telepatía existe)". Huelga decir que mi alma, acompañada por mi voz dactilar, le contestó con un sonoro y mayúsculo: "¡¡¡ SÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍÍ !!!, ¿cuál es el plan?".

A medida que íbamos acercándonos se veían diferentes sierras nevadas desde la carretera y paralelamente en mi interior comenzaba a descumplir años, que no vida pues esa se incrementaba con cada kilómetro de recorrido. Y es que llevaba sin pisar nieve calculo que unos seis-ocho años, pero lo que no imaginaba es que al llegar... ¡¡¡estaba nevandooooo!!! Me da saltitos el que late en este momento al recordar las sensaciones experimentadas. Amenacé a Jose con ser pesada y darle unas cuantas (tropecientas) veces las gracias, como creo así hice pues son estos los regalos que más me llenan, máxime si llegan inesperadamente: los que “hornean” emociones positivas y las sacan calentitas del corazón, incluso en escenarios tan helados como en el que nos encontrábamos. Y lo que es mejor... que permanecen con esa temperatura cálida por años que pasen. Es más, creo recordar que lo primero que hice nada más bajar del coche fue darle un abrazo de pura alegría... y agradecimiento.

Vi los copos que caían con delicadeza; pude apreciar minuciosamente sus diferentes formas... ¡auténticas y efímeras estrellitas! Toqué la nieve... con los ojos cerrados, con los ojos abiertos. Toqué incluso su color... ¿es posible? Sí, lo es. La respiré. ¿La comí... o la bebí sólidamente? Y, aún compartiendo la experiencia, de un modo extraño, hacía ese paseo sola pues conmigo estaba esa otra yo que siempre me acompaña en momentos intensos y que en algún escrito anterior ya expliqué me hace vivirme "estando más allá del límite de las cosas"... e incluso de las personas por importantes que puedan llegar a ser para mí, por vinculada que pueda estar a ellas, por próximas a mí que se encuentren físicamente. Quiero decir que... todas esas sensaciones eran exclusivamente mías, intransferibles, y por más que las intente describir, pormenorizadamente, seguirán perteneciéndome y nunca lograré expresarlas con detallada exactitud.

Fue como regresar a los ocho años. Como si toda la ropa que me envolvía para aislarme del frío se tratase de un manto de auténtica inocencia que me cubría de pies a cabeza. Y empapada de belleza, porque esa traspasa al impermeable de trama más densa, descubrí que blanco + buena compañía + blanco = ¡inmensa alegría!, que después, a medida que se calma, deja un enorme poso de paz y enriquecimiento.

Sí, “corazón tan blanco”, además de un libro, es... fui yo este fin de semana. Le preguntaré a Jose si también sintió que el suyo se vistió de ese color. Y, por supuesto, desde aquí le digo una vez más... GRACIAS, mayúsculamente. El, mejor que nadie, en este momento sabrá por qué escribo así la palabra.



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4 comentarios:

  1. Leve dices ...“Si supieras que pronto morirías, qué te gustaría hacer?”...
    Te cuento lo que yo "haría": Le diría al doctor: "no me va bien morirme ahora" e intentaria morirme más adelante, pero mucho más adelante. En el momento más dificil, cuando todo el mundo te mirara como moribundo, hasta el punto que tu mismo dudaras de que vas a sobrevivir... entonces me comería unas palomitas de maíz y resurgiría de las cenizas, como un ave Fénix, hacia una nueva vida... una vida aprovechada a cada instante, intensa en detalles que antes pasaban desapercibidos... rodeado de lo que es de verdad... dando amor pase lo que pase... sin miedo a nada, pues ¿a que vas a temer? si ya has visto a la muerte cara a cara...

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  2. Me has hecho reír con tus palomitas y con tu “Mire usted doctor, no me va bien morirme ahora”.

    ¿Dando amor pase lo que pase? ... Dice una canción -“Corazón de cristal” de Jorge Drexler- ... “a veces tanto amar, lastima. Por la misma senda que el amor abrió, la pena camina”. Sí, ya sé a qué amor te referirás pero no olvides que a fin de cuentas la mayoría somos escandalosamente humanos, y pocos los capaces de amar sin esperar algún tipo de correspondencia.

    A mí, Sangon, hoy el temor me atenaza. Será que no he visto a la muerte cara a cara aunque a veces haya tenido la sensación de que sí.

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  3. Cuando le dije al doctor: "No me va bien morirme ahora"... me miró con cara de circunstancias...no habló y me dio unas palmaditas en el hombro... me dió miedo, pero muchas veces somos más fuertes de lo que creemos...
    Cuando tengas miedo...come unas palomitas,"te invito" en la distancia, saborealás cada una como si fueran únicas...
    Lo del amor, es diferente para cada uno, y cada uno lo vive a su manera... pero yo creo que amor y sufrimiento van por dos caminos distintos...

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  4. Sangon ... lo prime ... gracias por las ricas palomitas, ¡ñam, ñam!, con su puntito justo de sal.

    Lo segun ... siempre somos más fuertes de lo que creemos, si toca; no queda otra. Salvo los que deciden marcharse de la vida -y a los que no seré yo quien juzgue- porque A, B, C, D ... o todas las letras juntas les resultan insoportables.

    Lo terce ... cuando te escucho, ejem, leo, hablar de amor supongo que lo sueles hacer del “amor universal”, por ponerle una etiqueta. Ese que debiera amar sin medida. Ama y no mires a quien. Me encanta la idea y si te digo que en mis estanterías viven bastantes de los autores que al parecer lees ... pues ya imaginarás. Pero la realidad es que el propio carácter humano hace que nuestro amor –salvo en seres muy avanzados- sea condicional y desee sentirse retribuido del algún modo.

    Por supuesto que amor y sufrimiento van por caminos distintos. Incluso el dolor que provoca el desamor, que es el que aprieta al alma y no el primero. Es decir es la ausencia de amor lo que nos aflige, bien sea como energía que nos mueve –no nos mueve en este caso- o como no correspondida. El dolor, duele –nunca mejor dicho- pero es bueno a la postre porque enseña, fortalece y hace que se valore a su contrario. Si no existiera el frío, no se tendría conciencia del calor. Distinto es quedarse a vivir en él permanentemente, entonces uno se instala en el sufrimiento. Y mala cosa.

    Que estés bien, o requetebien a escoger.

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