Creo que es importante decir en voz alta “te quiero”. A un familiar, a la pareja, a los amigos, a un animal de compañía... Sí, es importante, no ya para los demás sino para uno mismo, vestir de palabras un sentimiento de tal calibre; al menos de cuando en cuando. Lo visualizo en este momento como... como cuando se lanza confeti. Querer, aparte de una responsabilidad, es en esencia una fiesta y arrojar papelitos de colores al objeto de tu amor simboliza la celebración de ese sentir, la alegría que representa en la existencia propia y conjunta. Pero hay que aprender a hacerlo, a sacarlo afuera, y no todos tenemos esa oportunidad... o capacidad. Opino que la educación emocional es una de nuestras grandes asignaturas pendientes, pero ya vamos dando pasitos lo cual es esperanzador. Honestamente debo reconocerme muy afortunada ya que pude ser alumna y a su vez algunas, poquitas, personas han llegado a decirme con una sonrisa e incluso un abrazo: me has enseñado a decir “te quiero”. Naturalmente recibí ese reconocimiento como un gran regalo ya que en mi ánimo no se encontraba el ir de “maestra”. Pero es lo que tiene mezclarse, interactuar... que vamos aportándonos nuestros conocimientos, e incluso desconocimientos, los unos a los otros.
Y hay tantos modos de expresarlo, además de recurriendo a la palabra hablada (dejando aparte en estas líneas a la forma más auténtica y verdadera: a través del “acto”. Tal como se refleja en un sabio refrán: “Obras son amores y no buenas razones”). Durante un tiempo a alguien se lo decía reproduciendo cerca de su oído el sonido de mi latido, siempre sosegado, hirviendo a fuego lento, con un ligero eco: “pon-ponnnnnnn, pon-ponnnnnn, pon-ponnnnn, pon-ponnnnn...”
Y todo esto viene a cuento porque cogí de nuevo uno de esos libros, compañeros de piso, a los que he doblado páginas por aquí, subrayado por allá en un color en la lectura inicial, en otro distinto en relecturas posteriores de pasajes... lo que, en definitiva para unos será mancillarlo y para otros, como yo obviamente, “vivirlo”.
Et voilà, tras pasearlo, la “huella” que dejé en su primera página.
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A veces, se dice "te quiero" sin hacer nada, solamente estando ahí, muy cerca físicamente o simplemente cerca... en el corazón. O más allá... está ese "te quiero" que persiste incluso cuando alguien deja de existir.
ResponderEliminarPor otro lado, parece que haya "te quieros" correctos o no correctos; permitidos o prohibidos... como si al amor se le pudieran poner límites. Tal vez, se le puede intentar encorsetar con condicionamientos aprendidos de todo tipo, pero nunca se podrá evitar ese "pon-pon" del corazón diciendo libremente un... te quiero
Sangon ... estoy de acuerdo contigo pero no lo estoy. Quiero decir que, en efecto, se dice “te quiero” estando. ¿Pero acaso “estar” no será posiblemente el mayor acto de amor, más aún cuando ese alguien objeto de nuestro amor ya no existe físicamente? Aquí, es donde no te doy la razón, aunque sí. Bueno, supongo que ya me irás entendiendo un poquito en mi manera de expresarme vía comentarios. Aquello de “rizar el rizo” parece formar parte de una. Será que es una extensión de mi melena leonil (rizada claro) a mi pensamiento-sentimiento.
ResponderEliminarY en respuesta a tu segundo párrafo tan sólo puedo decir una cosa: los únicos "te quieros" que a mí sí me parecen incorrectos son aquellos que fingen ser reales pero no lo son.
Un saludillo de lo más blanco (sigo empapada por el fin de semana vivido).