Hoy un tipo me ha dicho algo que cito textualmente: “Deberías ser de otra forma... menos trascendente”. ¿Mandeeeeee? Un tipo que no me conoce, matizo. Entre otras lindezas añadió que soy atractiva aunque se me note “pensante” (literal) en mi pose y encima ha tenido la desfachatez de proponerme una cita a ver si le hago cambiar de opinión. Ja, ji, ju, ja, je, jo... me da la risa.
En principio no merecería la pena que dedicase tiempo a comentar al respecto, ni siquiera a recordarlo, sin embargo estoy -con perdón- hasta los ovarios de “eminencias que saben lo que le conviene en su ser-estar a los demás”, así como de escuchar eso de... “eres especial”, bien sea como intento de piropo con afán ligón o como un sutil insulto. Y me cansa particularmente cuando sale de boca de radiografiadores (palabro sí, que hace tiempo que no me invento alguno) de pacotilla... de seudoaficionados a la psicología o sociología que al parecer se creen profesionales que, en caso de serlo (efectivamente el individuo en cuestión se dedica a lo segundo), dejarían bastante que desear en el desempeño de su trabajo. ¿Implacable en mi juicio?... sí, ¿y qué?
Evito la violencia de cualquier tipo-grado y “cuando me buscan” no suelen encontrarme pues generalmente tomo otra dirección, o impongo silencio como alternativa al conflicto si es posible, peeeeeeero... esta vez he decidido responder con la misma moneda. Marcar límites, que se diría. Por tanto hoy he abandonado una cita de Gandhi que procuro llevar a la práctica (precisamente no haciendo el trueque que refiere) y que reza: “Ojo por ojo y el mundo acabará ciego”. Y tanto me da en este momento haber contribuido a aumentar la cifra de los que no ven o de los tuertos del planeta.
¡Uffff!, me doy cuenta de que empiezo a estar mu’ mayó’ p’aguantar según qué cosas... a según qué gente... no diligente. A punto he estado de preguntarle: "¿Y tú... naciste capullo o te volviste?”, pero finalmente, con la mayor calma del mundo mundial y un acrónimo, le he mandado a un lugar poco grato soltándole un: “A.T.P.C”, tal cual. Conste que la Real Academia de la Lengua acepta la locución, que remite a salva sea la parte de la anatomía humana (o a la misma puñeta también, a escoger destino exacto) por la que se excretan residuos alimenticios. Eso sí, figura en el diccionario como vulgar... vulgaris, obviamente.
Y digo yo que a buen entendedor... pocas palabras –o siglas- bastan. Para mí que lo ha captado, aún siendo un “listillo”. Y ahí estoy... aprendiendo a desaprender lo aprendido. Quién sabe... igual me acaba gustando y me aficiono, pero sólo cuando resulte imprescindible.
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jeje, vaya peligro que tienessss :-)
ResponderEliminarPues sí, es prudente no decirle a la gente lo que debe hacer, si no quieres terminar T.P.C.
Amoavé... ¡¿qué manera es esa de (intentar) ligar?!... ¡A.T.P.C!, je. Si es que hay cada uno con un rostro queeeee...
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