Desde mi singular ...
a veces me pregunto cómo sería conjugar en plural.
Y conservaré la botella de vino, no sé por qué.
Yo no entiendo casi nada y me muevo torpemente, pero el espacio es hermoso, silencioso, perfecto. Yo no entiendo casi nada, pero comparto el azul, el amarillo y el viento. La tarde avanza lentamente, y yo mirando quiero ver. (Eduardo Chillida)
Sería... mirar lo mismo pero con otros ojos...
ResponderEliminarPor ejemplo, con-jugar podría ser jugar-con...
Creo que conjugar en plural es algo que surge entre dos personas de forma espontáneo... y puede ser la muestra de la empatía. Creo que cuando dos personas se “exponen” al otro en principio se habla mucho en singular… yo… yo… tú… tú… y de repente (y esa es la “magia” del amor) te das cuenta de que estás hablando de… nosotros… nosotros… nosotros…
ResponderEliminarHay personas que no son pareja y que sin embargo también tienen una relación de “nosotros” y hay que saber medir… porque es un término que une mucho. Hay mucha implicación en un nosotros.
Eso sí… hay parejas que a pesar de llevar 50 años juntos… siguen hablando en términos singulares… yo… yo… yo… y yo… Ah! y tú…
(Siempre se puede soñar con un… nosotros… global...)
Sangon ... mirar lo mismo, pero con otros ojos ... y también mirar en la misma dirección. Querer llegar al mismo lugar.
ResponderEliminar¡Chapeau por ese con-jugar que transmutas a jugar-con! ... pero sólo en la versión jugar con fulanito, con menganita, con zutanito ... En cambio ¡jamás con sus sentimientos!
Recuerdo que el año pasado escribí una entrada que titulé “1+1 = nosotros” que hablaba precisamente de ese “nuestro” que surge de la “magia” que une a dos personas. En aquella ocasión me refería a la unión de pareja.
ResponderEliminarY sí, tienes razón en cuanto a que, por lo general, ese conjugar de modo plural surge espontáneamente. Pero, particularmente ... es más, en la generalidad, también hay mucho de “elección” en amar a otro. No estoy hablando del “amor universal”, que también podría adaptarlo a esa “energía”. Sino de un amor menos extensivo, más “humano” (por ende condicional) aunque no necesariamente ceñido al de pareja.
Lo que digo es que ... en última instancia amar es un acto de voluntad, una decisión libre, más o menos consciente dependiendo del individuo que ame. Hoy mismo lo refería en la entrada frutera: somos un paquete. De tal manera que si digo amar a mi amiga fulanita ... la amo en su totalidad. Amo incluso lo que no me pueda gustar de ella. Y viceversa ... ¡espero!
Esas parejas de 50 años “bajo el mismo techo” para mí no están juntas. Más que “juntarse” ... se aguantan. Lo cual personalmente ¡ups!... me da una tristeza y yuyu que pa’ que. Pero claro ... es que yo quiero cantar la tonada de los Beatles ... “When I'm Sixty-Four” ... ¡hasta lancé la semilla a la parcela de mis sueños!