El alma es nuestra casa...
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Nuestros ojos sus ventanas...
.Y nuestras palabras...
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sus mensajeras.
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Yo no entiendo casi nada y me muevo torpemente, pero el espacio es hermoso, silencioso, perfecto. Yo no entiendo casi nada, pero comparto el azul, el amarillo y el viento. La tarde avanza lentamente, y yo mirando quiero ver. (Eduardo Chillida)
Hay instantes, en que nuestros ojos expresan tanto que la única palabra que existe, el único mensaje válido es... Silencio.
ResponderEliminarjo. te tengo abandoná. ya mismo vuelvo.
ResponderEliminarCierto, por eso aquella frase de "los ojos son el reflejo del alma".
ResponderEliminarEl alma es apenas un traje,
ResponderEliminarnuestros ojos los botones
y nuestras palabras la sisa
que casi siempre nos tira.
Si el alma es nuestra casa ¿quiénes somos nosotros?
ResponderEliminarSangón... ¡y cuánto puede llegar a decir ese silencio! Algún sabio apuntó: “La verdadera amistad sobreviene cuando es cómodo el silencio entre dos personas”. ¡Estoy de acuerdo!
ResponderEliminarFeroz... con que no me abandone yooooo... :-) Hasta tu vuelta pues.
Myriam... los ojos son el espejo del alma... y en ocasiones la voz.
Amkiel... nada como un alma cuya composición sea de tejido elástico... y problema de la sisa si no subsanado, al menos aliviado. Si los ojos son botones, mejor estos ...
Víctor... nosotros somos los habitantes de esa casa. La esencia que da pie a que haya un “hogar, dulce hogar”... o un “hogar, amargo hogar".
A ver Leve, me gustaría que me hablaras más sobre eso de que la voz es el espejo del alma, es que ¿sabes? por ahí hay dos que tres voces que me fascinan y quisiera saber como hacerle para descifrar los secretos de su alma con sólo oírlas.
ResponderEliminarSaludos!
Creo que a menudo la voz tiene el poder revelador de la mirada; difícilmente engaña. Es más, diría que voz y mirada van ligadas... para descubrir a quien se tiene enfrente. No sabría darte pautas para descifrar de manera exacta, ya que ahí interviene la intuición de cada cual, pero el amigo Sangón posiblemente diría que hay que escuchar el corazón del otro. Pero su corazón, su auténtica naturaleza, no cómo desearíamos que fuera... no la proyección a la que solemos tender (“nuestros ojos son nuestras ventanas, recuerda”).
ResponderEliminarDe todas maneras, por si te sirve de algo, como refiere un sabio refrán: “El movimiento se demuestra andando”. Que viene a significar que son los actos los que determinan quienes somos verdaderamente.
Hasta otra amigüi.