viernes, 18 de diciembre de 2009

Una ¿sola? voz

Ya han empezado las vacaciones navideñas en danza oriental. Una de mis profesoras, Rocío (encantadora a todos los niveles), no podía darnos la última clase del trimestre pues la muy suertuda hace unos días partió hacia Egipto, para bailar con la compañía madrileña de Nesma “Al-Andalus”. ¿Escenarios de las actuaciones? La mismísima "Biblioteca de Alejandría" y también un palacete, según nos contó. ¡Cuánto me alegro por ella!... y cuánta envidia siento por mí, je.

Estaba previsto que otra profesora de oriental la sustituyera pero algo se lo impidió finalmente. Sin embargo la clase no se anuló. Diría incluso que se “expandió” ya que tremenda y enriquecedora sorpresa nos llevamos las pocas alumnas que fuimos.

Estela, la profesora de Pilates, a quien no tenía el placer de conocer sino apenas intuir por haber coincidido con ella alguna vez en la piscina, se encargaría de suplir a Rocío con una... “improvisación”.
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En un ambiente de luz tenue e incienso volátil, nos pidió que sin calzado nos colocáramos de pie, que formásemos un círculo y que nos cogiéramos de las manos cerrando los ojos. Comenzó entonces a sonar una melodía que identifiqué de inmediato y que me arrancó en voz alta un emocionado: “¡Oh!... una de las piezas de la banda sonora de mi vida!"...



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Estela hablaba... nos invitaba a ir relajando el cuerpo, la mente... a enlentecer la respiración de manera gradual, a tomar conciencia del “aquí y ahora” que nos ocupaba... a “flotar”. Nos guiaba a un lugar de serenidad incitándonos a soltar cargas, a aligerar la mochila personal de lo que es cotidiano, de lo que no... a conectar con la tierra, con el cielo, con nosotras, con los otros... hasta callar en los últimos minutos de la melodía. Cuando cesó la profunda voz del maravilloso contralto que brota de la garganta de Lisa Gerrard... pidió que abriésemos los ojos, cada una al ritmo que su propio ser-estar lo requiriese... sin prisa... incluso sin pausa.

De las ocho mujeres que allí nos encontrábamos ninguna emitió sonidos; estaban de más porque hay ocasiones en que el silencio lo dice todo. Pero sí nos mirábamos con calma a los ojos, que parecían presas a punto de desbordarse por el caudal de lágrimas que contenían. Lágrimas de agüita pura que nos limpiaba el cristal por el que se asoma el alma... y por el que a ella se asoman. Al mismo tiempo en cada boca se dibujaba una casi imperceptible sonrisa. Podría decirse que compartíamos un lenguaje ajeno a la palabra hablada... que nuestras voces mudas confluyeron en una sola que nos hermanó... que contactamos desde los adentrados adentros y que nos invadió un sentimiento fraternal que dudo logre describir con exactitud...

Mirarnos era como decir: “Hola, estoy aquí, frente a ti... frente a mí... sin muros de protección, sin barreras, sin “egofronteras”, sin pasado, sin futuro... para darte y darme la bienvenida a este encuentro de esencias humanas, porque tú eres yo y yo soy tú...". Mirarnos... para vernos. Esa era la autenticidad... la única realidad del instante... la que debiera ser siempre.

A lo largo de la clase hubo abrazos, porque sí. Besos... porque también. Danza libre. Caminares en soledad, en compañía, sonrisas cruzadas. Roces de manos. Sin pudor, sin parapetos, sin obligaciones... sacudiéndonos las unas a las otras lo sobrante, como si nuestras manos fuesen ese otoño perdido que cuando está presente provoca la caída de la hoja de los árboles... para renovarlos.

“Biodanza” la llaman y comprobé que, aunque apenas dimos unos pasos de puntillas por su territorio, permite sentir la VIDA pues fundamentalmente es una celebración de ella... por ella... con ella. Una fiesta musical que utiliza como instrumentos el cuerpo, el alma... la risa, el abrazo, el contacto sincero, tierno y generoso con el otro y con uno mismo... con esa VIDA que de puro verdadera... se vuelve mayúscula a partir de lo minúsculo.


Mmmmmmm... al recordarla, de nuevo me recorre por entero esa cálida energía experimentada...

Quizás, después –o antes- de todo, sí sea cierto que... somos uno con el universo.

Quizás, antes, durante y después de todo, sí sea cierto que el “amor”... es lo que mueve el mundo.

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6 comentarios:

  1. El mundo se mueve porque todavía no ha llegado.

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  2. ¿Quién... qué no ha llegado?... ¿El amor?... ¿el propio mundo?

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  3. es así,Leve,por amor se mueve

    Lo inexplicable es que se siga

    moviendo cuando Amor se muere!

    besos,felices fiestas

    Te quiero,gracias

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  4. Un movimiento hace referencia al cambio de posición, por lo que si sigue moviéndose es porque todavía no ha llegado a la posición final. Pero, ¿por qué quiso cambiar de posición?, quizás por amor terrenal.

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  5. El tema de lisa Gerrard...
    ¿Recuerdas este? Ahora somos libres...
    http://www.youtube.com/watch?v=rzpW7P83sb4

    También es de lisa Gerrard y no de Enya...

    Músicas para conectar con la Tierra, el cielo, con el universo...
    Con nuestro interior...

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  6. Mía...
    “Rompo este huevo y nace la mujer y nace el hombre. Y juntos vivirán y morirán. Pero nacerán nuevamente. Nacerán y volverán a morir y otra vez nacerán. Y nunca dejarán de nacer, porque la muerte es mentira” (Eduardo Galeano, “Memorias del fuego”).

    No hay que tener miedo al invierno, si los recuerdos están llenos de sol...

    http://www.youtube.com/watch?v=2uG9Lm7p14o

    Un “biodanzarín” abrazo y gracias a ti.


    Amkiel... el movimiento se demuestra andando según dicen, comentan, rumorean. Gracias por la aclaración.


    Sangón... ¡es verdad... es Lisa! Me sigue encantando el vídeo... y sigo practicando con el bastón en danza oriental, je. Gracias de nuevo.

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