Esa familia numerosa que se disponía a iniciar sus vacaciones en un viaje en coche, que si no duraba un día completo... ¡casi!...
Esas curvas enoooorrrrrmeessss y cerraaaaaaaadasss que parecían no tener fin, ya se tuviese como destino la costa o la montaña...
Ese padre, fumándose un puro mientras conducía que, como es de todos sabido, son eteeeeerrrrrnooossssss (y horribilus)...
Esas curvas enoooorrrrrmeessss y cerraaaaaaaadasss que parecían no tener fin, ya se tuviese como destino la costa o la montaña...
Ese padre, fumándose un puro mientras conducía que, como es de todos sabido, son eteeeeerrrrrnooossssss (y horribilus)...
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Ese programa radiofónico ¿”Carrusel deportivo”? con un locutor poseído por un espíritu infernal al que prácticamente lo único que se le escuchaba era el grito: ¡GOL-GOL-GOL-GOL-GOL-GOL-GOL-GOL-GOL-GOL-GOL-GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOLLLLLLL de fulanitooooooooooooo.....! (gol este, ha de saber el respetable, que era más eterno aún que el puro que se fumaba el pater)...
Ese calor sofocante que se concentraba en las piernas por la puñetera almohada que debían soportar, para la comodidad de la her-ma-ni-ta . pe-que-ña que, beneficios de su edad, tenía que ir tumbada sobre las ocho extremidades inferiores de los otro cuatro hermanos...
Ese... ¡tengo ganas de vomitar!, multiplicado por cinco vástagos y por tropecientos kilómetros... que con suerte daba tiempo a parar y evacuar fuera del vehículo, y con más fortuna aún -ante una potencial emergencia- la previsora mater había dotado a la zona trasera con bolsas pa’ que se tuvieran –o tuviesen- próximas... por si las moscas, digo nauseas si la magia-potagia de la “Biodramina” no había surtido efecto, que era lo habitual pues a ver quien era el guapo-a que soportaba aquel exceso de curvas sin marearse...
Esa ineludible parada pre o post-vómito en la que, tras arrojar, la mater te ¿aseaba? pasándote por el cuello y alrededores de la boca una toallita o pañuelo impregnado en “Joya”. Sí, han leído bien y los que padecieron semejante intensidad aromática... ¡ains!... saben a qué me refiero. Y eso que en casa había “Nenuco”, “De nenes” y en ocasiones “Petit Cheri”... ¡de Legrain! Todas ellas colonias fresquitas de niños, existentes aún en el mercado. Que me perdonen los torturados con la mención al perfume de marras si he vuelto a traer de su memoria un trauma infantil ya superado...
Pero justo es decir que no sólo la progenie era campeona en semejante epopeya (ya me gustaría a mí ver a Ulises en una de estas)...
Esa madre con y pico de bolsas a sus pies... que si con la colonia, que si con toallas, que si con piscolabis pa’ callar a los hijos cuando se pongan pesados de más, que si con las botellas de agua, que si con la merienda.... ¡Santa, más que santa!...
Y lo que ya daría pie a que cualquier padre o madre sea digno de que se le haga una escultura, sería el tener que soportar -so pena se decidieran en el último momento a convertirse en homicidas- a esos cuatro discos rayados (¡y porque la pequeña aún no hablaba bien!) que no paraban de repetir y repetir cada cinco minutos: cuánto queda, cuánto queda, cuánto queda, cuánto queda, cuánto queda, cuánto...
No está de mas recordar al respetable que antaño los turismos no iban equipados con reposacabezas, -ni delanteros ni traseros-, ni con aire acondicionado –aunque sí había muchos grados centígrados de temperatura en cualquier julio o agosto que se preciase... que por lo general eran todos- y tampoco contaban con cinturones de seguridad traseros. Pero total... ya nos “amortiguaría” un potencial lanzamiento de nuestros bodys el cuerpo de nuestra querida hermana pequeña. No todo iban a ser desventajas para los que hacíamos de cama...
Ese calor sofocante que se concentraba en las piernas por la puñetera almohada que debían soportar, para la comodidad de la her-ma-ni-ta . pe-que-ña que, beneficios de su edad, tenía que ir tumbada sobre las ocho extremidades inferiores de los otro cuatro hermanos...
Ese... ¡tengo ganas de vomitar!, multiplicado por cinco vástagos y por tropecientos kilómetros... que con suerte daba tiempo a parar y evacuar fuera del vehículo, y con más fortuna aún -ante una potencial emergencia- la previsora mater había dotado a la zona trasera con bolsas pa’ que se tuvieran –o tuviesen- próximas... por si las moscas, digo nauseas si la magia-potagia de la “Biodramina” no había surtido efecto, que era lo habitual pues a ver quien era el guapo-a que soportaba aquel exceso de curvas sin marearse...
Esa ineludible parada pre o post-vómito en la que, tras arrojar, la mater te ¿aseaba? pasándote por el cuello y alrededores de la boca una toallita o pañuelo impregnado en “Joya”. Sí, han leído bien y los que padecieron semejante intensidad aromática... ¡ains!... saben a qué me refiero. Y eso que en casa había “Nenuco”, “De nenes” y en ocasiones “Petit Cheri”... ¡de Legrain! Todas ellas colonias fresquitas de niños, existentes aún en el mercado. Que me perdonen los torturados con la mención al perfume de marras si he vuelto a traer de su memoria un trauma infantil ya superado...
Pero justo es decir que no sólo la progenie era campeona en semejante epopeya (ya me gustaría a mí ver a Ulises en una de estas)...
Esa madre con y pico de bolsas a sus pies... que si con la colonia, que si con toallas, que si con piscolabis pa’ callar a los hijos cuando se pongan pesados de más, que si con las botellas de agua, que si con la merienda.... ¡Santa, más que santa!...
Y lo que ya daría pie a que cualquier padre o madre sea digno de que se le haga una escultura, sería el tener que soportar -so pena se decidieran en el último momento a convertirse en homicidas- a esos cuatro discos rayados (¡y porque la pequeña aún no hablaba bien!) que no paraban de repetir y repetir cada cinco minutos: cuánto queda, cuánto queda, cuánto queda, cuánto queda, cuánto queda, cuánto...
No está de mas recordar al respetable que antaño los turismos no iban equipados con reposacabezas, -ni delanteros ni traseros-, ni con aire acondicionado –aunque sí había muchos grados centígrados de temperatura en cualquier julio o agosto que se preciase... que por lo general eran todos- y tampoco contaban con cinturones de seguridad traseros. Pero total... ya nos “amortiguaría” un potencial lanzamiento de nuestros bodys el cuerpo de nuestra querida hermana pequeña. No todo iban a ser desventajas para los que hacíamos de cama...
¿Aquellos maravillosos años?... ¿seguro?.... ¡Por supuesto! En primer lugar eras tan peque que no te enterabas nada más que de lo que te tenías que enterar. O como mucho, te medio enterabas de lo que no debías; con lo cual seguías sin enterarte. Por otra parte... ¡no hay mal que por bien no venga! Ahora sé de dónde viene mi capacidad estoica... ¡se fue forjando en aquellos viajes! Bien lo sabemos los de mi generación: para ser un auténtico “superviviente”, nada como ir de paseo en el auto de papá... ¡cuidado con los baches... aaaayyyyy!...
Con lo que tal vez Leve sea un poco -o un mucho- gato de Cheshire, que para eso estamos en el país que estamos... y aparezca, o desaparezca, o no... o sí... o no sabe, no contesta...
Pd. Y no olviden llevar a la práctica -un poquito al menos... lo que se pueda en la medida de las posibilidades personales- "Cantar (tararear en su defecto) y reír", como sabiamente recomiendan los payasos, que ellos sí que saben de requisitos para mantener óptimamente la salud del cuerpo, de la mente... y del alma.
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Feliz inicio de vacaciones de fin de verano. Y complemento la PD con la definición de ser feliz que le dio un niño de cuatro años al ilustre Darwin: "hablar, reírse y dar besos".
ResponderEliminarPues felicidades por las vacaciones, si no las has cogido hasta ahora debes estar agotada. Se te echará de menos si desapareces también, aunque sea brevemente, de la bitácora...
ResponderEliminarFofó, es verdad... menudo dramón cuando se murió.
Y por curiosidad, ¿qué coche era el tuyo? El mío un Renault 6, no veas el torpedooooooooolllllll.
Ale, buenas vacas.
Amkiel... gracias... me parece que complementas perfectamente la definición de ser feliz (alegre que prefiero decir) con los besos. Lo que es a mí... ni el virus de moda me va a impedir que siga... ¡mua-mua y requetemuaaaa! Eso sí... sólo a quien realmente quiera... y se deje querer.
ResponderEliminarVíctor... gracias a ti también. Agotada no... ¡muertica! que decimos por estos lares. Sobre todo porque agosto lo he pasado, a excepción de unos días, sola en el departamento. Y, como reza el título de aquella película, han sucedido... “una serie de catastróficas desdichas”, una tras otra. Pero, entre cortarme las venas y dejármelas largas... opté por lo segundo. Es más práctico... y alivia muchííííísimo.
Lloré con Fofó, mucho, pero cuando se estrelló el avión en el que viajaba Félix Rodríguez de la Fuente... ains... casi me deshidrato de tanto...¡buaaaa, buaaaa, buaaaa!
Hubo varios coches por lo que no recuerdo bien el de la época en cuestión. Era como el "Tiburón" pero no era. Bueno, un lío porque dos de mis tíos sí tenían sendos "Tiburones"... En fin, tengo que buscar alguna fotografía para corroborar, ya por curiosité.
Yo también lo pasé peor con Rodríguez de la Fuente, debe ser que ya éramos un pelín mayores y nos dábamos más cuenta de las cosas..
ResponderEliminarJeje, no me digas más, ya te digo yo el coche que tenías: un Citroen CX Palas... era un coche muy bueno en aquélla época. El Tiburón era un pelín más antiguo, pero nos tenía a todos fascinados por su aspecto y por ese nombre amenazante.
Tengo también en mi blog (cómo no) una pequeña historia de viajes en coche (¡y en tren!) sobre la misma época (entrada del 27/04/2008). No tan bonita y personal como la tuya, pero se hace lo que se puede.. :)
Si me gustaban “Los payasos” no te cuento “El hombre y la tierra” y su creador. Todavía tengo grabada esa... ¡Operación Anaconda! Ahora claro está “National Geographic”... ¡que no desbanca su mérito ni su legado! para mí, por más geniales que sean los documentales actuales.
ResponderEliminarPues no sé si el coche que asocio con los viajes es el que dices, pero sí que hubo un Citroen-BX rojo, aunque ya era más mocita; o sea posterior. Recuerdo que para mí era mágico potágico por aquello de que al arrancarlo... “levitaba”, un poco, je.
Tus entradas son tan wonderful como cualquier otra. Aunque sí es cierto que no te quedas en pelotalma picada, como con frecuencia suelo hacer yo. ¿O es top-blog-les lo que practico?, je.
Y ahora que estamos solos tú y yo, sssssshhh...que no se entere nadie. Me encantaba aquella tonada que Enrique y Ana le hicieron tras su muerte. Lo malo (y ñoño).... ¡SSSSHHHHHH!... es que todavía me sigue haciendo tilín. La canción, se entiende... Amiiiigoooo Félixxxxx, cuando llegues al cielooooo, amigo Félixxxxx hazme sólo un favoooorrrr, quiero ir contiiiigoooo a jugar un ratitoooo, con el osiiiito de la Osa mayoooorrrrr... ¡chin pon!