lunes, 28 de septiembre de 2009

Causa y consecuencia

La causa: forma parte de la "biblioteca de los libros de mi vida", encabezándola, por lo que de tanto en tanto lo releo, como ha sucedido días atrás...
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“Tengo serias razones para creer que el planeta de donde venía el principito es el asteroide B 612. Este asteroide sólo ha sido visto con el telescopio una vez, en 1909, por un astrónomo turco.
El astrónomo hizo, entonces, una gran demostración de su descubrimiento en un Congreso Internacional de Astronomía. Pero nadie le creyó por culpa de su vestido. Las personas grandes son así.
Felizmente para la reputación del asteroide B 612, un dictador turco obligó a su pueblo, bajo pena de muerte, a vestirse a la europea. El astrónomo repitió su demostración en 1920, con un traje muy elegante. Y esta vez todo el mundo compartió su opinión.

Si os he referido estos detalles acerca del asteroide B 612 y si os he confiado su número es por las personas grandes. Las personas grandes aman las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre lo esencial. Jamás os dicen: “¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere? ¿Colecciona mariposas?” En cambio, os preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Sólo entonces creen conocerle.


Si decís a las personas grandes: “He visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y palomas en el techo...”, no acertarán a imaginarse la casa. Es necesario decirles: “He visto una casa de cien mil francos.” Entonces exclaman: “¡Qué hermosa es!” Si les decís: “La prueba de que el principito existió es que era encantador, que reía y que quería un cordero. Querer un cordero es prueba de que se existe”, se encogerán de hombros y os tratarán como se trata a un niño. Pero si les decís: “El planeta de donde venía es el asteroide B 612”, entonces quedarán convencidos y os dejarán tranquilos sin preguntaros más. Son así. Y no hay que reprocharles. Los niños deben ser muy indulgentes con las personas grandes.”

("El principito", Antoine de Saint-Exupéry)

La consecuencia (inevitable): dejar que caigan en esta patria algunas de sus hojas (que en otoño suelen desprenderse de las ramas)... como quien arroja miguitas de pan para marcar el camino de regreso... a casa, al hogar. Y dejo una advertencia: Si algún pájaro (o "pajarraco") se atreve a comérselas... ¡se las tendrá que ver conmigo! He dicho.

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4 comentarios:

  1. Y lo bueno de ser consciente de ello es que empiezas pronto el camino, disfrutas del viaje, y el destino promete muchas satisfacciones.. :)

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  2. Pues sí. Pero la verdad... eso de que la meta importa menos que el camino, no sé yo, no sé yo...

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  3. pero no es eso lo que yo he dicho... o que he querido decir.

    Otra cosa. Me leí El Príncipito de niño, y te agradezco que me recuerdes su existencia para recuperarlo. Debe ser uno de esos libros (tipo "Alicia...")que nunca terminan de escribirse, que cuanto más tiempo pasa más cosas te dicen.

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  4. Sé que no lo has dicho, pero yo sí lo he hecho. Me vino a la mente a raíz de tu comentario, aunque no enfocándolo en ti sino en lo mucho que escucho la frase y lo poco que la veo aplicada a la realidad. No sé, me parece un "eslogan" más manido que realmente vivido. Una especie de frase-moda.

    "El principito"... ¡mmmmmmmmm! Te dirá cosas probablemente muy diferentes a cuando eras niño. ¿Sabes qué?... en mi caso ¡ahora veo más serpientes que se han zampado a un elefante que cuando era peque!

    Algo debo estar haciendo mal... digo bien, je.

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Algo me dirás... ¿no? ;-)

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