En el fondo infinito de la cuerda del violín...
En el fondo infinito de la música de la cuerda del violín...
En el fondo infinito del oído que escucha -y es- la música de la cuerda del violín...
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hacia la cumbre de todas sus raíces...
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Yo no entiendo casi nada y me muevo torpemente, pero el espacio es hermoso, silencioso, perfecto. Yo no entiendo casi nada, pero comparto el azul, el amarillo y el viento. La tarde avanza lentamente, y yo mirando quiero ver. (Eduardo Chillida)
Nunca la había oído, ¿toca Perlman?
ResponderEliminarDescribes perfectamente uno de los grandes misterios de la vida (así me lo parece), como es la capacidad de la música para actuar sobre el espíritu.
Sí señor... el mismísimo Perlman. La pieza... de una película wonderful-wonderful en la que la interpreta -ídem- Barbra Streisand: "Yentl".
ResponderEliminarEn realidad, Víctor, voy mucho más allá. Tiene que ver con la música de la música del propio latido de la vida... pon-ponnnn, pon-ponnn, pon-ponnnn, pon-ponnn... porque es pura música, es honda sinfonía, es... armonía. Porque es nota sostenida... entre nacimiento y muerte.
Hay música con la que se para el tiempo... De esa que me gusta escuchar mientras contemplo la Luna...
ResponderEliminarEsa música que cuando la escuchas es como si te recorriera el cuerpo de arriba a abajo, haciendo ondulaciones y formas según la nota musical... y que durante unos instantes acaba formando parte de ti... hasta hacerte flotar.
Regalo por regalo...
http://www.youtube.com/watch?v=7CCSK57YN4k
Sangón... siento que esas ondulaciones que recorren el cuerpo, no son más que el eco del trayecto que la música previamente realiza en el alma.
ResponderEliminarGracias por el “qui pro quo”... es un precioso violín.
Sensacional pieza. Nos has puesto el infinito al alcance de la mano.
ResponderEliminarNo, no Amkiel... ese fue William Blake...
ResponderEliminar"Ver el mundo en un grano de arena
y el cielo en una flor silvestre,
sostener el infinito en la palma de la mano
y la eternidad en una hora".
:-)