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requiere elevarse con ligereza hacia el cielo.
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Yo no entiendo casi nada y me muevo torpemente, pero el espacio es hermoso, silencioso, perfecto. Yo no entiendo casi nada, pero comparto el azul, el amarillo y el viento. La tarde avanza lentamente, y yo mirando quiero ver. (Eduardo Chillida)
requiere elevarse con ligereza hacia el cielo.
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Ese tránsito en el salvaje oeste americano... ejem, español de las reparaciones caseras tuvo consecuencias a largo plazo. De tal manera que en la actualidad igual cambio el bombín de una cerradura, que cuelgo una lámpara o un riel, que repaso un enchufe o interruptor (con el diferencial quitao’... que me da repelús imaginarme cual “Leve a la barbacoa”), que arreglo la cisterna o el goteo de algún grifo, que limpio el sifón, que pinto aquel zapatero (paredes no gracias. Juré que una y no más, Santo Tomás. Ejem, ejem, salvo si la habitación está vacía en cuyo caso quizás me lo replantease, je)...
Hasta podría decir que tengo bastante experiencia en reparar persianas enrollables de cinta y particular destreza en el montaje de muebles en kit (¡viva la república de mi casa!), incluso gustándome un tanto lo último. Y ya puesta, para quienes no sean duchos en materia pero estén interesados, ahí va una sugerencia: el secreto consiste en identificar las tropecientas piezas a ensamblar y los retropecientos anclajes que se emplean para ello. Una vez “reconocido todo”... ¡coser y cantar! (bueno... la aguja me la reservo para otra entrada, je, que merece capítulo aparte). Importante: si se trata de un armario y hay paneles de madera que pesan... estaría bien –incluso muy bien- que un fornido varón echase una mano. Las dos para ser exactas. Reconozcámoslo, chicas, ellos son más fuertes. ¡Por fuera solamente! ¿Sexo débil nosotras?... ¡JA!
Con el gas no me atrevo, me da un respeto que pa’ qué y sé hasta donde llegan mis... “capacidades”. Todo lo que sea arriesgar en vano, máxime si tiene que ver con la vida de otros seres, humanos o animales (vecinos mismamente)... va a ser que no.
He de volver a ser justa y nombrar con profunda admiración a quien más me ha ayudado en el camino de: “Cómo ser una manitas y no una manazas”. Gracias... eternamente gracias sensei San internet por todo lo que has hecho en mi favor y gracias, especialmente, ¡por hoy! Explícome... yo sí había abierto antes un vídeo, o un reproductor de cd, o un mando a distancia, o un ordenador... solucionando en la mayoría de ocasiones los problemillas que presentaban (problemillas eeeeeh, que pa’ los problemones están los profesionales), pero... ¿una lavadora?... ¡Eso era un titán, un cíclope del hogar... la diosa de todos los electrodomésticos! Sentíame enana, insignificante ante su magnificencia, su enoooorrrrme poder. Ni siquiera ¡Superleve en acción! osaba enfrentarse a su inmenso poder de persuasión. Pero oigan que no. Que no es pa’ tanto. No siempre al menos. ¿Qué ha pasado? (aparte de que cuando se rompe algo se inicia una cadena consecutiva de averías, je). Que la lavadora ha cogido toda el agua que precisa, que el programa seguía funcionando pero que el tambor no se movía ni poco, ni mucho, ni nada. ¡Ale... y a carga completa! En primer lugar ha sido inevitable pensar: “¡MALDICION, RAYOS Y CENTELLAS!”. En segundo: “Tranquilidad... que no cunda el pánico. El hecho de que la lavadora sea Tutankhamon (le calculo unos 15-16 años pues ya estaba aquí cuando llegué) no significa –necesariamente- que vaya a morir”. ¿O sí?
¿Modus operandi? Ipso facto me pongo la piel de LeveSherlokHolmes e inicio la investigación. La secuencia consiste en sentarse frente al ordenador-Google-formular solicitud tal que así: “el tambor de la lavadora no gira”-ir de enlace en enlace como quien va de oca en oca y pararse donde se sobreentienda hay sabiduría senseiniana.
Recopilada la información necesaria... llega entonces la hora de la verdad, de enfrentarse al auténtico peligro. Retira a la gigante de la pared... desenchúfala… saca el tubo del desagüe... aprovecha y limpia la superficie donde estaba (¡pol dió qué de porquería!)... desatornilla... ¡glubs!... el corazón late más deprisa... ¿qué habrá detrás de la tapa?... ya está abierta. ¡Acabáááááramos! Estamos incluso de suerte. Todo parece indicar que el problema reside en que la correa de la polea de transmisión se ha soltado. ¡Campeooonaaa, campeooona, oeee, oeee, oaaaaa! Oigan... lo merece, que por senectud lo lógico habría sido morir quebrada. Es decir: romperse y no soltarse, que es lo que finalmente ha ocurrido. Eso sí, ha perdido flexibilidad por puritita vejez. Y para volver a colocarla, damas y caballeros, sí que se demuestra que: “Más vale maña que fuerza”. Me ha llevado un rato confirmarlo ya que en principio lo he intentado a las brutas tira que te tira, pero de repente un simple giro de muñeca certero y... ¡en su sitio de nuevo, tensada como dios manda! Digo como la mecánica manda.
La "Carma" (o "Tutankhamon")... con su karma ya purificado :-D
El intento de comunicación fracasa y mis vísceras comienzan a bailar una sardana por las vibraciones que emiten los altavoces. ¡Casi tiembla el suelo!... ¿Casi? En mi leveinterior brota un clamor, extremadamente sereno lo cual no deja de ser paradójico, máxime teniendo un “arma” entre manos, je: “A vé... ¿por qué las personas que estamos aquí, todas pacíficas y respetuosas a juzgar por nuestro comportamiento, tenemos que aguantar a este... este, si no hemos pagado entrada para discoteca alguna ni deseamos estar en una susodicha?”... Por el powerflower del planeta Tierra y aledaños convoco a... ¡Superleveeeeeeeee!
15:15h. El género cambia y lo que todavía podía considerarse medio música se transforma en un ruido difícil de “onomatopeyar”. Imagínese el respetable que sobre una base rotundíííííísimaaa de ¡POM-POM-CHUUUMMM-POM-POMPOM-POM-CHUM-CHUM-POM...! (que fundamentalmente se traduce en graves saliendo como caballos desbocados de altavoces), Freddy Krueger (recuerden que... asesino masivo él) pasea sus cuchillas sobre cristales varios. Es decir, literalmente chirría; con alevosía además. Aproximadamente ese sería el resultado final de la descripción sonora. Detalle importante a referir del vehículo emisor (o discoteca portátil): las ventanillas delanteras están completamente bajadas. El gerente del local... ejem, el conductor no hace nada salvo... “deleitarse”. Inmóvil... ¿extasiado... hipnotizado? Por fin demuestra que no es una estatua y sale del coche en dirección a la tienda, pero sin completar el trayecto regresa y, metiéndose de cabeza hasta la cintura por la ventana del copiloto, sube a tropecientosMIL decibelios ya que al parecer estaba a volumen bajito.
La realidad vuelve a superar (¿más?) a la ficción...
Hay que ver lo que da de sí un periódico local. Y porque no doy salida a todo el "material" para evitar empachos, je.
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Milagrito nos visitó ayer. Como es natural nos echa de menos. Un poco más a mí y viceversa (aún más lógico). Añora, particularmente, nuestras conversaciones. Llegó con sus peques, que ya no lo son tanto, y nos dimos uno de esos abrazos danzarines del alma, que los llamo yo. Largos, profundos, verdaderos... de los que el eco de tu latido resuena al rozarse con otro que no brota en el propio pecho. Lo cierto es que fueron dos: uno al llegar, otro al marcharse... ¡qué suertudas! :-)
Cuando todavía estaba en nuestro centro, Milagrito comentaba que mantengo una lucha de poder con otra compañera, pero yo no lo veo así. Trabajo en la planta superior de un edificio de dos, y en la actualidad sólo estamos tres personas; féminas para más señas. Laboralmente hablando somos una familia bien avenida con, obvio, más o menos afinidad entre unos y otros. Con mis niñas R. y L. me llevo muy bien. Tan bien que con R. me comunico tal que así:
- R. ¿Eres tú la que apaga la luz del baño?
- Leve. La misma (cosa que ya sabe en realidad).
- R. ¿Y por qué no la dejas encendida?
- Leve. Porque cuando salgo se queda humanamente vacío y, salvo coincidencia puntual, en bastante tiempo nadie vuelve a entrar. En consecuencia... por ahorro energético en primer lugar. Después... por evitar un gasto económico innecesario que por otra parte paga el contribuyente, entre los cuales te encuentras. Resumiendo... para dejar un planeta mejor, o no tan-tan-tan-tan-tan-tan peor a nuestros niños. A los tuyos, quiero decir... y resto, claro.
- R. Es que es un coñazo tener que estar encendiendo... y además, como es un tubo fluorescente, se consume más si enciendes y apagas.
- Leve. Comprobaré lo que dices. Si tienes razón no tengo el menor inconveniente en dejarla encendida. Si, por el contrario y como sospecho, tu argumento no es más que una leyenda... seguiré haciéndolo, aunque represente un coñazo para ti o quien sea. A propósito... ¿dejas la luz prendida en tu casa si no estás en la habitación en cuestión?...
(Silencio sepulcral que parece indicar un “no”)
Tras consultar aquí y allá comprobé que efectivamente el “no apagues el fluorescente que gastas más” es un mito y... desde hace unos meses en esa “batalla” estamos. Cada una sigue en sus trece, pero lo que es yo... no me voy a cansar. Considero más importante un bien colectivo (aunque suponga un grano de arena para la montaña) que el hecho de que una mano se pueda quebrar por tener que pulsar un interruptor tres o cuatro veces al día; pongamos seis... siete si esa mañana se tiene más sed de lo habitual. Proporcionalmente hablando, la balanza de lo justo se inclina hacia mi postura. Básicamente porque el esfuerzo físico que R. ha de aplicar al asunto, no la dejará sin energías para el resto de actividades que su vida le reclame cotidianamente. Por tanto... “va a ser que no”. O que sigo escuchando al señor árabe en mi leveinterior diciendo: “Hacer lo que hay que hacer”.
Contada esta anécdota no es de extrañar que en más de una ocasión se me considere “alemana”, o “sueca” (no por rubia de 1’80 de altura, je), o nativa de cualquier otro país más arriba de Espein. Desde otra perspectiva posiblemente alguien añadiría la acepción “tocapelotas”... o “tocaovarios”, según sea el sexo de la otra parte. ¡Ah se sienteeeee! Ejem... miento, no lo lamento en absoluto.
Y por más duras que resulten algunas gestas... ¡¡¡viva Rodriga Díaz de Vivar!!!... alias la Levecid, campeadora... :-D
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“El cielo nunca ayuda al hombre que no quiere obrar” . (William Shakespeare).
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