viernes, 14 de agosto de 2009

¿Una loca que cree que está cuerda?

¿O es al revés?

Esta mañana, mientras esperaba a que Rafa preparara el té, me ensimismé en el poso que me dejó lo que escribí anoche sobre la venganza. Cuando lo llevó a la mesa y cogí el sobre de azúcar... ¡sorpresa!...

"La diferencia entre lo que hacemos y somos capaces de hacer, resolvería la mayoría de los problemas del mundo."

(Mahatma Gandhi)

Y lo que "NO somos capaces de hacer"... en lo que a mí concierne y que da lugar a las siguientes líneas.

Se suponía que no le quedaban "azucarillos sabios" peeerooo, una de cinco...

- O... es un mensaje directo del Señor Gandhi, a quien tan presente tuve en mi disyuntiva sobre llevar a cabo o no la vengativa venganza, con lo cual estaríamos hablando de un potencial contasssto con el más allá... ¡uuuuuhhhh qué miedo me da ultratumba! Buscaré a Tangina Barrons, uséase, a la profesionalísima clarividente tal como demostró en la saga de “Poltergeits”, para que me confirme o desmienta la sospecha.

- O... es una casualidad fruto de la causalidad, que gusto en llamar por lo general: azar causal.

- O... lo contrario, si es que el “significado” del azucarillo trasciende de una simple probabilidad, es decir, una conexión acausal que Jung acuñó en el término “Sincronicidad”. Contaba el sicólogo una anécdota para ilustrar su teoría al respecto:


”Una joven paciente soñó, en un momento decisivo de su tratamiento, que le regalaban un escarabajo de oro. Mientras ella me contaba el sueño yo estaba sentado de espaldas a la ventana cerrada. De repente, oí detrás de mí un ruido como si algo golpeara suavemente la ventana. Me di media vuelta y vi fuera un insecto volador que chocaba contra la ventana. Abrí la ventana y lo cacé al vuelo. Era la analogía más próxima a un escarabajo de oro que pueda darse en nuestras latitudes, a saber, un escarabeido (crisomélido), la Cetonia aurata, la «cetonia común», que al parecer, en contra de sus costumbres habituales, se vio en la necesidad de entrar en una habitación oscura precisamente en ese momento. Tengo que decir que no me había ocurrido nada semejante ni antes ni después de aquello, y que el sueño de aquella paciente sigue siendo un caso único en mi experiencia”.

- O... es una corriente y moliente coincidente coincidencia.

- O... estoy como un cencerro, al igual que el protagonista del corto que, por gentileza de Yamil (¡gracias!), completará esta entrada ...



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Por suerte yo no estoy nerviosa. Muy terriblemente nerviosa. Pero... ¿por qué diríais que estoy loca?

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