"Esos astros, aún invisibles en lo profundo de la noche, no brillan pues en vano. No pienses que, aunque hombres no hubiera, carecería de espectadores el cielo y de alabanzas. Millones de criaturas espirituales recorren la tierra, cuando en vela estamos y cuando dormimos; todas ellas sin cesar de ensalzarlo día y noche sus obras contemplan.
¿Cuántas veces desde la falda de una colina o un bosquecillo en que el eco resuena voces, hemos oído celestiales en el aire de medianoche, solas o respondiéndose, que cantaban a su creador?"
¿Cuántas veces desde la falda de una colina o un bosquecillo en que el eco resuena voces, hemos oído celestiales en el aire de medianoche, solas o respondiéndose, que cantaban a su creador?"
John Milton, en "El paraíso perdido", se despide así de la jornada ... y con con él.
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