A Jose, sin tilde, que se encuentra librando una dura batalla como guerrero de luz que es -aunque a veces dude de sí- quiero contar esta historia ...
Un día, el caballo de un aldeano cayó en un profundo pozo. El pobre animal estuvo relinchando con amargura durante horas, mientras su dueño buscaba inútilmente una solución. Pasaron un par de días y, finalmente, al no encontrar remedio para aquella desgracia, el hombre, desesperado, pensó que como el pozo estaba casi seco y el animal era ya viejo, realmente no valía la pena sacarlo, sino que era mejor enterrarlo allí por lo que pidió a unos vecinos que se acercaran para ayudarle. Una vez allí cada uno agarró una pala y empezaron a echar tierra al pozo, en medio de una gran desolación. El caballo advirtió enseguida lo que estaba pasando y relinchó entonces con mayor angustia.
Al cabo de un rato dejaron de escucharse sus lastimeros quejidos. Los labriegos pensaron que el pobre animal debía estar ya asfixiado y cubierto de tierra. Entonces el dueño se asomó al pozo, con una mirada triste y temerosa, y vio algo que le dejó asombrado. Con cada palada el caballo hacía algo muy inteligente: se sacudía la tierra y pisaba sobre ella. De ese modo había logrado subir ya varios metros y estaba bastante arriba. Lo hacía todo en completo silencio y absorto en su tarea. Al ver semejante escena, los labriegos se llenaron de ánimo y siguieron echando tierra, con brío, hasta que el caballo llegó a la superficie, dio un salto y salió trotando pacíficamente, ¡libre!, aliviado ... y aliviando al resto.
La vida, ya sabes Jose, nos va a tirar todo tipo de tierra encima. El truco para salir del pozo es sacudírsela y usarla para dar un paso hacia arriba, y otro, y otro más ... cuantos sean necesarios. Y como el caballo, podemos salir de los más profundos huecos si no olvidamos que cada palada de tierra es un escalón que nos eleva hacia la superficie, si no nos damos por vencidos, si tenemos fe en nosotros mismos, si somos guerreros de luz que montan a lomos de caballos de igual naturaleza, cabalgando juntos hacia la victoria.
Y también para ti, para mí, para todos, esta tonada ...
Muchísimas gracias por la historia y por la tonada.
ResponderEliminarMuchísimas de nada.
ResponderEliminarPreciosa fábula, importantísima moraleja. Intentaré aplicarla en mi vida, que falta me hace...
ResponderEliminarQuiero pedirte permiso, además, para utilizarla en mi blog. Yo también querría dedicársela a algunas personas... (no lo haré si no recibo respuesta tuya, por supuesto).
Un saludo... y estás invitada a pasar por "mi casa" si gustas.
Permiso innecesario ya que no soy la “propietaria” aunque sí agradezco tu actitud deferente –que no diferente-. Por tanto coge lo que gustes que para mí será un placer que todo lo bello, sea cual sea su origen, se extienda.
ResponderEliminarTe digo lo que comenté a una vecina virtual ... Lo cierto es que estoy un poco hasta mi parte idiosincrásica más femenina de la “propiedad intelectual”. Obviamente no voy a atribuirme algo que no haya escrito yo, ni la autoría una fotografía que no tomé. Ni la creación de una ilustración o pintura. E incluso siempre que aparece la fuente de lo que cojo en internet la cito. Pero cuando no hay ánimo de lucro ... con tanto Copyright (y la mare que lo parió) ... ¿dónde queda algo tan hermoso como el compartir? Empiezo a estar “jartica”, en serio lo digo.
Gracias por tu invitación. Asomaré por tu casa, cualquiera de estos días.