C.M., a quien me unió una gran amistad tiempo atrás, me llamaba “Arcilla”. Y por aquello de que el cariño tiende al diminutivo, a menudo “Arci”. Desconozco cuánta de esa materia habrá en mí, que supongo de algún modo me forma y conforma en menor o mayor cantidad.
Aunque sí me siento, aquí, en este país... alfarera de palabras. No sé si poco, no sé si mucho. Tampoco sé si bien, si mal. Quizás en un término medio, tal vez regular. O ni lo uno, ni lo otro, ni lo de más allá o más acá. Pero, al fin y al cabo, alfarera que maneja el torno, que trabaja relieves logrando diferentes texturas, que seca, hornea y esmalta alguna que otra pieza.
C.M. decía también en ocasiones: "¡Estas palabras te las robo!". En efecto las tomaba prestadas. Y me contaba que, cuando las dirigía a alguien, se inventaba que las había amasado con sus propias manos. Y yo sonreía.
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C.M. decía también en ocasiones: "¡Estas palabras te las robo!". En efecto las tomaba prestadas. Y me contaba que, cuando las dirigía a alguien, se inventaba que las había amasado con sus propias manos. Y yo sonreía.
Mi querida Leve
ResponderEliminareres simplemente
preciosa,alfarera
o poeta,yo te siento
preciosa!
Suscribo lo de mia... alfarera, poeta, preciosa o maravillosa, tan maravillosa que cualquier hombre al leerte correría aullando de alegría...
ResponderEliminarMia ... ¡qué precioso que me sientas preciosa!
ResponderEliminarAnónimo, que no lo lo eres tanto ... ;-)
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