martes, 10 de marzo de 2009

¿Persecución o encuentro?

Regreso a casa, con bolsas en las manos. Hace ya tiempo que se respira primavera. Hace más que no me topo con una en plena ciudad. ¿Años?... Muchos.

Se para. Me paro. Se mueve. Me muevo. Ella delante. Yo detrás. La persigo. Se deja perseguir. Se aproxima a una fuente... ¡cuidado! Se posa en el borde. Me poso... sentándome a su lado. La observo... se gira... ¿me mira?... ¡se acerca! Sus alas son blancas... blancas como la leche; blancas como la nieve; blancas como los osos que viven en el Artico; blancas como infinidad de flores; blancas como casi todas las novias; blancas como el yeso común; blancas como el azúcar que no es morena; blancas como las magias buenas; blancas como cierta pimienta; blancas como los cuadrados del tablero de ajedrez que no son negros; blancas... inmaculadas.

Reinicia el vuelo. Retomo la persecución. Se detiene de nuevo. Me clavo en seco. ¿Juega?... ¿juego?... ¿jugamos? Sí, lo hacemos. ¿Cuánto dura ese lúdico encuentro? No sé, el tiempo se ha parado y nunca uso reloj... para que él no me utilice.

Llego a casa, dejo la compra en la cocina. Me quedo quieta. Recuerdo. Sonrío por el inesperado regalo. Han pasado horas y, mientras escribo, aún algo me aletea en el pecho. En mis más adentrados adentros escucho el eco de un suave batir de alas... blancas alas. En general la llaman mariposa. En particular la siento como... pájaro del alma.
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Y, tal vez, sólo tal vez, si por aquí anduviese Albert Einstein añadiría... “Hay dos formas de vivir tu vida. Una es pensar que nada es un milagro. La otra pensar que todo es un milagro”.

Me late que tengo condición de vividora. ¿O es VIVIDORA?

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2 comentarios:

  1. Así que está ahí, Mª Eugenia, se dejó el bocadillito de margaritas con miel, estamos rodando la película "mil almendros" y ella junto con sus 299.999 compañeras hacen de flores de almendro. Todos los días, desde hace una semana, a las 12 del mediodía, alzan el vuelo, hacemos una toma y después desayunamos, pero ayer, sobró un bocadillito, con su nombre, no te imaginas el esfuerzo que supone hacer 300.000 bocadillitos y bordar el nombre en la servilletita, en fin, me tranquiliza saber que anda por ahí, procuraré no dejarme el portátil abierto, no sea que a Mª Eugenia le siga Mª Laura, Mª Emilia, Mª Elena...

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  2. Aquí estaba sí, pero hoy anduve por el lugar en que jugueteamos y ya no la encontré.

    Seguramente pensó que sería un auténtico desastre para la productora que Mª Laura, Mª Emilia, Mª Elena y el resto de compañeras de rodaje la emularan, por lo que posiblemente se habrá decidido a volver. Sospecho que sólo necesitaba un ligero respiro en otros lares. Por no mencionar que valorará en justa medida el trabajo que da preparar tanto bocadillito, acompañado con servilleta de tela ¡bordada con cada nombre! Mis ojos se quedan sin vista de sólo imaginar la faena pues supongo serán a mano. Pura artesanía vaya.

    Indiscutiblemente, Carlota Estamosro Dando, eres una genia autodenominándote entre plano y plano ... ¡Luces, cámara ... acción!

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