Anoche, en el cuadrilátero de mi presente, descubrí una verdad que me propinó un gancho directo en el alma. Y tanta fuerza llevaba que me dejó K.O. sobre el ring en el primer asalto. Magullada, atolondrada, con brechas sangrantes en algún kiloalmómetro... pero... ¡Ali-hop!... de nuevo en pie, erguida en vertical, con la barbilla alta, los ojos bien abiertos... y sabiendo más de lo que sabía ayer. Sabiendo, de hecho, lo que es preciso saber.
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Riesgos de mezclarse, siendo nadadora... ¡y bailarina!, con quien practica el boxeo. Claro que en teoría el deporte del púgil en cuestión es otro, no de con-tacto; carente por completo de tacto en este particular, ya que el causante de que cayera a la lona fue un golpe bajo. Lo que vuelve a confirmar, tal como referí hace unos días, que... son malos tiempos para la lírica.
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No queda otra, toca respirar a todo pulmón...
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Una vez que sabes
ya no puedes mirar a otro lado
fingiendo despreocupación
o indiferencia.
Sabes
Sabes
y no tienes otro remedio que actuar en consecuencia.
(Berna Wang)
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Hay que llevar siempre el brazo izquierdo levantado para protegerse la cara :(
ResponderEliminarLo tendré en cuenta en futuros... “combates”; si los hubiera-hubiese, que sólo el tiempo lo dirá. Claro que... me da por pensar que si llevas el brazo izquierdo en alto, protegiéndote la cara... no pueden verte con claridad, ni puedes ver a quien tienes enfrente. No sé, no sé... ¿qué sentido tendría entonces?
ResponderEliminarY una cita que mi memoria me regala en este instante:
"¿Como reconocer el final del camino de otra forma que no sea fiándose del sentimiento de vacío?" (Frederik Peeters).
Gracias “sparring” ;-)