Cocino mi vida a fuego lento...
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.para que no se queme.
Para sacarle todo el jugo.
Para que su sabor se concentre.
Para que se suavicen las zonas duras.
¡Para..chuparme..los.. dedos... del.. alma!
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Yo no entiendo casi nada y me muevo torpemente, pero el espacio es hermoso, silencioso, perfecto. Yo no entiendo casi nada, pero comparto el azul, el amarillo y el viento. La tarde avanza lentamente, y yo mirando quiero ver. (Eduardo Chillida)
Te paso una receta...
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=hY4lDCaSiJ4
todo sabe mejor a fuego lento.
ResponderEliminarñam ñam, hasta el alma...
ahimsa
¡Que aproveches!
ResponderEliminarMarie
Sangón...¡me apasiona el postre chocolateado que trajiste! Menudo colofón para tan opípara comida.
ResponderEliminarAhimsa... efectivamente a fuego lento todo sale más rico-rico-rico, que diría Arguiñano. Eso sí... hay que vigilar la cocción. Si es que la prisa no es buena pa' na...
Marie... bon appétit también para ti-tu alma!
Gracias a los tres, ta-ri-ra-raaaa... (los cocinillas siempre andamos canturreando).
Para los que siempre traemos las emociones a flor de piel se nos hace difícil vivir la vida fuego lento pues a veces quisieramos que se cocinara de trancazo y saber que sucede al final de la historia, pero me gusta tu filosofía y me da curiosidad saber como le hace para llevartela así, tan leve y tan sustanciosamente.
ResponderEliminarSaludos y abrazos!!
Myriam... vengo de dejarte unas letrillas que tenía pendientes en la entrada “Un cuarto de siglo no es nada” del 6 de octubre, por si te apetece pasarte por allí.
ResponderEliminarMi levesecreto se basa fundamentalmente en: Respirar con calma y desear... sin necesitar. A partir de esa actitud se relativiza y supuestos “fines del mundo” no llegan a serlo cuando las cosas no salen en función de planes personales. Claro está... es preciso un entrenamiento... un aprendizaje... un conocimiento y control de esas que llamo “caballos salvajes humanos”; es decir, nuestras emociones. ¡Vaya... resulta que voy a ser la versión femenina de Robert Redford por aquello de “susurrarle” a los equinos! De todas maneras también se leveflaquea en algunos momentos, no creas.
Pero claro está... son mis leveclaves... y cada cual debe descubrir su propio camino y el equipaje que ha de llevar para recorrerlo.
C’est la vie...