miércoles, 24 de junio de 2009

La ley del efecto mariposa

O lo que es lo mismo: acción-reacción-repercusión.

Generalmente recuerdo con mucha precisión mis sueños; hablo de los dormidos, no de los "despiertos"... que también. Suelen ser muy vívidos y en ocasiones –pocas debo añadir- mientras se producen sé que estoy soñando; tengo entendido que a esto se le llama “sueño lúcido”, pero no estoy segura. Una amiga -japonesa ella- tiene la facultad de si se despierta en mitad de uno lindo, lo recupera voluntariamente al volverse a dormir, dándole continuidad. En mi caso sólo lo logré una vez... hace tropecientos años y fue una gozada. Igual a base de práctica... consigo convertirlo en el pan nuestro, ejem mío, de cada día... digo de cada noche. He de ponerme a la tarea.

Esta mañana me desperté sin sobresalto pero habiendo tenido una pesadilla en toda regla al otro lado de la vigilia. Y no porque viera “monstruos”... ni siquiera se puede hablar de miedo por una posible “sensación premonitoria negativa”. Hacía mucho tiempo que no me pasaba y ha sido tan intensa que me ha llevado unos minutos situar en qué plano me encontraba. Básicamente ha consistido en la reproducción de un reciente acontecimiento doloroso para mí; para mi inocencia, matizo. Lo he vuelto a experimentar con todo lujo de detalles y siendo muy fidedigno a como ocurrió en la real realidad, aunque mi mente se ha permitido licencias incorporando alguna que otra “excentricidad”, empeorándolo si cabe.
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El hecho es que, independientemente de que nos haga más fuertes, todo lo que no nos mata nos sacude, más de lo que creemos a priori. Incluso plantando cara a lo que vamos encontrando en el camino... siempre queda algo que se esconde en recovecos del laberinto de la mente. ¿Y por dónde puede, sin censura, aparecer –o reaparecer- sino por la puerta que abre Morfeo una vez se llega su reino? En los sueños claro está. Ahí es donde nos asalta sin remisión lo que la conciencia vela en mayor o menor medida, dependiendo de cómo nos manejemos con ella, dependiendo de qué modo vayamos resolviendo... el eco del batir de alas de ciertas mariposas.

Menos mal que los pajarillos cantan, las nubes se levantan... que no llueva, que no llueva (hoy) virgen de la cueva (¿o es de la Perpetua Levedad?), que voy a "mover" mis alas y pies... y alma para librarme de esta sensación residual desagradable con que me he levantado...
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“Quien quiere hacer algo encuentra un medio. Quien no quiere hacer nada encuentra una excusa” (Proverbio árabe).

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2 comentarios:

  1. También tengo una relación especial con mis sueños, los recuerdo, y los retomo (a veces) si despierto en medio. También sé muchas veces que estoy soñando e intento dirigir mi sueño a voluntad, pero la mente es sagaz... y no se deja. Sueños lúcidos, así los llamaba Castañeda en las enseñanzas de D. Juan. Es una experiencia rica, porque da la impresión que vives doblemente, despierta y dormida... incluso a veces, más lo segundo que lo primero,, je.

    Un saludo.

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  2. Qué envidia me das, Carmen. Ya quisiera yo poder retomarlos, aunque sea de cuando en cuando. ¿Hay alguna técnica además del simple deseo?

    Gracias por la confirmación de que se le llama “sueño lúcido”. Catañeda... me habría encantado dar un paseillo con él en plena naturaleza. Y escucharle... y aprender.

    Buenas noches y, como no, felices sueños dormidos, despiertos... y ¡teledirigidos!... también para mí claro.

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