lunes, 8 de junio de 2009

Dancing queen

Bailandooooo, me paso el día bailaaandooo y los vecinos mientras taaantooo, no paran de molestaaaarrrr, cantaría Alaska con sus Pegamoides... y yo con ellos, en los coros. Me gusta bailar. Mucho. Desde que era pequeña. Ejem, más pequeña. Si ahora soy “peliculera” sintiendo-escribiendo... ni cuento bailando en época infante... y casi que ídem en la actualidad. Decir que las coreografías que me inventaba eran mínimo Bob-fossenianas es decir poco. Me gustaban especialmente las canciones de “gente de piel canela” tipo Donna Summer, que empezaban suavitas y luego se llenaban de energía. Música disco pero disco de verdad. Y por supuesto todos los bailes de “Cabaret”, que ya entonces se convirtió en una de las pelis de filmoteca para mí.

A riesgo de posiblemente repetirme (a estas alturas una ya no sabe de lo que habló o no) diré que quería ser bailarina de mayor. ¡Pero de verdad de la verdadera! Incluso comencé a estudiar danza clásica peeeeeeeero, suspendí la segunda evaluación de matemáticas y me castigaron así que baile fuera. El mundo perdió a una segunda Pávlova... y mis padres que les retirara de trabajar por mi mundialmente mundial éxito. ¡Qué bobitos! Vaaaaaale, tampoco mi arte llegaría a tanto –o sí quién sabe- pero se me da bastante bien y si no como primera figura, no creo que mintiese al apuntar que como bailarina de grupo podría haber llegado a profesional. Hasta pinta y todo tengo según me dicen. Cachis en la mar... salá.

Me gusta bailar oriental y occidentalmente. Y moderna o antiguamente. Sí, como suena. Intenté aprender bailes de salón pero es imprescindible una pareja, masculina en mi caso y no es fácil encontrar hombres que se presten, no, no, no. Sin embargo no pierdo la esperanza de poder aprender mi prefe de todos: el tango. ¿Alguien se ofrece? Prometo no pisar.

Punto y aparte, aunque no del todo.

Soy un poco maniática con la higiene dental. No soporto comer y no lavarme prácticamente de inmediato los dientes. A falta de poder hacerlo... siempre llevo chicles sin azúcar. En consecuencia en el trabajo tengo un cepillo con la correspondiente pasta e incluso enjuague bucal. Claro está... cuando vuelvo de desayunar voy directa al servicio. Es bastante amplio. Al entrar a mano derecha hay tres puertas. La primera es una ducha, las otras dos, inodoros –estropeado eternamente uno de ellos- diseñados para liliputienses. Y es que sucede que el edificio es antiguo, chulo pero antiguo y las generaciones de antaño eran más bajitas. A propósito... en breve comienzan las obras de remodelación... ¡help, help, que dios nos pille confesaos’! A mano izquierda hay tres lavabos –mismamente dos de ellos averiados desde el Pleistoceno- y encima un espejo de unos tres metros de largo por sesenta cm de ancho. O sea, rectangular él.
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Me estaba cepillando cuando -por primera vez que recuerde- simultáneamente me he puesto a bailar cual Ginger Rogers en “Sombrero de copa”, con el cepillo en la boca, cerrándola para que no se escapase y tener libres los brazos, a la par que tarareaba la tonada (no sé como no me he ahogao’ con la espuma o con el susodicho) para una vez acabada la limpieza ya sí canturrear potentemente... Heaveeeeen, i’m in heaveeeen and my heart beats so that i can hardly speaaaaakkkk, and i seem to find the happiness i seeeeeeek, when we’re out together dancing cheek to cheeeeeeeeeeekkkk...



Mientras, continuaba deslizándome por la pista... como es natural con Fred Astaire a mi vera, (invisible e imaginativamente claro) “mejilla con mejilla”. Por cierto... el rubio platino me sienta fatal. Los vestidos blancos vaporosos-plumosos hasta los tobillos bien; requetebien, de hecho.

Sólo me he dado cuenta de la soberana chorrada que me devolvía el espejo cuando ya me sentaba de vuelta a mi lugar de trabajo. A toro pasado, vaya... ejem, a baile. Y he reído a carcajadas. Mi compañera Milagrito ha dicho: “Cualquier día de estos te pones a bailarle a una cajera de Carrefour mientras colocas la compra en la cinta”. “¡No, pol dio’!", he respondido.

A veces pudiera parecer que estoy un poco loca. O un mucho. En ocasiones puede que lo esté. O siempre, no sé. Beeeee-beeee-beeeee... En fin, otra de mis levetonterías... que como este es el país que es pues... Y si la monarca del estado es una que va pidiendo que me cooooooorrrrrrteeeeeeennnnnnnn la cabeza, la reina del baile soy yo...

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4 comentarios:

  1. Una amiga, se enamoró de alguien casado hasta tal punto de tener un hijo con él. Él no quiso saber nada. Siempre esperaba que apareciera su principe azúl... pero claro, aparecen ranas por todos los lados. Un dia me dijo, que se iba a apuntar a clases de tango porque el niño apenas la dejaba tiempo para ella. La última vez la pregunté ¿como va el tango, ya sabes bailar? me contestó: no, no he aprendido casi, lo he dejado, pero allí he encontrado el amor de mi vida...

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  2. Entre tu entrada maravillosa

    y el comentario de Sangón

    me habéis cambiado la mañana

    Simplemente gracias a los dos

    Hacéis parte de la gente maravillosa

    que he encontrado en casa nisu...

    Besos,me retiro medio bailando

    medio sonriendo que la vida

    es un campo recién sembrado...

    Recién y de todo lo que yo amo.


    besos a los dos(a sangón,no se le

    puede escribir en ningún sitio o

    sólo por estos rincones amigos?

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  3. bailad como si nadie los estuviera viendo,,, bailad aunque no sepais...

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  4. Sangon... qué alegría me da que tu amiga encontrase al amor de su vida bailando tango. Me pregunto si ¡croac-croac-croac! también abundarán las princesas cuyo rosa destiñe, o se convierten en ranas al besarlas.


    Mia... qué maravilla que medio bailes, que medio sonrías... pues las mitades siempre son mejor que nada, y que siempre dejes huellas-verso con tus pasos pues como diría Bécquer... poesía eres tú. No es peloteo, no, no, no, sino la verdad.

    Un abrazo, como no danzarín.


    Anonimo... hay una peli estupenda de Sydney Pollack... “Bailad, bailad malditos”. Cambiémosle el nombre por un “Bailemos, bailemos benditos”. ¿Te apuntas?... ya verás qué bien lo pasaremos. Sin que importe que nos miren o no... No hay que saber... sólo moverseeeee y girar, y giraaaaarrrr,


    Gracias a los tres.

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