martes, 9 de junio de 2009

Mi ruindad y yo

Trabajo en un centro sito en una finca rodeada de un jardín. Bueno, actualmente podría decirse que es casi una selva porque con esto de que los de arriba nos cedieron la planta, también se marchó el jardinero y las “malas hierbas” se han extendido por doquier. A resultas de que el edificio esté rodeado de verde que le quiero verde, más de un bichito se cuela en el interior. Que si mariquitas, que si cochinillas... Una vez me encontré una mantis religiosa y es una pasada de insecto, si bien me sorprendió su tamaño pues era chiquita y me la imaginaba más grande cuando la veía en documentales.

En general tiendo a empatizar y cuando pienso en insectos recuerdo a Gulliver en el país de los gigantes. A mí no me gustaría que alguien que tuviera mayor tamaño que yo me pisara; particularmente si lo hiciera porque sí, de forma gratuita. Tampoco se cuelan exageradamente como para convertir el laboratorio en un “parque entomológico”. De manera que si me topo con un escarabajo en un pasillo lo cojo y le devuelvo al césped. O si entra un moscardón en vez de echar veneno en spray abro la ventana y le espanto. Si una hormiga intrépida se ha encaramado al lavabo, le pongo mi mano como montaña para que no muera ahogada y una vez sube la llevo a un entorno menos peligroso. Ella a cambio me hace cosquillas, je.
.
Esto, como es natural, ha provocado algún que otro cachondeito entre el personal y puede que hasta en alguien que se asome por aquí. No problem. Me sigue valiendo más una vida, por pequeña que sea. En casa tres cuartos de lo mismo. Si hay una arañita... compartimos piso porque total no me molesta. Si fuera un arañón o una cucaracha... no sé no contesto porque por suerte no hay. Resumiendo... vivo y dejo vivir... hasta que me joroben, que entonces ya veremos cómo se resuelve el asunto. Pero una cosa está clara... el instinto de supervivencia prima en cualquiera. Y otra también: que ser humana no me da derecho a liquidar a lo que no lo es.

Tuvimos un compañero que durante años trajo muestras antes de trabajar con nosotros. Al incorporarse nos contó que en el gremio se nos conoce como “El convento”. Por más que quisimos sacarle información no soltó prenda de la razón que dio lugar al nombre. Y cuando argumentábamos que porque había una mujer como jefa y más féminas que hombres... decía que no era ese el motivo. En cualquier caso aquello dio lugar a que se hicieran bromas. ¿Cómo me rebautizaron a mí? Sor etérea ... ¡ja!

La otra noche escribía sobre la probable ruptura del lazo que me unía a Pavarotti, pero no. Ayer Milagrito y yo descubrimos que el muy pillo se ha buscado -esta vez sí- un hueco en el cajetín de la persiana. Eso, o se trata de un primo hermano porque nos asomamos y veíamos las alas, además de escucharle trajinar. Un clon de él vaya. La mala noticia es que, sea quien sea, ha resultado un cagón de cuidado. Y que la persiana, alféizar y hoja de la ventana se llenan de caquitas, y lo peor... de mal olor que resulta ciertamente desagradable. Así que decidimos que al marcharnos bajaríamos la persiana completamente –antes, cuando esperaba ser tita, me aseguraba de dejarla subida para que tuviera acceso al nido y saliera libremente- con objeto de que se buscase otro hogar, dulce hogar.

Cuando he llegado esta mañana y he subido la persiana se me ha encogido algo por dentro. En una esquina del alféizar estaba Pavarotti... ¡inmóvi! He abierto, le he cogido... ¡oh, oh, oooooh... está muerto! Le he movido un poco pero no reaccionaba. No estaba rígido ni muy frío, pero tampoco caliente. Le he acariciado y en principio he pensado que le quedaba un ligero aliento de vida, aunque creo que finalmente uno de los ojos se le ha abierto por el propio movimiento que provocaba mi mano. Que se ría quien quiera pero le he pedido perdón en voz alta mientras le tocaba. ¿Por qué?

No tengo la certeza de que sea Pavarotti. Tampoco de que finalmente estuviese dentro pero silencioso cuando cerré y que no haya encontrado con facilidad algún hueco por el que salir. Y que cuando lo ha conseguido estaba tan exhausto que acabó muriendo.

Dado que hay muchos “vecinos de especie” podría tratarse de otro pájaro al que por A, B, C... le había llegado su hora y le pilló en ese lugar. Pero ya sería casualidad... primer cerramiento a cal y canto y un cadáver, ¡ays!

Me ha pesado la probable, si no segura, angustia que el animalillo habrá sentido al ¿sentirse atrapado?, en caso de que la teoría sea la correcta. Lo que no acabo de comprender es que estaba fuera, al otro lado de la persiana y en la esquina contraria por la que suele salir. Pero no me voy a engañar y debo asumir que hay bastantes probabilidades de que, si no toda, gran parte de la responsabilidad de su muerte es mía, suponiendo que se trate de Pavarotti.

Podría quizás provocar burla lo que cuento, pero para mí no es una levetontería ni una desproporción. Me hace pararme a pensar en las consecuencias de nuestros actos. Descubro a través de este hecho mi egoísmo... y por ende parte de mi mezquindad. No es culpabilidad, sólo constancia... toma de conciencia. Tuvo prioridad “mi bienestar” por la vía fácil, aunque supusiera un riesgo sobre otra criatura pues no me cercioré de si estaba dentro o no y di por sentado que había salido, cuando existían otras alternativas tal como hemos comentado Milagrito y yo a posteriori que garantizaban su seguridad. Por ejemplo, dejar subida la persiana poniendo papel de periódico y retirarlo cuando esté sucio... tampoco da tanto trabajo y no sería durante mucho tiempo.

Y me hago una pregunta: ¿por qué la vida de un pájaro va a tener menos valor que la mía?... ¿porque no piensa? Que sí, que sí, que si me dieran a elegir entre la del pío-pío y la mía obviamente barrería para casa, o sea para mí, pero...

Hoy he recibido una lección de humildad y he aprendido algo: nunca más volveré a cerrar la persiana... del todo. Al menos la del trabajo. Bueno... si una nube-plaga de langostas se aproximase, ¡claro!

Adiós pajarillo amigo y perdona mi... “ignorancia”. O, al fin y al cabo, mi error.

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Algo me dirás... ¿no? ;-)

:) :-) :)) =)) :( :-( :(( :d :-d @-) :p :o :>) (o) [-( :-? (p) :-s (m) 8-) :-t :-b b-( :-# =p~ :-$ (b) (f) x-) (k) (h) (c) cheer