Pío, pío que yo no he sido... ¡Pavarotti está vivo! Sí, sí, sí... esta mañana salía y entraba todo vigoroso. De manera que el difunto debía ser otro pajarillo que viviese cerca. ¡Qué bien-bien!, no la muerte del vecino sino que yo no sea una “asesina”; ni consciente, ni inconscientemente. Penitencia que me ahorro.
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