viernes, 5 de junio de 2009

Lazos ¿rotos?

Sospecho que sí.

De alguna invisible manera nos habíamos “domesticado”. Bueno, me había domesticado él a mí en realidad. Es decir... él hacía las veces de “El principito”, yo de “la zorra” (no en el sentido despectivo de la parole, claro, pues no se trata de flagelarse encima) de Saint-Exupèry. Aunque lo cierto es que él es el pajarito y yo la humanita. Hablo de Pavarotti y del punto en que se encuentra nuestra relación actualmente. Creo que me va a abandonar en cualquier momento, snif, snif. Al parecer ya no hay razones para que permanezca a mi lado. ¿Por qué?

No soy amiga de aires acondicionados pero en este Sur hay que ponerlo aunque sea un rato, máxime si nada más llegar al trabajo Don solete ya despliega su poder a través del gran ventanal que tengo a mi vera. No funcionaba, así que se llamó al servicio técnico. Ha venido Paco, conocido ya desde hace años; un chico muy majo. Me he cambiado de habitación para que trabajasen a gusto y cuando horas después he vuelto a sentarme en mi lugar ha hecho un comentario.

- Leve.- ¡Ooooooooooooooooohhhhh! ... ¿Qué estás diciendo?
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Tras repetírmelo y sentir un pellizco en el estómago lo primero que he hecho ha sido taparme la cara con la camiseta soltando un: "Oh my god!". Gesto este que parecía delatar la negativa a aceptar una realidad nada deseable. De verdad de la verdadera que ha sido un mazazo. Una vez superado el shock inicial de saber que al quitar la tapa del aparato ha saltado al suelo un nido enorme he preguntado:

- Leve.- Pero... ¿que has visto, huevos, polluelos...?
- Paco.- De las dos cosas, huevos y un par de crías.
- Leve.- ¿Dónde has puesto el nido?
- Paco.- Ahí, en la papelera.
Leve se levanta a ver si se puede hacer algo pero...
- Paco.- No te molestes... Se han chafado, huevos y polluelos, al caer el nido boca abajo.
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¡Joer! (otro pescozón emocional). Pobres criaturillas ... ¡qué disgusto, qué disgusto!... ¡Además ahora Pavarotti se desconcertará cuando vuelva a casa!... ¡Tampoco seré tita!... Y yo creyendo que el nido estaba en el cajetín de la persiana... ¡boba, más que boba... qué poco fina has estado!

Y, como no, empieza el cachondeito. Sin ánimo de afrenta pero mofa al fin y al cabo. Claro, él está acostumbrado a encontrarse nidos cada dos por tres... ¡pero Leve no tiene amistad de manera habitual con un pájaro próximamente padre!
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Para más inri Milagrito se ha chivado del fatal acontecimiento al resto de compañeros y puesto al día –para aquellos que lo desconocían- de nuestra relación cotidiana. Varios se han acercado a darme el pésame... por aquello de que al parecer se me considera la “salvadora de bichos” oficial del laboratorio; tengo-lo asumido... pero esa es otra historia. Me han preguntado que cuándo quiero que sea el funeral y les he respondido –en serio- que me ha afectado, aunque les sirva de guasa... Tomasa, cosa que por otro lado comprendo (“¿No está la miel hecha para la boca del asno?”... ejem, ejem, mejor dejémoslo). También alguno me ha dicho que entiende que me dé un “¡ay!” por dentro. Lógico, saben lo que es convivir con un animal durante años: Piqui y Zulú. Perros ellos pero bueno... aunque el vínculo en mi caso sea menor no deja de ser lazo que... enlaza a mi sentir.
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Lo peor de todo es que soy cómplice del asesinato... digo del homicidio involuntario ya que fui quien dio aviso de la avería. No me procesarán por el crimen, no, pero en mi pecado... llevo la penitencia, ¡ains...!

Ya le he enterrado, para elaborar el duelo cuanto antes; aunque debo decir que su tumba ha sido el contenedor. No ha asistido nadie más a las exequias... bastante he tenido con el escarnio previo.

Y como quiera que los vencejos sólo anidan para la cría... me late que mi relación con Pavarotti se acabó para siempre. Snif, snif... al menos fue bonito mientras duró y mutuamente nos dejamos un buen sabor de alma. Quédome cantando, por partida-pérdida doble (padre e hijos), mi personal réquiem. Y como soy la zorra, le regalaré antes de su marcha el secreto por excelencia: “Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial... es invisible a los ojos”.

El nido, los huevos, las plumas, los pájaros... el mes de desenlaces que llevo... me han dado ganas de desplegar las alas, así que, enamorá' de la vida aunque a veces duela, volando (me) voy a buscar candela...
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